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Aunque no encabeza estrenos ni aparece a diario en las alfombras rojas, Jami Gertz ostenta el título que muchos no imaginaban: es la actriz más rica de Hollywood, con un patrimonio neto estimado en 8 mil millones de dólares, superando ampliamente a nombres como Tom Cruise, Brad Pitt e incluso a la poderosa Taylor Swift, cuyo patrimonio ronda los 1.600 millones.
Gertz, recordada por sus papeles en clásicos como The Lost Boys, Less Than Zero y Twister, logró consolidar un imperio financiero que la convirtió en una de las mujeres más acaudaladas del mundo del entretenimiento. Y aunque muchos asumen que su riqueza proviene exclusivamente de su matrimonio con el magnate financiero Tony Ressler, la actriz ha dejado claro que su éxito no fue accidental ni dependiente de nadie.
“Todos piensan que me casé con un tipo rico, pero yo ganaba más dinero, mucho más dinero, que Tony cuando lo conocí. Pagué nuestra primera casa. Pagué nuestras primeras vacaciones. Me casé con él porque me enamoré de él”, declaró en 2018 a The Hollywood Reporter.
Descubierta por CBS en una competencia nacional de talentos, Gertz brilló en los años 80 junto a figuras como Kiefer Sutherland y Robert Downey Jr.. Su carrera televisiva también fue sólida, con participaciones en series como Seinfeld, Ally McBeal, Entourage, Still Standing y The Neighbors. No obstante, conforme sus oportunidades actorales disminuían, su espíritu emprendedor tomó protagonismo.
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En el año 2010 fundó Lime Orchard Productions, una productora que terminó siendo un revés financiero. Su única obra relevante fue A Better Life (2011), que le valió a Demian Bichir una nominación al Oscar. “Perdí millones de dólares en esa compañía”, reconoció Gertz con franqueza.
El punto de inflexión llegó en 2015, cuando junto a su esposo adquirió la mayoría del equipo de la NBA Atlanta Hawks. Esta oportunidad surgió tras un escándalo de racismo que forzó la venta del equipo. Desde entonces, Gertz ha sido la imagen visible del conjunto, mientras Ressler mantiene un perfil bajo.
El dúo impulsó una transformación estructural del equipo, incluyendo la construcción de un centro de entrenamiento y medicina deportiva de 90.000 pies cuadrados en la Universidad de Emory, y una renovación multimillonaria del estadio con financiación pública y privada: el estado aportó $142,5 millones, mientras ellos desembolsaron $50 millones.
Además, ya habían participado en la compra de los Milwaukee Brewers junto al grupo de Mark Attanasio. Gertz y Ressler no sólo acumulan riqueza, también han creado un impacto social. Son los fundadores de Painted Turtle, un campamento para niños con enfermedades crónicas y de alto riesgo. Sus exclusivas fiestas navideñas benéficas en Los Ángeles se han convertido en puntos de encuentro de alto nivel entre celebridades, empresarios y donantes.
Hoy, Gertz vive una vida alejada de los reflectores de Hollywood, pero con una influencia innegable en el deporte, la filantropía y los negocios. Como ella misma lo dijo: “Llegas a una edad y te desaceleras, y los papeles se vuelven más difíciles de conseguir”.
Pero en lugar de apagarse, Jami Gertz cambió de escenario, tomó las riendas de su destino y construyó uno de los imperios más sorprendentes de la industria del entretenimiento.