Más de cinco mil muertos en Nepal; la ayuda llega al epicentro

AP/Nepal
29 de abril 2015 - 05:21

La ayuda llegó a una zona montañosa próxima al epicentro del terremoto de Nepal por primera vez el miércoles, cuatro días después del temblor mientras la cifra de fallecidos superaba las 5.000 personas.

Pero tomará tiempo que la comida y otros artículos de primera necesidad lleguen a los sobrevivientes en comunidades remotas que están aisladas por deslaves, advirtió Geoff Pinnock, responsable de emergencias del Programa Mundial de Alimentos.

"Eso no pasa de la noche a la mañana", explicó Pinnock desde la aldea de Majuwa, a unos 20 kilómetros (16 millas) de Gorkha, la zona desde donde se coordinan las labores de rescate para las áreas más afectadas por el sismo de magnitud 7,8 del sábado.

Cerca, cinco camiones cargados con arroz, aceite de cocina y azúcar estaban aparcados en un campo lleno de bananos y acacias, esperando a helicópteros que puedan llevar las mercancías a los puntos más remotos sacudidos por el temblor.

La agencia de alimentos de Naciones Unidas espera poder entregar pronto cargamentos de galletas energéticas en zonas sin suficiente agua para cocinar, apuntó Pinnock. Los primeros envíos con ayuda llegaron al distrito de Dhading, justo al este de Gorhka, agregó.

La policía nepalí dijo el miércoles que el número de muertos por el terremoto alcanzó las 4.989 personas. Otras 18 personas fallecieron a los pies del monte Everest en una avalancha, 61 más en India y la agencia de noticias oficial de China, Xinhua, reportó 25 decesos en Tíbet.

Más de 10.000 personas resultaron heridas en la tragedia, apuntó la policía, y varios miles más perdieron sus hogares. La ONU señaló que el desastre afectó a 8,1 millones de personas - más de un cuarto de la población del país, 27,8 millones - y 1,4 millones necesitarán ayuda en forma de alimentos.

"En circunstancias normales, el gobierno habría tenido la capacidad para responder a tal vez 10, 20 o 30.000 personas necesitadas. Pero si tiene que ocuparse de 8 millones como sucede aquí, se necesita algo de tiempo para equilibrarlo todo", dijo.

En la localidad de Paslang, tres kilómetros (1,8 millas) por encima de Gorkha, pocas cosas quedaban en pie a excepción de enormes montañas de ladrillo rojo roto y pilas de barro y polvo.

Uno de esos montones era la casa de Bhoj Kumar Thapa, donde su esposa embarazada puso a salvo a su hija de 5 años en un último y desesperado acto antes de la vivienda se viniese abajo matándola durante el sismo.

Thapa y otros vecinos de la aldea seguían esperando el martes las entregas gubernamentales de alimentos, tiendas o cualquier tipo de ayuda.

"Cuando regresé a casa no había nada", dijo Thapa, un soldado del ejército. "Todo estaba roto. Mi esposa - ella estaba muerta".

Recibió un permiso de su unidad de ejército para llorar su pérdida, uno de los pocos soldados nepalíes que no participa en la masiva operación de búsqueda y rescate del país. Pero en lugar de tristeza, siente ira.

"Solo me están ayudando los otros vecinos que perdieron sus viviendas. No tenemos nada del gobierno", lamentó Thapa.

Un funcionario llegó a la aldea, tomó varias fotos y partió - sin entregar nada a los alrededor de 300 residentes de la comunidad ubicada al noroeste de la capital Katmandú.

"Me enfadé pero, ¿qué puedo hacer? Yo también trabajo para el gobierno", dijo Thapa. "Fui a pedirle a la policía si al menos podían enviar a algunos hombres para ayudarnos a salvar nuestras cosas pero me dijeron que no había nadie para enviar".

Los vecinos no tienen idea de cuándo podrían recibir la ayuda y siguen durmiendo juntos en el barro y compartiendo los escasos alimentos que pueden sacar de entre las dañadas viviendas. Tres vecinos de la aldea murieron.

Funcionarios y trabajadores de emergencias extranjeros que viajaron a Nepal tras el sismo se enfrentan a tormentas, malas carreteras y escasez de mano de obra y financiación para entregar la ayuda a los necesitados. El martes, el distrito pudo coordinar 26 viajes en helicóptero a aldeas remotas para evacuar a 30 heridos hasta que fuertes precipitaciones suspendieron la operación.

"Solo nosotros necesitamos 15.000 lonas de plástico. No podemos comprar esa cantidad", señaló Mohan Pokhran, miembro del comité de gestión de desastres del distrito. Solo 50 policías y soldados voluntarios distribuyen alimentos y ayuda por aire para los miles de residentes en la zona, apuntó.

"No tenemos cantidad suficiente casi de nada", dijo.

Miles de personas guardaban fila en estaciones de autobús el miércoles en Katmandú, esperando llegar a sus localidades natales en el campo. Algunos no tenían apenas noticias de sus familias y series queridos desde el sismo del sábado. Otros tenían miedo de estar tan cerca del epicentro, al noroeste de Katmandú.

"Espero entrar en un bus, en cualquiera que salga de Katmandú. Estoy demasiado asustado para quedarme en Katmandú", dijo Raja Gurung, que quería llegar a su pueblo en el oeste del país. "La casa junto a mi apartamento alquilado colapsó. Fue horrible. No he salido de casa en días. Prefiero irme a vivir con miedo en Katmandú".

Por otra parte, todos los escaladores en la vertiente nepalí del Everest bajaron de la montaña y la temporada de escala fue dada por finalizada liego de la avalancha que arrasó parte del campo base, según contaron empresas de guías y montañeros.

Otra tragedia tuvo lugar el martes: Un alud de barro y una avalancha golpearon una localidad cercana, Ghodatabela, y se teme que hayan desaparecido 250 personas, dijo Gautam Rimal, funcionario del distrito.

Pero también hay noticias alentadoras: Rescatistas franceses liberaron a un hombre de las ruinas de un hotel de tres plantas próximo a la principal estación de autobuses. El sobreviviente, identificado como Rishi Khanal, estaba consciente y fue trasladado a un hospital; no se ofreció más información sobre él.

Muchos en todo el país están optando por dormir al aire libre por temor a las constantes replicas, pero los residentes en Paslang no tienen elección porque casi no quedan construcciones en pie. Por la noche, los sobrevivientes se abrazan para soportar el frío, la lluvia y los mosquitos y esperan hasta el amanecer.

Tilak Bahadur Rana, un granjero, sigue teniendo un techo de hojalata sobre su cabeza pero la gélida lluvia se cuela a través de él.

"De cualquier modo, no puedo dormir. Estoy demasiado estresado. Estoy preocupado por cómo alimentaré a mi familia", dijo.

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