La Ópera de Viena estrena un viaje a las tinieblas del populismo xenófobo

La Ópera de Viena estrena "Die Weiden" (Los Sauces), una ópera que sus compositores definen como "un viaje al corazón de las tinieblas de una Europa" en la que crece el nacionalismo.
La Ópera de Viena estrena "Die Weiden" (Los Sauces), una ópera que sus compositores definen como "un viaje al corazón de las tinieblas de una Europa" en la que crece el nacionalismo. / EFE
Efe
08 de diciembre 2018 - 14:15

Un viaje al corazón de las tinieblas de una Europa que navega hacia la xenofobia, hacia el aislamiento y el nacionalismo. Un viaje en forma de una ópera que bebe de fuentes como la película Apocalipsis Now y que conecta el fascismo del pasado con el populismo del presente.

Eso es "Die Weiden" (Los sauces, en alemán), una obra creada por encargo de la Ópera de Viena y que se estrena hoy.

"Queremos plantear preguntas que nos preocupan sobre la repetición de la Historia, sobre acontecimientos fatales en el siglo XX. Miramos el presente como substancia histórica", explica a Efe el compositor austríaco Johannes Maria Staud, autor de la música.

El propio Staud ha definido la obra como un viaje hacia "el corazón de las tinieblas", (en referencia a la novela de ese nombre de Joseph Conrad), en una Europa Central actual llena de ciudadanos furiosos, que se aisla y en la que la clase media se embrutece.

Staud y el poeta y ensayista alemán Durs Grünbein, autor del libreto, han creado una pieza que no pretende ser una "obra de didáctica política", pero sí "plantear preguntas, ser incómodos y criticar", como dice el compositor.

"Die Weiden" comienza con Lea, (la mezzosoprano Rachel Frenkel), una joven filósofa estadounidense que prepara un viaje en canoa por "el país en el río", de donde sus padres fueron expulsados por los "hombres-carpa", que con su feo aspecto y sus bocas enormes simbolizan el miedo y la asfixia que extiende ese nacionalismo.

Lea y su amado Peter (Tomasz Konieczny) inician así un viaje por el país de él.

En el camino se encuentran a una pareja amiga de Peter, que se une a ellos, y a Krachmeyer, un reconocido compositor que se queja de que el país se hunde en "una marea de voces y ritmos extranjeros".

En ese descenso por el río Dorma, un trasunto del Danubio, los protagonistas van sumergiéndose en un mundo surreal y nebuloso, poblado de guardabosques que cazan a refugiados para que "el bosque no enferme", de demagogos que alertan de "terroristas y parásitos camuflados de refugiados" y de renacidos "hombres-carpa".

"La derecha tiene un nuevo estereotipo de enemigo. Ayer era el judío, que ya no está porque fue destruido, y ahora son los nuevos extranjeros", opina Grünbein.

Grünbein y Staud comenzaron a trabajar en esta pieza en 2015, cuando la llegada de refugiados a Europa alcanzó su punto máximo.

Staud compara el proceso creativo con Apocalipsis Now Redux, la versión extendida de la película de Francis Ford Coppola (basada en "El corazón de las tinieblas"), en la que se añadieron escenas que no estaban en la cinta original.

Igualmente, los autores de "Die Weiden" fueron incluyendo algunos capítulos y retirando otros, con un concepto narrativo parecido al cine.

Aunque huye del naturalismo y recurre incluso al surrealismo, en la obra hay claras referencias históricas al pasado nazi.

Una de las más evidentes se refiere a la masacre de Engerau, cerca de Bratislava, donde, en los últimos días de la II Guerra Mundial, cientos de judíos fueron fusilados o arrojados al Danubio por los nazis.

"Nunca cesa la infamia, el acoso, el odio", canta el coro de víctimas que se encuentra con una Lea que denuncia que lo que unos llaman "mito" es, en verdad, su "negra historia".

"En un país como el nuestro (Austria), con nuestra historia, el Holocausto, el Tercer Reich, ahora hay un partido en el Gobierno que nunca se ha distanciado de esa historia", denuncia Staud, hablando del ultranacionalista FPÖ, que desde hace un año gobierna en coalición con el Partido Popular austríaco.

Con ese trasfondo de violencia y odio, Lea y Peter se separan cuando ella rechaza a su familia de "hombres-carpa" y él le reprocha ese desplante a "su gente".

Una escena que sirve a Staud para defender la responsabilidad individual de cada ciudadano.

"Es una cuestión de decisión personal. Puedo decidir no tener sentimiento de odio hacia los extranjeros. No somos animales, podemos elegir una forma de vida distinta. Es difícil, es laborioso, es conflictivo, pero es posible", reivindica.

Respecto a la posible recepción del público, Staud asume que puede haber rechazo, tanto por la temática política como por el uso de música electrónica y de alteración de las voces, recursos que pueden chocar a un público con la fama de conservador que tiene el de la Ópera de Viena.

"No lo voy a tomar de forma personal. Lo que espero es que la gente acuda con los oídos abiertos", afirma.

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