Rafa Ortiz, cuando lo valiente es saber renunciar a un sueño

Rafa Ortiz, cuando lo valiente es saber renunciar a un sueño
Rafa Ortiz, cuando lo valiente es saber renunciar a un sueño / Twitter @rafaortizkayak
Afp
22 de septiembre 2015 - 10:57

Durante tres largos años el mexicano Rafa Ortiz preparó su gran obsesión: lanzarse por las cataratas del Niágara con su kayak, pero en el último momento miró al fondo del abismo y decidió que su sueño se había ido.

"A veces toma más valentía decir que no, que hacer algo", explica a la AFP Rafa Ortiz, de 28 años, antes de presentar la película "Chasing Niágara" en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Presentada en la sección "Savage Cinema", dedicado al cine de deporte extremo y aventuras, la película recorre el largo camino de tres años hecho por Ortiz para realizar su sueño de saltar las cataratas del Niágara, de 52 metros, un sueño al que al final renunció.

"Entendí que había una implicación legal, que si yo moría en el Niágara, mi equipo de seguridad se podía ir a la cárcel de por vida. Su vida era mi responsabilidad", relata Ortiz.

Autodidacta

Sentado con su gorra y su permanente sonrisa enmarcada por una perilla, no parece la imagen de una persona que ha saltado en kayak Pallouse Falls, la cascada más alta por la que se ha lanzado un ser humano con 57,6 metros.

"Como deportista loco que siempre he sido, veo una cascada y pienso en mí, pero en Niágara, fue la primera vez que tomé una decisión que va más allá de mí. Yo era responsable de la vida de mis amigos", recuerda este kayakista autodidacta, que comenzó a remar con 14 años cuando le regalaron un kayak.

"Yo aprendí solo, fue casi como inventarlo. A la fecha, mi estilo sigue siendo muy diferente del de mis amigos", relata este joven deportista, que creció en la Ciudad de México, pero descubrió la naturaleza cuando su padre compró un rancho en el estado de Veracruz.

La película muestra toda su preparación y la de sus compañeros de aventuras, cómo estudian cada piedra y corriente del río antes de tirarse por impresionantes cascadas como la Big Banana en Veracruz, de 42 metros, la segunda cascada más alta saltada en kayak.

La cinta borra la imagen que la gente suele tener de estos deportistas como unos temerarios.

"Muchas de estas cascadas nos toman años correrlas. La gente no entiende todo lo que hay atrás (de preparación)", dice Ortiz.

"Big Banana, tardé tres años en correrla, hay que esperar el nivel de agua adecuado, tener las condiciones necesarias y la preparación también necesaria. Niágara fue lo mismo, las vi y dije, bueno, qué tengo que hacer para llegar hasta ahí", relató este deportista.

Siempre hay riesgo

El río no les deja otra alternativa que estar siempre alerta como se muestra también en la cinta con el accidente de unos de sus compañeros, el español Gerd Serrasolses, que casi se ahoga tras una bajada.

"Teníamos a nuestro amigo muerto y en ese momento estábamos haciendo rcp (reanimación cardiopulmonar) porque era lo único que podíamos hacer, es desgastante, y cuatro minutos después verlo tomar una primera respiración fue increíble", recuerda Ortiz, admitiendo que fue un día muy intenso.

Rafa Ortiz se ha lanzado por cascadas en la India, en Nueva Zelanda, en África, pero su gran obsesión eran las cataratas del Niágara, un sueño al que supo renunciar en una decisión de la que no se arrepiente.

"Como atletas extremos hay muchos niños que nos admiran, que si yo me avento una cascada gigante, van a buscar sus propias cascadas gigantes, pero si yo, como atleta profesional, digo también está perfectamente bien decir que no, es un mensaje muy poderoso para los niños", señala Ortiz.

El kayakista no espera que la película haga crecer un deporte que seguirá "siendo chico", sino "invitar a la gente a probar la aventura" porque esta siempre aporta un aspecto "de crecimiento, de madurez para la vida".

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