Libia, ante una semana clave para la solución de su conflicto político
Tras meses de intrincado diálogo bajo los auspicios de la ONU, Libia afronta una semana decisiva en la que puede poner fin al divorcio político y enderezar la senda en busca de una solución estable a la violencia que desde 2011 ensangrenta el país y desestabiliza el norte de África.
Representantes de los gobiernos rivales, en Trípoli y en Tobruk, regresaron hoy a sus respectivas sedes tras tres días de maratonianos encuentros con una misión final: presentar antes del próximo domingo una lista con el nombre de los candidatos a formar el futuro Ejecutivo transitorio de unidad nacional.
Una meta que aún se antoja complicada, a la vista de las palabras de unos y otros al regreso de la localidad marroquí de Srijat, vecina a Rabat.
"Es cierto que (el enviado especial de la ONU Bernardino) León se ha avenido a aceptar algunas de nuestras propuestas. Pero aún es pronto para decir. Hay que consultar muchas cuestiones", explicó a Efe una fuente del Ejecutivo en Trípoli, no reconocido por la comunidad internacional.
Igual de escéptico se mostraba un representante del Parlamento en Tobruk, el que la comunidad de naciones reconoce, quien en declaraciones este domingo al diario "Libya Herald" se quejaba de que el diplomático español había cedido mucho ante Trípoli.
Tras varios intentos fallidos, León presentó el pasado julio un borrador de acuerdo que incluía la formación de ese Gobierno de unidad y la celebración de elecciones, un texto que Trípoli rechazó y que solo firmaron Tobruk y algunas de las milicias del oeste del país.
El Congreso Nacional General (CNG), que gobierna en la capital, presentó enseguida una serie de enmiendas al documento y decidió abandonar la mesa de negociación hasta que todas ellas fueran satisfechas.
El CNG decidió regresar en los primeros días de septiembre, después de que, según sus responsables, recibiera garantías de León de que todas sus reivindicaciones "serían incluidas".
El diálogo se reanudó el pasado jueves en Sjirat, en medio de una alta tensión por la premura del tiempo y la amenaza del CNG al enviado de la ONU de emprender acciones legales por haber negociado con las milicias del oeste del país a su espalda.
Las discrepancias se centran en la composición del Gobierno de unidad nacional -según el acuerdo, la presidencia y una de las dos vicepresidencias serán para Tobruk- y en la composición de la cámara de transición, que sería la responsable de convocar el referéndum sobre la nueva Constitución.
Expertos locales e internacionales barajan ahora la posibilidad de que la lista de nombres pueda convertirse en una nueva fuente de conflicto, pues ambas delegaciones ya han filtrado que hay candidatos que podrían vetar.
Consciente de que el tiempo se agota, el enviado especial de Naciones Unidas apremió anoche al Parlamento en Tobruk a aceptar las enmiendas al plan de paz propuestas por el Gobierno no reconocido en Trípoli para asegurar así el éxito del proceso.
"Nos son grandes cambios, no demasiado transcendentales", explicó León.
"No es una decisión fácil", agregó León, antes de insistir en que no se trata de que una parte se imponga sobre la otra, sino de llegar a una situación intermedia en la que los dos gobiernos, y el país en general, ganen.
"Es una solución ganadora para todos, y creo que de verdad existe un buen nivel de compromiso por ambas partes. Insisto en llamar a todos los libios, y a todos los que firmaron el acuerdo el pasado 12 de julio a ser generosos y a aceptar esto que es necesario para que todo el mundo suba a bordo", agregó.
El objetivo de las delegaciones es ahora mostrar "el texto a sus colegas y volver con los nombres que les van a proponer para el Gobierno de unidad nacional", precisó León, quien reiteró su deseo de que el acuerdo definitivo se firme el 20 de septiembre.
En la urgencia de León planea, además, la sombra de una posible sustitución en pleno proceso, forzada por las denuncias de "deslealtad" hechas esta semana por las autoridades de Trípoli, que han sugerido a la ONU su cese.
En cualquier caso, la solución política sería solo un pequeño avance dentro de un conflicto donde el verdadero nudo gordiano es la neutralización de la decenas de milicias armadas que actúan sin control desde que en 2011 fuerzas rebeldes apoyadas militarmente por la comunidad internacional lograran derrocar el régimen tiránico de Muamar el Gadafi.
Desde entonces, el país está dividido, con un Gobierno rebelde en Trípoli y otro internacionalmente reconocido en Tobruk, que luchan por el control de los recursos naturales apoyados por miembros del antiguo régimen gadafista, islamistas, líderes tribales y señores de la guerra.
El enfrentamiento es aprovechado por diferentes grupos yihadistas, que en los últimos meses han ganado terreno, poder e influencia y extendido con ello la inestabilidad y la inseguridad por todo el norte de África.