Los dulces del nacimiento del profeta, una tradición que se muere en Egipto

Un empleado de una fábrica de dulces elabora figuras de azúcar como parte de los preparativos para las celebraciones por el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma, en El Cairo
Un empleado de una fábrica de dulces elabora figuras de azúcar como parte de los preparativos para las celebraciones por el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma, en El Cairo / EFE
Efe
15 de noviembre 2018 - 08:33

Ali Farag Al Arabi es propietario de una de las pocas fábricas de dulces y figuras de azúcar que siguen preparando cada año en El Cairo los muñecos con que los egipcios conmemoran el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma, una tradición milenaria que corre el riesgo de morir.

El próximo 20 de noviembre, las familias egipcias regalarán a los niños dos figuritas de azúcar y levadura, muñecos comestibles adornados con banderines y estandartes de colores, que representan a un sultán a caballo, Al Hossan, y a una novia, Al Arousa, con motivo del Mawlid al Nawabi, el aniversario de esa efeméride.

De acuerdo con la tradición, que comenzó en la época de la dinastía fatimí, entre los siglos X y XII y se sigue practicando en Egipto y en Sudán, la novia representa a la esposa del rey fatimí Al Hakim bin Amr Allah, mientras que el muñeco ecuestre era una figura con la que los soldados obsequiaban al rey para celebrar sus victorias.

Sin embargo, esta célebre pareja de azúcar que antaño gozaba de gran popularidad e inundaba las calles de El Cairo está prácticamente desaparecida en muchos lugares.

Propietario del negocio familiar confitero fundado por su abuelo en 1960, Al Arabi ha visto el gradual deterioro del sector.

Tras la revolución de 2011, que provocó la caída del presidente Hosni Mubarak, se abrió una profunda crisis económica y su sector turístico, que representa un 11,3 % del PIB del país, cayó en un 25 % en apenas un año, según datos oficiales.

En 2016 el Banco Central Egipcio devaluó en un 50 % la libra egipcia y el ministro de Suministros, Mohammed Ali al Sheik, incrementó el precio del azúcar en un 40 %, pese a ser un producto subvencionado.

El número de empresas confiteras se desplomó, dijo a Efe Al Arabi.

Preparativos para las celebraciones por el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma, en el Cairo
Preparativos para las celebraciones por el aniversario del nacimiento del profeta Mahoma, en el Cairo / EFE

"Antes había más de cien fábricas en El Cairo y ahora quedamos solo dos. Es una de las razones por las que no se pueden encontrar muñecos de azúcar en muchos lugares", señala.

Según Al Arabi, la subida del precio del azúcar y la competencia por la aparición de figuras de plástico están provocando que la tradición de estos muñecos, pintados de color blanco en El Cairo y rojo en el norte y el sur del país, "se esté perdiendo".

"Antes (de la revolución) compraba el kilo de azúcar por cuatro libras (0,22 dólares) y hace dos años subió a 16 (0,90 dólares). Esta crisis afectó mucho al mercado e hizo que el precio final de los productos aumentara", atestigua Al Arabi.

Pese a la presión por la aparición de los muñecos de plástico, su elevado precio, unas 200 libras (más de 10 dólares), aún permite que las pequeñas figuras tradicionales de azúcar, que se pueden comprar por entre 5 (0,30 dólares) y 50 libras (unos 2,80 dólares), se sigan vendiendo.

Más fuerte es el impacto de la falta de relevo generacional en una industria que está lejos de resultar atractiva para los jóvenes cairotas.

"Ya casi no quedan trabajadores que conozcan el oficio", lamenta el confitero, al agregar que "también está disminuyendo el número de carpinteros que saben hacer los moldes" para las figuras.

A pesar de todas las dificultades que está atravesando el sector, Al Arabi se muestra optimista y espera que el número de ventas "se mantenga respecto al año anterior", ya que la mayoría de tiendas compran sus productos "por la fama" que tiene el empresario y porque "hay muy pocas empresas" que se dediquen a la elaboración de dulces.

No espera que la elaboración de dulces durante la festividad este año le reporte beneficios, pero tiene claro que intentará mantener el negocio familiar por razones más importantes para él.

"Aunque no nos haga ganar dinero, no vamos a dejarlo porque es el legado de nuestros abuelos", sentencia Al Arabi.

El próximo 20 de noviembre, las familias egipcias regalarán a los niños dos figuritas de azúcar y levadura, muñecos comestibles adornados con banderines y estandartes de colores, que representan a un sultán a caballo, Al Hossan, y a una novia, Al Arousa, con motivo del Mawlid al Nawabi, el aniversario de esa efeméride.

De acuerdo con la tradición, que comenzó en la época de la dinastía fatimí, entre los siglos X y XII y se sigue practicando en Egipto y en Sudán, la novia representa a la esposa del rey fatimí Al Hakim bin Amr Allah, mientras que el muñeco ecuestre era una figura con la que los soldados obsequiaban al rey para celebrar sus victorias.

Sin embargo, esta célebre pareja de azúcar que antaño gozaba de gran popularidad e inundaba las calles de El Cairo está prácticamente desaparecida en muchos lugares.

Propietario del negocio familiar confitero fundado por su abuelo en 1960, Al Arabi ha visto el gradual deterioro del sector.

Tras la revolución de 2011, que provocó la caída del presidente Hosni Mubarak, se abrió una profunda crisis económica y su sector turístico, que representa un 11,3 % del PIB del país, cayó en un 25 % en apenas un año, según datos oficiales.

En 2016 el Banco Central Egipcio devaluó en un 50 % la libra egipcia y el ministro de Suministros, Mohammed Ali al Sheik, incrementó el precio del azúcar en un 40 %, pese a ser un producto subvencionado.

El número de empresas confiteras se desplomó, dijo a Efe Al Arabi.

"Antes había más de cien fábricas en El Cairo y ahora quedamos solo dos. Es una de las razones por las que no se pueden encontrar muñecos de azúcar en muchos lugares", señala.

Según Al Arabi, la subida del precio del azúcar y la competencia por la aparición de figuras de plástico están provocando que la tradición de estos muñecos, pintados de color blanco en El Cairo y rojo en el norte y el sur del país, "se esté perdiendo".

"Antes (de la revolución) compraba el kilo de azúcar por cuatro libras (0,22 dólares) y hace dos años subió a 16 (0,90 dólares). Esta crisis afectó mucho al mercado e hizo que el precio final de los productos aumentara", atestigua Al Arabi.

Pese a la presión por la aparición de los muñecos de plástico, su elevado precio, unas 200 libras (más de 10 dólares), aún permite que las pequeñas figuras tradicionales de azúcar, que se pueden comprar por entre 5 (0,30 dólares) y 50 libras (unos 2,80 dólares), se sigan vendiendo.

Más fuerte es el impacto de la falta de relevo generacional en una industria que está lejos de resultar atractiva para los jóvenes cairotas.

"Ya casi no quedan trabajadores que conozcan el oficio", lamenta el confitero, al agregar que "también está disminuyendo el número de carpinteros que saben hacer los moldes" para las figuras.

A pesar de todas las dificultades que está atravesando el sector, Al Arabi se muestra optimista y espera que el número de ventas "se mantenga respecto al año anterior", ya que la mayoría de tiendas compran sus productos "por la fama" que tiene el empresario y porque "hay muy pocas empresas" que se dediquen a la elaboración de dulces.

No espera que la elaboración de dulces durante la festividad este año le reporte beneficios, pero tiene claro que intentará mantener el negocio familiar por razones más importantes para él.

"Aunque no nos haga ganar dinero, no vamos a dejarlo porque es el legado de nuestros abuelos", sentencia Al Arabi.

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