Independentismo catalán evidencia sus tensiones en su movilización anual

Marchas independentistas en Cataluña.
Marchas independentistas en Cataluña. / EFE
AFP
11 de septiembre 2022 - 15:24

Barcelona, España/El independentismo catalán evidenció este domingo sus profundas divisiones durante la tradicional manifestación del 11 de septiembre en Barcelona, menos multitudinaria que en el pasado y marcada por las críticas hacia la negociación con Madrid emprendida por el presidente regional, ausente en la marcha.

"Los partidos nos habéis traicionado" o "Gobierno: "DUI [Declaración Unilateral de Independencia, ndlr] o dimisión", se podía leer en algunos de los carteles que compartieron protagonismo este año con las banderas esteladas y los reproches al Estado español, habituales de la marcha separatista por la "Diada", la fiesta regional de Cataluña.

"Ya estamos hartos: hartos de Madrid, de los políticos nuestros y de todo", lamentó José Auladell, un jubilado de 65 años que se había desplazado desde Girona para participar en la manifestación, con su bandera estelada a la espalda.

Decepcionada ante la falta de compromiso que, a su parecer, muestran las formaciones separatistas en el poder, la Asamblea Nacional Catalana, organizadora de la manifestación, pretendía que la marcha fuera el inicio de la remontada de un movimiento al que la resaca de la fallida declaración de independencia de 2017 ha dejado en horas bajas.

Con 150.000 asistentes, según la Guardia Urbana -y 700.000 para los organizadores- la marcha de este domingo superó la asistencia del año pasado (108.000 personas, de acuerdo a la Guardia Urbana, todavía en los coletazos de la pandemia), pero quedó todavía muy lejos de las convocatorias multitudinarias que llegaron a superar el millón de personas en plena escalada separatista.

Aquel ímpetu se ha diluido en la decepción y las discrepancias entre quienes no renuncian al objetivo de alcanzar una independencia incluso por la vía unilateral y la visión más pragmática del partido Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) del jefe del ejecutivo regional, Pere Aragonès.

"El presidente de la Generalitat [el gobierno catalán], que representa a su partido, no está por hacer la independencia", opinó Francesc Jubany, un electricista de 58 años, que portaba la camiseta con el lema de la marcha "Volvemos para vencer. ¡Independencia!".

"El movimiento está dividido, pero por las fuerzas políticas", agregó.

Sintiéndose señalado por los organizadores, Aragonès decidió no acudir a una manifestación en la que el año pasado ya fue recibido con silbidos.

Tampoco estuvieron los miembros del ejecutivo que pertenecen a su partido, aunque sí acudieron quienes militan en Juntos por Cataluña (JxC), el otro socio de una delicada coalición que no deja de sufrir sobresaltos.

Sin Aragonés

Los reproches internos y las críticas a los propios políticos catalanes escuchados en la marcha de este domingo distaban mucho de la cohesión independentista que se inició hace una década y desembocó en el clímax de 2017.

Pero cinco años después de aquel otoño frenético, en el que el gobierno catalán declaró una efímera independencia que acabó con su autonomía intervenida y sus líderes presos o prófugos, el contexto es muy diferente.

La apuesta de ERC por dialogar con el ejecutivo del socialista Pedro Sánchez, al que también apoyan en el Parlamento en Madrid, se mantiene firme y ni siquiera la revelación hace unos meses de que los servicios de inteligencia españoles espiaron a políticos independentistas en el pasado la ha hecho descarrilar.

Aragonès volvió a reivindicar su estrategia este sábado durante el tradicional mensaje televisado en la víspera de la "Diada", donde no hizo ninguna referencia a su ya anunciada ausencia en la manifestación.

"Es importante poner en valor que estamos consiguiendo retornar el conflicto hacia la política. Estamos consiguiendo retornar el conflicto a dónde no debería haber salido nunca", aseguró el presidente catalán, que sí participó en otros actos durante la jornada.

"Cataluña votará. Lo hará más tarde o más pronto en función de la fuerza que tengamos, pero lo hará", añadió.

A los sectores más radicales se les agota, sin embargo, la paciencia, decepcionados con unos políticos que, desde su punto de vista, incumplen sus promesas.

"La gente se va desmoralizando porque hemos hecho mucho. Hemos luchado mucho para nada", lamentaba Neus Costa, una administrativa de 62 años, mientras marchaba con su estelada a la espalda.

"Los partidos independentistas no han estado a la altura de la gente", zanjó desilusionada.

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