¿De dónde viene la idea de que el alma pesa 21 gramos?

¿De dónde viene la idea de que el alma pesa 21 gramos?
¿De dónde viene la idea de que el alma pesa 21 gramos?

El debate de lo religioso contrapuesto a la evidencia científica a través de la ciencia y la medicina siempre ha palpitado en las esferas sociales. La necesidad de describir lo que no se ve, lo inmaterial, ha sido objeto de estudio y controversia desde siglos.

Durante siglos, la cultura occidental ha albergado, entre su repertorio de ideas y creencias sobre el más allá, el supuesto de que la esencia de los seres humanos se encuentra en una sustancia inmaterial a la que llamamos alma.

Sin embargo, a principios del siglo XX un médico llamado Duncan MacDougall se propuso romper con esta lógica al buscar pruebas sobre la existencia de la esencia incorpórea de los seres humanos en un simple experimento fundamentado en el uso de la balanza.

En 1907 publicó su estudio en las revistas American Medicine y Journal of the American Society for Psychic Research, bajo el título "Hipótesis sobre la sustancia del alma junto con la evidencia experimental de la existencia de dicha sustancia".

La idea desde la que partió este investigador era que si el alma dejaba algún tipo de huella en el cuerpo que la había habitado, esta debía encontrarse en el momento de la muerte, que es cuando abandona el cuerpo para pasar a otro plano de la realidad. Por eso, sostuvo que la muerte de las personas no sólo supone la desaparición de los movimientos voluntarios y el cese de la actividad mental, sino que tenía repercusiones en el peso del cuerpo.

Experimento de los 21 gramos

MacDougall construyó una cama especial colocando un marco ligero sobre escalas delicadamente equilibradas sensibles a dos décimas de onza.

En ella se acostaba a pacientes en las etapas finales de enfermedades terminales quienes eran meticulosamente observados durante y después del proceso de morir.

Cualquier cambio correspondiente al peso era medido, teniendo en cuenta en los cálculos incluso las pérdidas de fluidos corporales, como el sudor y la orina, y de gases, como el oxígeno y el nitrógeno.

Con "otros cuatro médicos" bajo su dirección, "cada uno haciendo sus propias cifras" se estableció, según MacDougall, que "un peso de entre ½ onza a 1¼ sale del cuerpo en el momento de la expiración".

"En el instante en que la vida cesaba, la bandeja de la escala opuesta caía con una rapidez asombrosa, como si algo se hubiera levantado repentinamente del cuerpo", aseguró el doctor.

McDougall hizo la prueba con 6 pacientes, obteniendo los siguientes resultados:

  • Primero: Perdió 21 gramos en el momento de la muerte.
  • Segundo: Perdió una masa de 21 gramos por hora durante las cuatro primeras horas, acumulando un total de 85 gramos.
  • Tercero: Perdió 14 gramos en el momento de la muerte y 28 gramos durante los siguientes minutos.
  • Cuarto: Declara la prueba inválida.
  • Quinto: Perdió 11 gramos en el momento de la muerte.
  • Sexto: Declara la prueba inválida.

MacDougall hizo además el mismo experimento con 15 perros y observó que "los resultados fueron uniformemente negativos, sin pérdida de peso al morir", corroborando la hipótesis de que la pérdida de peso registrada en los humanos se debía a la salida del alma del cuerpo, ya que, según su doctrina religiosa, los animales no tienen alma.

A partir de estos resultados, MacDougall concluyó que el alma pesa aproximadamente 21 gramos, que es la variación que pudo observar a través de su investigación. Esta afirmación tuvo un impacto considerable en la prensa, que a través del New York Times se hizo eco de la noticia incluso antes de que apareciera una versión de la misma en la revistas académicas.

De este modo, la idea de que el alma podría pesar unos 21 gramos ha enraizado fuertemente en la cultura popular, lo cual explica que aparezcan referencias a este experimento en piezas musicales, novelas y películas, siendo la más notoria 21 gramos del director Alejandro González Iñárritu.

Doctor Duncan MacDougall
Doctor Duncan MacDougall

Rebatible y cuestionado

Si bien, el artículo del New York Times sobre el peso del alma tuvo mucha repercusión, también fue muy cuestionado por la comunidad científica de aquella época que ya desconfiaba enormemente de las incursiones experimentales de lo sobrenatural, y el experimento de los 21 gramos se basaba en unas ideas que atentaban directamente contra el principio de parsimonia, usado en ciencia para señalar que las explicaciones a un hecho objetivo deben ser lo más sencillas posibles. Es por eso que los resultados obtenidos por este médico dividieron al público en dos posturas polarizadas.

Por un lado, el experimento de los 21 gramos habla sobre los dogmas, cuestiones de fe, la esencia de lo humano y ciertos elementos relacionados con el ámbito de lo sagrado. Por el otro, parecía ser un instrumento para difuminar los límites de lo que puede y debe ser estudiado a científicamente. El simple hecho de que MacDougall quisiera investigar sobre el alma a través del método científico era una provocación, y muchos investigadores se apresuraron en señalar una gran cantidad de fallos metodológicos en los procedimientos que siguió Duncan.

Uno de ellos fue Augustus P. Clarke, quien apuntó que las conclusiones de su colega eran erróneas debido a que en el momento de la muerte se produce un repentino incremento de la temperatura corporal a causa de que los pulmones dejan de enfriar la sangre y que el consecuente incremento de la sudoración podría explicar fácilmente los 21 gramos de menos defendido por MacDougall, además de que hay que tener en cuenta que los perros carecen de glándulas sudoríparas por lo que no es de extrañar que el peso de estos animales no sufriera ningún cambio súbito en el momento de morir.

Artículo publicado en The New York Times en 1907
Artículo publicado en The New York Times en 1907

La diferencia de los 21 gramos que registró el doctor MacDougall pretendía ser mucho más que una justificación de lo que llevó a realizar el experimento (detectar un cambio de peso antes y después de la muerte) sino que fue planteada como una ventana hacia el mundo del más allá. La hipótesis que se quería poner a prueba sólo podía sostenerse sobre un sistema de creencias religiosas acumuladas durante siglos, y perdía todo el sentido al ser separada de éste para colocarse bajo la lupa del método científico.

Sin embargo, si bien es cierto que el experimento de los 21 gramos no tiene valor científico, ha mostrado una extraordinaria robustez a la hora de pervivir en el imaginario colectivo de la sociedad. Esto se debe, probablemente, a que las creencias acerca del alma que tenía MacDougall cien años atrás siguen muy vigentes hoy en día.

***Extractos de la nota de www.psicologiaymente.com/adriantriglia***

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último
stats