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Panamá/El mundo del fútbol se encuentra consternado por la repentina y dolorosa pérdida del delantero portugués Diogo Jota, estrella del Liverpool y de la selección nacional de Portugal, quien falleció en un accidente de tránsito junto a su hermano André Silva Jota, también futbolista profesional.
El trágico suceso ocurrió en la madrugada del 3 de julio de 2025 en la provincia de Zamora, España.
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Según reportes oficiales, el accidente se produjo cuando el Lamborghini en el que viajaban los hermanos Jota se salió de la vía en el kilómetro 65 de la autovía A-52 (Rías Bajas), en sentido hacia Benavente. Las autoridades confirmaron que ambos fallecieron en el acto tras el violento impacto. Diogo tenía 28 años, mientras que su hermano André, que militaba en el FC Penafiel de la segunda división portuguesa, tenía 26.
Esta tragedia ha conmocionado al deporte mundial y suma los nombres de los hermanos Jota a una lista triste y dolorosa de futbolistas que han perdido la vida de forma abrupta fuera del campo. La noticia ha generado reacciones de duelo en clubes, federaciones, compañeros y aficionados que aún no asimilan la pérdida de dos jóvenes talentos con una vida por delante.
La carretera ha sido escenario de numerosas tragedias que han enlutado al fútbol. Entre las más recordadas:
Fuera del asfalto, el caso del argentino Emiliano Sala, quien murió en 2019 en un accidente aéreo sobre el Canal de la Mancha, también marcó un antes y un después. La investigación reveló graves irregularidades en el vuelo y confirmó que tanto Sala como el piloto estaban inconscientes por intoxicación con monóxido de carbono antes del impacto.
La muerte de Diogo y André Jota deja un vacío inmenso no solo en sus clubes y selecciones, sino también en el corazón de miles de aficionados que admiraban su talento, compromiso y humildad. Diogo era una figura consolidada en el fútbol europeo y una pieza clave del Liverpool en la última década, mientras que André vivía un momento de consolidación con el Penafiel.
Este lamentable accidente nos recuerda una vez más la fragilidad de la vida. El fútbol llora no solo a dos deportistas, sino a dos hermanos que compartieron sueños, triunfos y, trágicamente, el mismo final. Su legado permanecerá en la memoria del deporte.