Tiempo y paciencia, claves en Fukushima para recuperar su producción agrícola
Los agricultores y pescadores de la región japonesa de Fukushima están recuperando poco a poco el ritmo de su producción tras la catástrofe nuclear de 2011, y confían en que, con tiempo y paciencia, podrán volver a la normalidad.
"Va a tomar tiempo gradualmente. Tenemos que ser pacientes", sostiene Koichi Aoki, director de la Asociación de Productores de Agricultura Hidropónica de Ono, unos 50 kilómetros al suroeste de la central nuclear de Daiichi, epicentro del desastre nuclear de 2011.
Aoki habla desde un invernadero repleto de plantas de fresas que están esperando ser cosechadas. También cultivan tomates y espárragos, con unos clientes que principalmente son grandes supermercados.
El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9 y el tsunami posterior desataron en Fukushima la peor tragedia nuclear desde la que se registró en 1986 en Chernóbil (Ucrania), lo que obligó a evacuar hasta un total de 164.000 personas.
Los campos de Fukushima se vieron impactados por la contaminación radiactiva que afectó a su suelo, a sus aguas y a la corteza de los árboles. Ello destrozó la economía de una prefectura que es la tercera mayor en Japón en cuanto a producción agrícola.
El tiempo, de momento, va siendo favorable a los agricultores, porque, según datos oficiales, en 2018 las exportaciones agrícolas alcanzaron las 218 toneladas, un 42 % más que en el año previo a la catástrofe.
Los datos son buenos hasta en las escuelas de Fukushima, donde el 40 % de los productos son locales, en niveles parecidos a los previos a la catástrofe de 2011.
"La gente ha llegado a entender que es seguro lo que se produce aquí", dice Aoki, que está al frente de una cooperativa a la que están asociados 21 productores agrícolas.
Los agricultores de Fukushima atribuyen a "los rumores" la mala fama de sus productos a raíz del desastre nuclear, a pesar de los controles que periódicamente se hacen para monitorear los niveles de radiactividad en los productos.
Cerca de la ciudad de Fukushima hay un centro de tecnología agrícola que revisa continuamente muestras de productos agropecuarios y marinos que llegan allí para detectar niveles de radiactividad.
El año pasado, de todas las pruebas que se hicieron con productos agropecuarios de granjas y de instalaciones de acuicultura dieron cero resultados en cuanto a valores con niveles radiactivos que excedían los estándares aceptables.
En el caso de Japón, esos estándares están fijados en 100 becquereles por kilogramo, por debajo de los 1.250 de la Unión Europea y los 1.200 de Estados Unidos.
Aun así, y a pesar de los controles y el aumento de las exportaciones, todavía hay países como China que prohíben la importación de una amplia gama de productos agrícolas de Fukushima, mientras que Estados Unidos pone limitaciones a algunas mercancías.
También hay instalaciones para analizar pruebas marinas, como las que se encuentran cerca de la ciudad de Iwaki, y que cada semana analiza 150 muestras. El 99,8 % de lo analizado desde 2018 ha dado negativo en cuanto a concentración de cesio radiactivo.
Pero para los pescadores de Fukushima ello no ha implicado volver a la normalidad: en 2018 las capturas fueron del 15,5 % respecto a los niveles promedio de los diez años anteriores al desastre nuclear de la central de Daiichi.
A pesar de los análisis que son favorables a las muestras de las capturas, los pescadores de Fukushima están encontrando muchos tropiezos para colocar sus productos en los mercados, ya que los suyos tienen mala fama y los compradores eligen los de otras zonas.
Hisashi Maeda, directivo de la cooperativa de pescadores de arrastre del puerto de Onahama, 66 kilómetros al sur de Daiichi, también cree que con tiempo y paciencia se podrá volver a la normalidad.
"Estamos determinados a ser pacientes y trabajar duro continuamente (...), ya que en caso contrario la distribución de pescados se perderá", afirma Maeda, teniendo a sus espaldas las limitadas capturas del día que están preparadas para su venta.