Bibliotecas uruguayas trabajan para formar parte del Mapa Mundial de IFLA
Funcionarios uruguayos trabajaron en un taller, que se impartió el jueves y hoy en Montevideo, para que las bibliotecas públicas y comunitarias de Uruguay formen parte del Mapa Mundial de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA).
"Se está creando una infraestructura de datos espaciales, donde estamos colocando todas las bibliotecas públicas con georreferencias", anunció a Efe Alicia Ocaso, una de las integrantes del Comité de Administración de Asociaciones de la IFLA.
La también presidente de la Asociación de Bibliotecarios del Uruguay señaló que en este taller de dos días, titulado "Bibliotecas públicas y comunitarias de Uruguay. Mapeo (IDE). Agenda 2030 de la ONU para el Desarrollo Sostenible", que se celebró en la Biblioteca Nacional, acudieron trabajadores públicos de todo el país.
"En este momento hay 2.200.000 bibliotecas (en la base de datos del IFLA) y me da un poco de pena cuando veo que Uruguay está gris porque no hemos enviado ningún dato", declaró Ocaso.
No obstante, la especialista explicó que está previsto enviar esta información "este año" y que hasta la fecha sí que se ha mandado información sobre las bibliotecas universitarias y sobre la Biblioteca Nacional.
La directora general de la Biblioteca Nacional, Esther Pailos, detalló a Efe que, históricamente, el centro que administra sacó "el directorio nacional de bibliotecas" en formato papel.
"Nosotros en este momento estamos reflotando este tema haciendo el directorio nacional de bibliotecas a través de una base de datos, en la cual nosotros tenemos un formulario digital que enviamos a las distintas bibliotecas para recabar la información y para cotejar la que tenemos de antes", relató la experta.
Asimismo, Pailos recalcó que para que el directorio nacional de bibliotecas esté "en línea" la Biblioteca Nacional está trabajando junto con las facultades y la Asociación de Bibliotecólogos.
Otro de los temas que se trató en este seminario fue cómo aumentar la capacidad de las bibliotecas públicas para abordar los desafíos emergentes, centrándose en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
