El testimonio de familias en Barcelona por la polémica independentista

El testimonio de familias en Barcelona por la polémica independentista
El testimonio de familias en Barcelona por la polémica independentista / AFP
Afp
08 de octubre 2017 - 13:22

Residentes en Barcelona y opuestos a la independencia de Cataluña, los Sanz Cortinas están con las emociones a flor de piel. Tristeza, rabia e incertidumbre a partes iguales han marcado sus últimos días, cuando la crisis política trastocó su vida.

Como cientos de miles de personas, salieron a marchar este domingo por el centro de Barcelona en rechazo a una posible independencia de Cataluña, que las autoridades de esta región española podrían declarar unilateralmente.

Al igual que otras familias catalanas no independentistas, no suelen participar en actos políticos. Pero el desasosiego desde el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre, realizado pese a la prohibición de la justicia y marcado por la violencia policial, los empujó fuera de casa.

"No somos mucho de ir a manifestaciones, pero cuando hemos visto que se liaba, dijimos: 'tenemos que salir para que nos oigan'", dice a la AFP la barcelonesa Mercedes Cortinas, ama de casa de 51 años.

"Soy catalana y me siento española, y eso no significa que somos fachas. Esto te revienta y por eso hemos venido aquí, porque estamos cansados, ¡indignados!".

La rabia se mezcla con temor ante las noticias que se suceden sin parar: manifestaciones soberanistas, salida de empresas emblemáticas de Cataluña, la posibilidad de que las autoridades declaran la independencia en los próximos días, ante lo que Madrid podría suspender la autonomía regional...

"Tenemos miedo, estamos en tensión, vemos que esto va a ser la ruina para Cataluña y España", estima Mercedes, de madre catalana y padre de Cuenca.

"Miedo no sé, incertidumbre toda", aclara su marido, Julio Sanz, quien llegó a los 7 años con sus padres desde Segovia a buscar una vida mejor en la próspera Cataluña.

"Aquí tienes hecha tu vida, tengo 30 años cotizados, aquí tienes a tu familia y de golpe ¿qué pasa con todo eso?", se pregunta Sanz, empleado en el almacén de una cadena de supermercados.

Rifirrafes

Mercedes confiesa que en la última semana el tema político sale a cada rato en la vivienda de la familia en Nou Barris (barrios nuevos), un distrito barcelonés obrero y modesto, menos separatista que otros de la capital catalana.

"Sobre todo ella se pone muy nerviosa y a nosotros nos pone nerviosos", acota Olga, la hija de 21 años que estudia Bellas Artes en la Universidad de Barcelona.

Con el hijo mayor de 24 años, Mercedes ha tenido en la semana algunos "rifirrafes", cuenta el padre. Aclara no obstante que Alejandro, ausente de la marcha, no es independentista, sino que desconfía por igual de Madrid.

"Él piensa como yo que no tendría que haber venido aquí la Guardia Civil a meter mamporrazos (golpes) a la gente" el día del referéndum, dice Olga.

Mercedes sorprendió a su familia cuando el miércoles pasado se unió a una cacerolada de protesta cuando el presidente catalán daba un discurso en televisión.

Nervios de punta

Fuera de casa, desahogarse es más difícil en una sociedad profundamente dividida ante la independencia.

"En la universidad hablo solo con las amigas que sé que opinan igual", admite Olga, a cuyas clases casi no han ido alumnos esta semana.

Mercedes y las amigas con las que sale a caminar todas las mañanas, una de ellas independentista, decidieron "no hablar porque estamos cabezonas (obstinadas)" y "sería triste que nos peleáramos".

Julio también se ha visto afectado. El martes no pudo llegar a su trabajo ante la ausencia de transporte público por una huelga general contra la violencia policial. Aún no sabe si le van a descontar el día.

Y el viernes la actualidad volvió a poner "los nervios de punta" a la familia, con la noticia de la salida de Cataluña de CaixaBank, donde tiene sus ahorros.

Tras repetidas llamadas al banco, decidieron por el momento dejarlos ahí. "Nos aseguran que lo primero son los clientes", dice Julio.

Ante la incertidumbre, la familia, unida, hace votos por que baje la conflictividad y se evite la violencia. "Que se arregle todo por el bien de la ciudadanía, porque es la que va a pagar los platos rotos", agrega Julio.

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