Los españoles lideran la primera generación de músicos europeos adolescentes

El director de orquesta español Pablo Heras-Casado y los 73 jóvenes europeos debutan en Ámsterdam y Bruselas tras finalizar el campamento músical organizado por la Concertgebouw.
El director de orquesta español Pablo Heras-Casado y los 73 jóvenes europeos debutan en Ámsterdam y Bruselas tras finalizar el campamento músical organizado por la Concertgebouw. / EFE
Efe
24 de agosto 2019 - 12:21

Más de setenta músicos europeos adolescentes, incluidos diecisiete españoles, componen la primera generación de la Orquesta del Concertgebouw Joven, que debuta este fin de semana en Ámsterdam y Bruselas de la mano del director español Pablo Heras-Casado, antes de regresar a casa después de tres semanas de aprendizajes.

Jóvenes de entre 14 y 17 años, que reflejan la diversidad europea portando una de las 27 nacionalidades participantes, han logrado hueco en la primera edición de este prestigioso proyecto, RCO Young, que no solo va de música, sino también de aprendizaje de valores sociales, humanos, democráticos y de igualdad de derechos.

Ellos saben dónde están desde hace un año, cuando fueron seleccionados para este "proyecto de formación tan importante", subraya a Efe el Heras-Casado (Granada 1977), que habla con pasión y admiración por sus "alumnos", procedentes de lugares remotos de Europa, pequeños pueblos de Serbia, Lituania, Polonia, Finlandia, España o Reino Unido.

Este programa está destinado a músicos jóvenes que, por proceder de entornos menos favorecidos, están desatendidos o "subrepresentados" en el campo orquestal clásico de Europa, y por ello pueden no alcanzar el mundo de la música tan fácilmente como, por ejemplo, un estudiante de un conservatorio.

Heras-Casado, que subraya que los españoles son mayoría en esta orquesta juvenil, celebra el "viaje emocional de llegar a sentarse todos juntos y formar una orquesta desde la nada, hasta alcanzar el Concertgebouw, uno de los templos de la música clásica, para sacar toda esa energía que han ido acumulando".

Estos jóvenes no se conocían, y muchos ni siquiera hablan inglés, pero han sido capaces de "formar una familia de la nada".

Los lazos de sangre, explica Heras-Casado, se sustituyen por la voluntad y la "pasión de querer entenderse" y compensan las dificultades "con la pasión, la voluntad (...) el amor por lo que se hace, y la responsabilidad individual para integrarse en el conjunto", añade.

Ha sido como un campamento de verano, pero no uno cualquiera: se han reunido los 73 adolescentes en la ciudad de Ede, en el centro de Holanda, y durante ese tiempo han estado recibiendo lecciones diarias de todo tipo de prestigiosos músicos.

La música, desde siempre, ha "aunado en momentos de euforia o de crisis, en cualquier sociedad, ya sea una tribu o un país entero", dice el director español, que recuerda que los valores musicales "van mucho más allá de las ideas concretas sobre aspectos de la vida diaria", y pueden ser un elemento de comunicación "más libre" en ciertos países o sociedades.

"En los colegios o institutos, cuando tocas un instrumento clásico, se te ve como el diferente. Aquí muchos piensan que por fin están con gente que son como ellos", explica a Efe Lili Schutte, jefa del departamento educativo del Concertgebouw.

Tanto Schutte como Heras-Casado subrayan el desarrollo personal que han experimentado estos jóvenes.

Una de las actividades que hicieron consistió en dividirse en dos grupos: uno "estaba" en una isla privilegiada, donde tenía apoyo del gobernante y siempre ganaba, y otro en una donde se sufría la corrupción policial y sus miembros siempre perdían a pesar de trabajar en grupo y esforzarse de la misma manera.

"A veces vives en una parte de la sociedad donde hay más posibilidades y otras en una en la que no hay tantas, y aunque esto no sea tu culpa, el impacto sobre tu futuro y tus posibilidades es muy grande, tanto en una perspectiva mundial como personal, y deben entenderlo. Actividades como esta les ayudan a abrir los ojos", añade Schutte.

El gallego Petre Abraham Smeu, de 17 años, confirma el aprendizaje personal que ha vivido estas semanas. "Al principio nos sentimos un poco distantes, pero al cabo de los días nos fuimos haciendo una familia, y ahora hacemos música como uno, que es lo importante a la hora de tocar", relata a Efe este joven que toca el violín.

Su compañera Andrea Budau tiene tan solo 14 años, es de Lérida, y es la más joven del equipo. "Ha sido una experiencia muy bonita y no la voy a olvidar nunca. He aprendido muchas cosas, me lo he pasado bien, y he hecho música junto a los demás. Pablo ha sido un director estupendo. Ha sido muy familiar y nos ha transmitido toda su vocación por la música", añade, detrás de su oboe.

Estos jóvenes han experimentado la tensión real que vive un músico ante su público: han ofrecido conciertos gratuitos en Ámsterdam, como en el Teatro Vondelpark, y este fin de semana está siendo su momento cumbre, con un concierto ante una sala llena en la prestigiosa Concertgebouw, algo que repetirán en la sala Flagey de Bruselas.

El programa incluye el Concierto para violín de Felix Mendelssohn, con Julian Rachlin como solista; la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, e incluso un estreno mundial, de Idyllium, una nueva pieza del compositor alemán Detlev Glanert.

La idea es formar una orquesta europea joven cada año, con alumnos que luego serán los embajadores de la música en sus regiones, y se permite que maestros de música, directores de orquestas juveniles locales, bandas escolares y otros profesionales puedan nominar a sus alumnos u otros jóvenes músicos para una audición.

"Ninguno va a volver a su casa como cuando salió. Ya no solo musicalmente sino a nivel personal, y eso también se lo van a transmitir a sus lugares de origen: se trata de que sean misioneros no solo de la música sino de esta forma de comunicarnos", concluye Heras-Casado.

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