Historia de un médico vestido de payaso que lleva esperanza en una zona dominada por el narcotráfico

Héroes

Flávio Falcone, un psiquiatra que todos los jueves cambia su bata blanca y se convierte en un payaso / AFP
AFP
15 2023 - 09:10

Sao Paulo, Brasil/Dando saltos con una amplia sonrisa, el payaso se abre paso como una corriente de aire fresco a través de cientos de personas drogodependientes y sin hogar aglomeradas en una calle del centro de Sao Paulo, dominada por el narcotráfico.

"¡Buenos días 'Cracolandiaaaa'!", grita por el micrófono Flávio Falcone, un psiquiatra que todos los jueves cambia su bata blanca por maquillaje, nariz roja y mono para acercarse a quienes sobreviven en el mayor mercado abierto de drogas de Brasil. 

Falcone, de cabello corto teñido de rubio y brazos tatuados, lleva una década trabajando con dependientes químicos en esta zona urbana disfuncional que desde hace unos 30 años perdura como un desafío en el corazón de la mayor metrópoli de América Latina.

"Cracolandia es donde los fracasados del sistema capitalista buscan refugio", dice a la AFP este médico, de 43 años. Y "el payaso representa una esperanza: expone nuestros errores, tropieza, y eso identifica a estas personas", explica.

Por estas cuadras de atmósfera pesada, el 'crack', un derivado de la cocaína, circula a sus anchas entre una población de entre 800 y 1.700 consumidores, de los cuales un 39% llevan ahí una década, según datos de 2022 de la Universidad Federal de Sao Paulo.

La cifra llegó a 4,000, pero se redujo tras fuertes operativos policiales el año pasado que fragmentaron Cracolandia, diseminándola por el centro paulista.

En la crudeza de la calle, la empatía del payaso facilita "un vínculo profundo e inmediato". Algo imposible de construir vestido de médico porque muchos temen una internación involuntaria como ocurrió en el pasado, dice Falcone, quien busca ofrecer una salida, pero también una "reparación histórica" a esta población compuesta mayormente por negros y mestizos. 

'Crack', 'funk' e ilusión

Cuando llega a ritmo de 'funk', muchos de los que están tendidos en la acera lo ignoran pero otros van al encuentro del "payaso", como se lo conoce por ser único en su especie en la zona.

Su espectáculo, montado como una especie de oasis festivo en una esquina, consiste en un concurso de presentaciones entre voluntarios. 

El primero en cantar frente a un jurado formado por locales es Peterson P.P., un 'funkero' de 29 años, en situación de calle desde niño y hace tres en Cracolandia.

"Es como estar en un escenario... Siempre le pido a Dios una oportunidad", dice este joven negro, de camiseta a rayas, bermudas y ojotas. 

Entre el público, un hombre huesudo quema una piedra de 'crack' en una pipa metálica. El efecto de esa fracción vendida a 20 reales (unos USD 4) es inmediato, intenso y breve.

El concurso pretende "despertar una fuerza de vida que motive a estas personas a iniciar un tratamiento", dice el psiquiatra, cuya labor durante una década ha alternado financiamiento público, voluntariado y el actual apoyo de empresas privadas. 

Su programa tiene tres pasos: "Primero, se ofrece una vivienda (gratuita), lo que disminuye el consumo de drogas; luego, un trabajo, y después, tratamiento. Así, se logra una reducción de daños o abstinencia total", explica Falcone. 

La meta es la autonomía, como consiguieron varias decenas de personas hoy empleadas en tareas como limpieza, costura o en un programa municipal de reinserción laboral.

Vanilson Santos Conceicao, un bahiano de 35 años, disfruta de sus nuevos "lujos": dormir bajo techo, bañarse y cocinar.

"La calle es sufrimiento, consumía mucho (drogas) y bebía, pero paré hace tres años", dice este hombre que elabora viandas para su "familia" sin hogar.

Orden en "tierra de nadie"

Pero la música para cuando llega la Policía Militar, desencadenando una partida en masa. Un estruendo retumba un poco más lejos.   

Organizaciones civiles en Cracolandia denuncian la violencia policial durante estos operativos frecuentes, mientras habitantes y comerciantes se quejan de la inseguridad y las pérdidas económicas en "tierra de nadie", como la denominan.   

El flamante gobierno del Estado de Sao Paulo lanzó un plan junto a la alcaldía, explica a la AFP el vicegobernador de Sao Paulo y encargado de Cracolandia, Felicio Ramuth.

"Hoy existe más iniciativa social que del Estado. Todos estamos remando en distintas direcciones", reconoce Ramuth.

Los esfuerzos incluirán "contratación de especialistas para trabajar en el área; mayor variedad de cuidados, desde grupos de autoayuda a internación (...) y registro de las personas que viven allí", agrega.      

Además, se instalarán 500 cámaras de seguridad y se dispondrán 1.000 plazas en comunidades terapéuticas, aunque la "internación compulsiva será un último recurso", asegura Ramuth. 

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