El transbordador Challenger: A 37 años de la peor tragedia espacial de la historia

Challenger lifts off 28 January 1986 from a launch pad at Kennedy Space Center, 72 seconds before its explosion killing it crew of seven
Challenger lifts off 28 January 1986 from a launch pad at Kennedy Space Center, 72 seconds before its explosion killing it crew of seven / AFP

La explosión del Challenger en enero de 1986 se convirtió en el peor accidente de la era espacial no sólo por el número de víctimas, que fue igualado en 2003 con el accidente del transbordador Columbia, sino además por la carga de dramatismo derivada de su transmisión en directo, observada por millones de personas en todo el mundo.

Estaba previsto que el viaje duraría seis días y medio en órbita. durante ese tiempo, los astronautas debían desplegar un satélite y realizar diversos experimentos, mientras que Christa McAuliffe, maestra de 37 años quién se convertía en la primera persona civil en ser parte de una tripulación espacial de la NASA, tendría la tarea de realizar dos clases de 15 minutos desde el espacio, las cuales iban a ser transmitidas a los alumnos.

Los otros miembros de la tripulación eran el comandante Francis R. Scobee, de 46 años; el piloto Comandante Michael J. Smith, de 40; Los especialista de misión Judith Resnik, de 36; Ronald E. McNair, de 35; Ellison S. Onizuka, de 39 y el especialista de carga Gregory B, Jarvis, de 41.

El lanzamiento estaba previsto para el 22 de enero de 1986, pero algunos problemas técnicos hicieron que se retrasara. Finalmente, se decidió que el 28 de ese mes se realizara el despegue desde el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral, Florida, a las 11:38AM. La misión salió a pesar de las advertencias que hicieron algunos ingenieros a la administración sobre el "posible efecto adverso" que podrían tener en algunas partes vitales de la nave las temperaturas extremadamente bajas que se habían registrado la noche anterior (-13 °C) y el día del lanzamiento (-2,2 °C a -1,7 °C).

La cadena internacional de noticias CNN fue la encargada de la transmisión para los canales internacionales. Desde los dos minutos previos al despegue iniciaron, junto a la voz en off de la NASA, el conteo regresivo y hasta remarcaron las dificultades de realizar el despegue por el intenso frío de esa mañana y de la noche anterior. A ellos también la sorpresa y la desazón los traicionó y, pese a estar viendo la desintegración de la nave, por primera vez, el silencio invadió el aire de la cadena.

A los 72,5 segundos del despegue, la nave se desintegró en el aire ante la mirada estupefacta de los presentes y de los millones de televidentes. El desconcierto se apoderó de ellos que, pese a ver con sus propios ojos la descomposición del Challenger, a más de 15 mil metros de altura, no podían caer en la realidad. Fue la voz del control de la NASA que resonaba en los altoparlantes la que anunció lo ocurrido. El desconcierto se convirtió en llanto desesperado. La maestra y los seis astronautas que integraban la tripulación habían fallecido dentro de la cabina que se precipitó en dos minutos para anclarse en el fondo del océano.

El clima frío de ese día provocó que ciertas partes de la nave perdieran elasticidad, así que fallaron y colapsaron al poco tiempo de separarse del suelo.

Proyecto "Profesor en el Espacio" de la NASA

El 19 de julio de 1985, Christa McAuliffe, una maestra de escuela de New Hampshire, fue seleccionada entre 11 mil docentes como candidata principal para el Proyecto "Profesor en el Espacio" de la NASA. Al ser elegida se la designó para abordar como especialista de carga para la misión STS 51-L del transbordador espacial Challenger. Durante un año fue entrenada con el mismo requerimiento y rigor que un astronauta; ello incluyó vuelos en aviones de combate y aviones de entrenamiento de gravedad cero y técnicas para el manejo de carga útil de la misión.

Las cámaras de CNN, que también trasmitió los momentos previos al despegue, mostraron cuando la tripulación caminaba feliz hacia el transbordador. La sonrisa de Christa era contagiosa. Se la veía feliz. Fue la única en hablar al publico que la ovacionó: "Estoy muy emocionada por estar aquí". Esas fueron unas de sus ultimas palabras. Poco más de un minuto después, sus seres más queridos y alumnos vieron cómo la nave que la llevaba a las estrellas para dar una clase desde el espacio se desintegraba en el aire.

Algunos ingenieros habían demostrado su preocupación por las condiciones climáticas de ese día, sin embargo, decidieron continuar con el lanzamiento porque la NASA no quería retrasarlo más.

Diseño deficiente de la nave

El dolor de los familiares al saberlos muertos fue superado cuando, tiempo después, la Comisión Rogers (creada especialmente para investigar ese accidente) determinó que la causa fue el diseño deficiente de la junta de la nave. Esto tiró por la borda el prestigio de la NASA, que luego estuvo 33 meses sin volver a tener expediciones.

El informe también criticó fuertemente el proceso de toma de decisiones que condujo al lanzamiento del Challenger, diciendo que era gravemente deficiente: "...Fallas en la comunicación... dieron lugar a una decisión de lanzar 51-L basada en información incompleta y algunas veces engañosa, un conflicto entre los datos de ingeniería y los juicios de gestión, y una estructura de dirección de la NASA que permitió problemas internos de seguridad de vuelo para eludir las claves de traslado del transbordador".

Luego se supo que al menos cuatro tripulantes sobrevivieron a la explosión y llegaron a activar la cámara de oxígeno. Ese mismo día, confirmaron que todos fallecieron a los dos minutos de la desintegración del resto de la nave, al chocar de lleno con el fondo del océano.

Momento de las muertes

Probablemente algunos de los astronautas estaban con vida y conscientes después de la fragmentación, pues se encontró que habían sido activados tres de los cuatro Personal Egress Air Packs de la cubierta de despegue. Los investigadores descubrieron que su reserva de aire no utilizada se correspondía más o menos con el consumo esperado durante la trayectoria post-fragmentación de 2 minutos y 45 segundos.

Tras el análisis de los restos, los investigadores descubrieron que se habían movido varios interruptores del sistema eléctrico del panel a la derecha del piloto Mike Smith de sus posiciones habituales de lanzamiento.

No se sabe por cuánto tiempo los astronautas mantuvieron el conocimiento después de la desintegración; esto, en gran medida, depende de si la cabina de tripulación separada conservó la integridad de presión. Si no la hubiera conservado, a esta altitud, el tiempo de consciencia útil es de sólo unos cuantos segundos, los PEAP solo proporcionan aire no presurizado, y por tanto no habrían ayudado a la tripulación a mantener el conocimiento.

Homenajes póstumos

Cada 28 de enero las escuelas de los Estados Unidos rinden homenaje a la maestra que quedó en los cielos abrigando a todos sus alumnos, donde, al menos, 35 escuelas llevan su nombre. En Perú, lo llevan tres; una en México, una en Bolivia y un liceo en Chile. También distintas instituciones y programas estudiantiles.

En 2004, recibió de forma póstuma la medalla de honor espacial del Congreso de EE.UU., el máximo galardón que puede recibir un astronauta de la NASA.

En Concord, la ciudad donde vivía y enseñaba, se construyó un planetario que fue bautizado con su nombre.

Posteriormente, el lugar fue renombrado como McAuliffe-Shepard Discovery Center para reconocer también a Alan Shepard, el primer estadounidense en viajar al espacio, quien era oriundo de esa localidad.

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