La cantante búlgara cuya voz desafía a las orquestas

La cantante búlgara Smilyana Zaharieva se presenta junto a una cadena de campanas tradicionales búlgaras, llamadas 'chanove'.
La cantante búlgara Smilyana Zaharieva se presenta junto a una cadena de campanas tradicionales búlgaras, llamadas 'chanove'. / AFP
Afp
29 de julio 2019 - 06:49

De tanto ver estremecerse a su auditorio, la cantante búlgara Smilyana Zaharieva se dio cuenta de que el suyo era un caso aparte. Y un récord oficial lo confirmó: posee uno de los timbres más potentes del mundo, comparable a los decibelios de un concierto de rock.

La cantante, de 48 años, dice que rompió a llorar cuando el Récord Guinness le entregó el certificado a la voz mezzosoprano más fuerte jamás registrada.

La biblia de los récords se vio obligada a innovar, pues en esta categoría no había precedentes. Así, le fijó el objetivo de superar los 110 decibelios medidos a una distancia de 2,5 metros para concederle el título.

La grabación tuvo lugar en septiembre de 2018 y el veredicto se publicó el pasado 18 de junio: la voz de Smilyana Zaharieva, con 113,8 decibelios, es comparable a la potencia de un concierto de rock, de una orquesta sinfónica o de una sirena de ambulancia, según sitios especializados.

Y más aún, logró mantener este sonido durante dos minutos, frente a los cinco segundos que le requería el Guinness.

Smilyana Zaharieva, quien se formó siendo muy joven en la escuela de canto tradicional de las montañas Ródope (sur) y después en el conservatorio, llamó la atención por "su increíble desempeño vocal", recuerda la profesora Svetla Stanilova, directora del conservatorio de Plovdiv y testigo de la experiencia Guinness.

"Cuando canto, uno o se estremece o llora", describe la propia intérprete.

Voz del pecho

La música folclórica búlgara tuvo su momento de gloria a nivel internacional en los años 1980, gracias al éxito del coro femenino El Misterio de las Voces Búlgaras, cuyo poderoso sonido parecía invadir el espacio gracias a las armonías creadas por las diferentes combinaciones de las voces.

"El sonido llega directamente de la laringe", describe a la AFP Dora Hristova, jefa de coro de esta formación. "Los resonadores están en el pecho y no en la cabeza, como ocurre con el canto lírico. Las cantantes folclóricas nacieron con esta fisiología, con esta voz natural", explica.

Smilyana Zaharieva experimentó el torbellino de las giras internacionales con otro coro, Las Grandes Voces Búlgaras, hasta que puso fin brutalmente a su carrera en 1996.

"Un día, al regresar, mi hija pequeña no me reconoció, y eso me partió el corazón", cuenta.

Reconvertida al turismo y jefa de su propia empresa, ya solo canta para sus allegados. "Pero sentía un vacío, mi voz quería resurgir", recuerda.

Así que en 2015 relanzó su carrera y se midió a una formación de 101 gaitas tradicionales de las montañas Ródope, llamadas "kaba gaida". Su voz resistió a la potencia de los instrumentos.

"La fuerza de la voz es una cualidad individual, pero no es la más importante", pues "la belleza depende del timbre", señala la profesora Stanilova.

Sonidos curativos

En este sentido, Smilyana Zaharieva también dispone de "un registro excepcional" que le permite realizar numerosas modulaciones, desde el canto tradicional hasta un repertorio más lírico, asegura.

Plamen Kartaloff, director de la ópera de la capital búlgara, Sofía, tiene sus reservas sobre el concepto de récord. "¡Qué idea más rara medir su voz!", exclama, enumerando varias cantantes líricas conocidas por su poderosa voz, quizás tanto como la de Zaharieva, aunque nunca se midieron.

Smilyana Zaharieva quiere aprovechar su título para ampliar horizontes. Sueña con llevar a los escenarios creaciones originales con estrellas del pop como Madonna, a la que escribió recientemente.

Pero también quiere explorar el potencial curativo de la música, pues está convencida de que el sonido tiene una influencia en el bienestar.

"Una melodía en la que se varían los ritmos, la potencia, la altura, la tonalidad puede activar diversas emociones", asegura la cantante.

Y para demostrarlo, pronuncia vocales con cada nota al tiempo que agita una instalación de pequeñas campanas típica de las Ródope, las "chanove", acompañadas de una lira en cristal por sus efectos relajantes y meditativos.

"Cada sonido envía vibraciones a un punto energético del cuerpo y actúa sobre un órgano", afirma, defendiendo los efectos beneficiosos del "do en el corazón, el re en las vías respiratorias" y del "si en el intestino".

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