El incierto futuro de los buscadores de antigüedades en el río de Bangkok

El tailandés Somsak Sam-ang, se sumerge en las inestables profundidades del río Chao Phraya en busca de porcelanas, monedas y otras antigüedades.
El tailandés Somsak Sam-ang, se sumerge en las inestables profundidades del río Chao Phraya en busca de porcelanas, monedas y otras antigüedades. / EFE
Efe
28 de enero 2019 - 06:29

Con una escafandra que parece sacada de una novela de Julio Verne, el tailandés Somsak Sam-ang se sumerge en las inestables profundidades del río Chao Phraya en Bangkok en busca de porcelanas, monedas y otras antigüedades.

Somsak, de 30 años, pertenece la cuarta generación de buceadores en su familia, pero su futuro es incierto debido a un plan urbanístico que demolerá su comunidad para dar paso a un paseo en la ribera.

Subido a una pequeña barca de madera junto con su padre y su abuelo, Somsak realiza una pequeña plegaria antes de zambullirse en las aguas verdosas del Chao Phraya y descender unos siete metros.

No tiene licencia de buceo, pero sus años de experiencia le permiten aguantar las fuertes corrientes en el fondo del río y respira a través de un tubo de unos 100 metros enganchado a una bomba de oxígeno en la barca.

Las burbujas que llegan a la superficie indican a su padre y su abuelo en qué lugar se encuentra y unos 20 minutos más tarde asoma la escafandra de metal de Somsak, que saca algunas monedas y fragmentos de lo que parecen platos y cuencos antiguos.

"Está muy oscuro abajo. No se ve nada y tenemos que depender del tacto, nuestro instinto y también de nuestra pericia (...), podemos decir a través del tacto si los objetos que encontramos son metálicos, de cerámica u otro tipo de recipiente", explica a Efe Somsak.

"Los objetos que encontramos hoy son cuencos y tazones, pero están quebrados y no tienen mucho valor. Creo que no merecen la pena ni valen el gasto de gasolina", agrega, tras una segunda inmersión de diez minutos.

A través de una pasarela de madera se llega a la comunidad de chabolas construidas sobre pilares en el agua donde viven los Sam-ang y otras nueve familias dedicadas a la búsqueda de antigüedades en el río.

El Chao Phraya era la vía de entrada de los barcos chinos, portugueses, holandeses o españoles que comerciaban con Ayutthaya (1350-1767), el antiguo reino siamés, así como con Bangkok, la capital tailandesa desde 1782.

Bhumin Sam-ang, el abuelo de Somsak, reconoce que no es fácil encontrar antigüedades valiosas, aunque una vez sacó del río unos siete jarrones de cerámica de la época de Ayutthaya que vendió por 70.000 bat (unos 2.200 dólares o 1.900 euros).

Bhumin vive en un palafito de madera, que construyó él mismo, junto con su mujer, tres hijos y sus esposas y tres nietos.

Este abuelo de 62 años aprendió a bucear con su suegro, después de dejar su trabajo en un parque natural, y tras un año de entrenamiento, se convirtió en buscador de antigüedades en el Chao Phraya.

Dice que gana hasta 8.000 bat mensuales (unos 250 dólares o 220 euros) de media, aunque en un buen mes puede llegar a los 20.000 bat (unos 630 dólares o 550 euros) vendiendo los artilugios que encuentran.

Bhumin, que ha llegado a descender 25 metros, nunca ha sufrido un accidente grave, aunque una vez un barco en un canal le rompió el tubo con el motor y tuvo que sacarse la escafandra y subir a pulmón a la superficie.

En sus 37 años como buzo también ha rescatado a unas 15 personas que han tratado de suicidarse tirándose al río desde algún puente.

Ha transmitido su conocimiento a sus hijos y nietos, a los que empieza a entrenar cuando tienen entre diez y doce años y, según él, en unos dos años se convierten en expertos buceadores.

Sin embargo, las autoridades han decidido trasladar a su comunidad a un lugar alejado del río en Nonthaburi, una provincia al norte de Bangkok, y sus casas serán demolidas para la construcción de un paseo en la ribera.

Este proyecto, que podría finalizarse este año o el siguiente, ha sido criticado por la Asociación de Arquitectos de Siam, ecologistas y hasta empresarios de la zona por su impacto ambiental.

"Creo que esta profesión (buscadores de antigüedades en el río) va a desaparecer", lamenta Bhumin, quien opina que será difícil conservar la tradición familiar desde Nonthaburi.

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