Ringo Starr fue subestimado por décadas, pero Paul McCartney y Dave Grohl lo defienden

Durante décadas, la figura de Ringo Starr ha estado envuelta en el debate persistente de si fue un genio del ritmo o simplemente “el menos brillante” de los Beatles.

El músico británico Ringo Starr / Achivo EFE

La historia lo ubicó muchas veces a la sombra de John, Paul y George, pero su legado, lejos de ser menor, está profundamente entrelazado con la revolución musical que transformó al siglo XX.

A pesar de formar parte de la banda más influyente de todos los tiempos, Ringo fue, durante mucho tiempo, subestimado. Su estilo sin excesos y su falta de protagonismo en las composiciones llevaron a algunos críticos, y a no pocos fanáticos, a pasar por alto su impacto. “Ringo no es el mejor baterista del mundo. Ni siquiera es el mejor baterista de Los Beatles”, fue una frase que se viralizó atribuyéndosela falsamente a John Lennon. En realidad, el autor fue el comediante británico Jasper Carrott, pero el daño ya estaba hecho: el mito de que Ringo era “uno del montón” se propagó con fuerza.

Sin embargo, músicos de renombre e incluso sus propios compañeros de banda han defendido su contribución con fervor. Paul McCartney, por ejemplo, ha recordado en múltiples entrevistas el impacto que tuvo el primer ensayo con Starr en la batería: “Con Ringo no había incertidumbre sobre el ritmo”. Esa solidez rítmica fue una de las claves que le permitió a los Beatles explorar estilos tan diversos como el pop barroco, el rock psicodélico o el folk melódico sin perder cohesión.

Ringo, lejos de sentirse disminuido, siempre tuvo clara su postura. En una entrevista en la que se le preguntó por qué se consideraba “el mejor baterista de rock and roll del mundo”, simplemente respondió: “Lo soy”. Y aunque su afirmación pueda parecer provocadora, está respaldada por décadas de música que, sin su enfoque sobrio y funcional, no habría sonado igual.

Su filosofía detrás de los tambores era sencilla pero poderosa: la batería debía estar al servicio de la canción, no del ego del intérprete. Por eso evitaba los solos innecesarios y priorizaba la estructura de la banda por encima del lucimiento personal. Esta ética minimalista no solo definió el sonido de los Beatles, sino que también influenció a generaciones enteras de músicos.

Uno de los más fervientes admiradores de Starr fue Kurt Cobain, quien lo mencionó como una figura aspiracional. “Quería la adoración de Lennon, pero la discreción de Starr”, dijo el líder de Nirvana, valorando precisamente aquello que muchos pasaron por alto: su equilibrio, su papel de engranaje silencioso que mantenía unida a la maquinaria.

Dave Grohl, exbaterista de Nirvana y actual líder de Foo Fighters, también se ha declarado seguidor del estilo de Ringo. Para él, Starr fue “el baterista original del rock and roll” y su legado marcó la pauta para los siguientes 40 años de la música contemporánea.

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E incluso fuera del entorno Beatle, su influencia fue reconocida. Charlie Watts, histórico baterista de los Rolling Stones, vivió una subestimación similar, revelando un patrón en la crítica musical que durante mucho tiempo minimizó el papel de los percusionistas frente a los vocalistas y compositores.

El mito de la mediocridad de Ringo no resiste el análisis técnico ni histórico. Su capacidad para adaptarse a cada etapa de la banda, desde el beat explosivo de She Loves You hasta las texturas más complejas de A Day in the Life o Come Together, demuestra una versatilidad que pocos bateristas de la época lograron. Más que acompañar, Ringo impulsaba.

Lejos de buscar el centro del escenario, supo construir desde los márgenes una contribución invaluable. Su estilo, muchas veces imitado y pocas veces igualado, sigue siendo una referencia para bateristas de todo el mundo. Y aunque la historia popular le haya dado menos brillo que a sus compañeros, los expertos y músicos que entienden la arquitectura del ritmo saben que sin él, los Beatles no habrían sido los Beatles.

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