Desde su llegada a la Casa Blanca en enero, Trump impuso aranceles adicionales del 145% a numerosos productos chinos que se suman a las tarifas aplicadas por las anteriores administraciones.
China también pidió a las aerolíneas del país "que detengan todas las compras de equipos y piezas de aviones a empresas estadounidenses", según Bloomberg.
Washington pareció reducir ligeramente la presión el viernes, con exenciones arancelarias para teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, semiconductores y otros productos electrónicos que China exporta en abundancia.
Las dos mayores economías mundiales se han enfrascado en una guerra arancelaria "ojo por ojo" desde que el presidente estadounidense anunció este mes tarifas globales más duras, que en el caso de los bienes chinos llegaron a 145%.
Los semiconductores estarán libres también del impuesto aduanero del 10% que la primera potencia económica aplica a la mayoría de bienes independientemente del país de procedencia.
El presidente republicano justificó el endurecimiento de los aranceles impuestos a China por la supuesta "falta de respeto" de Pekín, que ha replicado cada paso de Washington en esta guerra comercial.
El buen ánimo de los inversores volvió como consecuencia del anuncio de Trump de suspender por 90 días los gravámenes específicos por país que entraron en vigor este mismo miércoles.
En paralelo, Pekín no descarta del todo negociar con Estados Unidos "a través del diálogo en pie de igualdad y con una cooperación mutuamente beneficiosa", según un documento oficial publicado por la prensa china.
Ante las amenazas de cancelar la financiación y el temor a sufrir censura, cada vez más investigadores se plantean abandonar Estados Unidos, considerado hasta ahora la meca de esta actividad en muchas disciplinas.
Por lo pronto, el cobre -un material clave en la transición energética- está bajo investigación del
Departamento de Comercio
para determinar si pagará aranceles.
La semana pasada Trump anunció un arancel universal del 10% y recargos adicionales de hasta el 50% para decenas de países que exportan más a Estados Unidos de lo que compran.