La corrupción desvela las maniobras mafiosas de la política brasileña
Grabaciones clandestinas, emails ficticios y maletas repletas de dinero se han colado en la trama del caso Petrobras, un proceso que no sólo ha desvelado las entrañas de la corrupción en Brasil, sino que también ha sacado a la luz las maniobras de tinte mafioso usadas por sus implicados.
El avance de las investigaciones ha cerrado el cerco sobre la corrupción y las alianzas entre políticos y empresarios se han desmoronado a medida que han avanzado las confesiones "premiadas" de los acusados ante las autoridades.
Cazados por la justicia, muchos de los imputados en el escándalo han sacado los trapos sucios y han puesto en el ventilador las supuestas prácticas corruptas realizadas por algunos de sus antiguos colegas, recurriendo incluso a prácticas kafkianas para respaldar sus acusaciones.
El magnate de la carne Joesley Batista, dueño de JBS, se presentó el pasado mes de marzo en casa del presidente de Brasil, Michel Temer, con una grabadora en forma de pendrive (memoria usb) en su bolsillo para registrar su encuentro -no oficial- con el mandatario.
En esa grabación, Batista relata diversas maniobras ilegales que estaba realizando en favor de JBS tanto en el Poder Judicial como con algunos ministros, ante lo que Temer se mantiene en silencio o hasta llega a consentir.
En esa época, uno de los aliados de Temer, el exdiputado Rodrigo Roucha Loures, fue filmado saliendo de manera apresurada del estacionamiento de una pizzería de Sao Paulo cargado con una maleta repleta de dinero sucio.
El chivatazo fue dado por los directivos de JBS, que entregaron a las autoridades una serie de pruebas que implican a importantes políticos con el fin de evitar un posible pedido de prisión por su implicación en la trama corrupta.
Pero los socios de JBS no han sido los únicos en poner en jaque a la política brasileña. Los publicistas Joao y Mónica Moura, encargados de la campaña electoral de la expresidenta Dilma Rousseff, han dejado en apuros a la exmandataria.
Mónica Moura, presa desde el año pasado, aseguró que ella y Rousseff compartían un email secreto (2606iolanda@gmail.com) y se comunicaban mediante mensajes que eran guardados en la caja de "borradores" y posteriormente eliminados, con el fin de evitar su circulación.
Según la empresaria, en dicho email Rouseff informaba al matrimonio Moura sobre el avance de las investigaciones del caso Petrobras, el cual ha salpicado a políticos de todo el arco partidario e importantes empresarios.
La señal para acceder al email la daba un asesor de Rousseff, quien, según Moura, enviaba mensajes fuera de contexto, como por ejemplo "Me ha gustado el vino que me dijiste" o "Mira esa película", para que la publicista accediese a la bandeja de "borradores".
Uno de los pilares del escándalo, la constructora Odebrecht, admitió que tenía un departamento exclusivo para la distribución de sobornos entre políticos, a los que registraban en sus planillas con apodos: "todo feo", "amigo", "italiano".
La jerga mafiosa se ha visto a lo largo de los tres años en los que duró las investigaciones: los empresarios de JBS se referían a los sobornos como "alpiste", mientras que Joao Vaccari Neto, extesorero del Partido de los Trabajadores (PT), hablaba de "pixulecos" (sobornos) cuando negociaba las coimas.
Uno de los receptores de sobornos fue Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de los Diputados e impulsor del juicio político que llevó a la destitución de Rousseff. El dinero sucio fue rastreado gracias a la vida de lujos que su mujer, Claudia Cruz, ostentó en las redes sociales.
Cunha, evangélico declarado, registró una flota de ocho autos de lujo a nombre de "Jesús.com" y su esposa gastó más de 850.000 dólares en artículos como bolsos, zapatos y ropa de marcas exclusivas, en tiendas de París, Roma y Miami.
Algunos de los correligionario Cunha, como el expresidente José Sarney y el senador Romero Jucá, también han caído en las garras de las grabaciones secretas, concretamente con el expresidente de la estatal Transpetro Sergio Machado, sospechoso de participar en la gigantesca red de corrupción de Petrobras.
La grabación telefónica se convirtió en un as en la manga para el exdirector de Petrobras Nestor Cerveró, salpicado por la trama corrupta. Su hijo Bernardo entregó a las autoridades un audio en la que el entonces senador Delcídio Amaral ofrece dinero al exdirectivo de Petrobras a cambio de su ayuda para anular sus acusaciones.