Ya no hay ríos donde pasar las vacaciones de verano

Carlos González
18 de febrero 2016 - 12:49

“Si el mar se volviera ron y el río La Villa cerveza”… Así es la letra de una famosa canción típica panameña que hace alusión en su trasfondo al majestuoso y caudaloso río La Villa en la provincia de Los Santos, que al volverse licor, podría complacer a todo bebedor de cerveza compulsivo. Hoy día la realidad cambia y la sequía lo está golpeando y muchos ríos a su alrededor empiezan a secarse.

¿Qué está pasando? ¿Dónde se han ido esos ríos caudalosos y charcos cristalinos que eran fuente de diversión en las vacaciones de verano? ¿Acaso se acerca el apocalipsis zombi y estamos caminando al fin de los tiempos, según lo predice Hollywood cada vez que quiere asustarnos?.

Les cuento una historia, que de repente podría ayudarnos a entender, lo que está pasando.

Panamá es un país hermoso, rodeado de dos mares y con una gran cantidad de ríos, y quebradas en medio de su geografía nacional.

Empezaba la década de 1990 y yo apenas era un niño que no le veía sentido a la vida y lo único que me importaba era jugar, comer y dormir. En aquellos tiempos cuando llegaba el verano, mis padres religiosamente se iban a pasar sus vacaciones a la provincia de Los Santos y no faltaba en el itinerario de esa visita, ir a 3 o 4 ríos.

Para descubrir dónde hay un río en aquella provincia es bastante fácil. Solo basta que mires a tu alrededor y cuando observas en medio de una cantidad enorme de potreros, un poco de árboles que corren en filita, significa que probablemente hay un río, una quebrada o un charco.

En su afán por la ganadería y la agricultura sin ninguna visión para el futuro, fueron destruyendo toda la flora alrededor, a tal punto que ser santeño era sinónimo de “tumba palo”. Que mala fama en verdad.

Poco a poco, fueron acabando con la flora y fauna de la provincia y lo que ocurre hoy día, no es al 100% culpa del arco seco o del fastidioso niño que no le gusta bañarse. Es la suma de las causas y la principal es que no pensamos en el futuro y mucho menos en el medio ambiente.

Ya no hay ríos donde ir a bañarse en el verano, donde ir a divertirse con los primos y vecinitos caretos de la abuela. No existe, aquella soga colgando de un palo, donde el más osado y valiente se lanzaba, daba mil vueltas en el aire y caía en un espectacular clavado. Todo eso está desapareciendo.

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