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¿Es el whisky más peligroso que la cocaína como lo afirmó Petro? La Ciencia responde

El presidente Gustavo Petro encendió el debate sobre el consumo de sustancias psicoactivas al afirmar que la cocaína “no es peor que el whisky”.

En una de sus intervenciones el presidente de Colombia aseguró que la ingesta de wisky era más peligroso que  el consumo de cocaína
En una de sus intervenciones el presidente de Colombia aseguró que la ingesta de wisky era más peligroso que el consumo de sustancias psicoactivas / Imagen de Gustavo Petro de AFP/hecho con Canva

Aunque la declaración generó polémica, estudios científicos han señalado que el alcohol es, de hecho, una de las sustancias más dañinas tanto a nivel individual como social.

En 2010, un estudio publicado en The Lancet por el profesor David Nutt y su equipo analizó los efectos de 20 sustancias mediante un modelo de evaluación de daños. Los resultados fueron contundentes: el alcohol obtuvo un puntaje de daño global de 72 sobre 100, superando incluso a drogas como la heroína y el crack, mientras que la cocaína registró solo 27 puntos.

El impacto del alcohol es devastador en términos de salud pública. Es una de las principales causas de enfermedades hepáticas, accidentes de tránsito y violencia intrafamiliar. En contraste, aunque la cocaína es altamente adictiva, su consumo es significativamente menor y su impacto en términos de daño social es más reducido.

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En países como Colombia, según el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas (2019), el 84% de los nacionales ha consumido alcohol en algún momento de su vida, y el 30,1% lo hizo en el último mes. Aún más preocupante, el 20,4% de los consumidores recientes presentó patrones de consumo perjudiciales.

El uso de cocaína, en comparación, es mucho menos frecuente: solo el 2,1% de la población la ha probado alguna vez, y el 0,6% la consumió en el último año. Sin embargo, el 48,1% de estos consumidores desarrolló patrones de abuso o dependencia, lo que evidencia el potencial adictivo de la sustancia.

Las cifras de mortalidad también refuerzan la gravedad del problema del alcohol. Entre 2013 y 2020, el 86,6% de las 28.541 muertes asociadas a sustancias psicoactivas estuvieron relacionadas con el consumo de alcohol, mientras que la cocaína representó el 12,1% de los casos.

Las palabras del presidente Petro no deben interpretarse como una defensa del consumo de cocaína, sino como un llamado a revisar las políticas de drogas basadas en prejuicios en lugar de evidencia científica. La Política Nacional de Drogas 2023-2033 ya plantea la regulación de ciertas sustancias y la adopción de enfoques de reducción de riesgos y daños.

Regular la cocaína no significaría promover su consumo, sino establecer controles de calidad y acceso seguro, lo que podría reducir la violencia ligada al narcotráfico y minimizar los riesgos para los consumidores. La prohibición ha demostrado ser ineficaz, pues no elimina el consumo, sino que lo desplaza a mercados ilegales donde los riesgos aumentan exponencialmente.

El debate sobre las drogas necesita basarse en datos y no en creencias. La regulación puede ser una herramienta clave para abordar el problema desde la salud pública y no desde la criminalización. Mientras tanto, el alcohol sigue siendo aceptado y legal, a pesar de ser una de las sustancias más dañinas para la sociedad.

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