Uruguay mira hacia el método finlandés 'Kiva' para combatir el bullying

Marcos Pera, integrante de la organización Pulseras Azules, fundada en 2016 para combatir el bullying y apoyar a las víctimas, habla durante una entrevista con Efe el pasado lunes, 23 de julio de 2018, en Montevideo (Uruguay).
Marcos Pera, integrante de la organización Pulseras Azules, fundada en 2016 para combatir el bullying y apoyar a las víctimas, habla durante una entrevista con Efe el pasado lunes, 23 de julio de 2018, en Montevideo (Uruguay). / EFE
Efe
29 de julio 2018 - 12:03

En Uruguay, tres de cada diez niños y adolescentes sufren bullying, un fenómeno que se extiende cada vez más en el país austral, que mira hacia Finlandia para incorporar el modelo "Kiva", que se centra en la prevención y en el combate del acoso en edades tempranas a través de la capacitación.

"Hay una alerta internacional que dice que para 2025, de no mediar medidas de prevención en el mundo, se van a suicidar 850.000 niños y adolescentes por bullying", afirmó a Efe Silvana Giachero, psicóloga especializada en este tipo de acoso y autora del libro "Bullying & mobbing: Haciendo visible lo invisible" (2017).

Según datos de el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef) y de una encuesta que realizó un grupo especializado en el tema de la Universidad de Montevideo (UM), en el país austral tres de cada diez niños y adolescentes sufren bullying, cifra que ubica al país en el tercer lugar a nivel de América Latina, explicó Giachero.

A mediados de 2016, la psicóloga, junto a su equipo de trabajo, presentó a través de la diputada del Partido Nacional, Lourdes Rapalin, un proyecto de ley en el Parlamento que trata sobre el tema y que se enfoca, principalmente, en la prevención de este fenómeno a través del método Kiva.

Este programa, que surgió en 2007 en Finlandia, se centra en la capacitación de docentes y alumnos para detectar el bullying y aprender a actuar cada vez que se identifica este tipo de acoso, que se da en los centros de estudio (de todos los niveles) y se caracteriza por ser constante, así como por el hostigamiento de varios hacia una persona.

Según señaló Giachero, solo dos de cada diez niños y adolescentes se animan a denunciar cuando son víctimas de bullying, algo que, según la especialista, está asociado a la forma de actuar de los centros de estudio uruguayos.

"Ellos (las víctimas) visualizan que en los centros de estudio siempre se justifica al victimario y se revictimiza a la víctima (...) La cultura escolar es la de legitimar al acosador y, mientras eso se haga, los chicos ven que pueden correr riesgo si denuncian", sostuvo.

La postura de Giachero también fue compartida por Manuel Gaite y Marcos Pera, dos jóvenes de 18 y 21 años, respectivamente, que forman parte de la organización Pulseras Azules, fundada en 2016 para combatir el bullying y apoyar a las víctimas.

Para Marcos, es necesario que los centros educativos "pierdan el miedo" de reconocer que en sus inmediaciones existe el bullying.

"Muchas veces tienen vergüenza y les parece que van a quedar mal vistos porque hay bullying. Nosotros decimos que es normal, pasa en todos los centros y es algo bueno que algunos realmente se pongan la camiseta y lo combatan. Eso es motivo de orgullo", expresó a Efe el joven de 21 años.

Desde Pulseras Azules, un total de 15 voluntarios trabajan en conjunto con los centros educativos, donde brindan talleres para concienciar sobre esta problemática en todas las edades.

"No hay un solo perfil de víctima, eso es un mito muy común", aseguró Marcos y añadió que el bullying "le puede tocar a cualquiera", al tiempo que recordó que, sin los cómplices, el victimario "no es nada".

Además, ambos coincidieron en que sería positivo que Uruguay aprobara el proyecto de ley presentado en 2016 -actualmente estancado en la comisión de Educación y Cultura de Diputados-, sobre todo a raíz de la implementación del método Kiva.

De acuerdo con Giachero, el bullying tiene tres patas, el victimario, la víctima y los cómplices. El método internacional se centra en estos últimos, ya que sin ellos no puede existir un acoso constante.

La especialista, que desde hace 11 años trabaja sobre el tema y ha atendido casos de víctimas de hasta tres años, consideró que el país debe dar "un salto" y reconocer que se trata de un "problema gravísimo", que afecta al "mundo entero".

Agregó que es necesario cambiar la "cultura escolar", porque actualmente los centros "cierran filas, legitiman al acosador y apartan a las víctimas".

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