Zapatos, juguetes y fotos para no olvidar a las víctimas afganas

Una mujer y un hombre observan recuerdos de las víctimas
Una mujer y un hombre observan recuerdos de las víctimas / AFP
Afp
15 de abril 2020 - 09:45

El marido de Nargis escribía hermosas cartas desde su prisión hasta que los talibanes lo ejecutaron. Estas misivas, que se convirtieron para ella en un doloroso recuerdo, están compartidas ahora en un museo de Kabul .

Desde su inauguración, el año pasado en el sótano de una asociación, el Centro para la memoria y el diálogo en Afganistán ha expuesto decenas de fotos, diarios personales, perfumes y juguetes de plástico, todos objetos pertenecieron a muertos en el conflicto que devasta al país desde hace 40 años.

"Necesitamos lugares como éste para que las víctimas no sean olvidadas", destaca Nargis, de 48 años, quien se encontró de golpe sola, sin medios, para criar a sus cinco hijos tras la muerte de su esposo, hace ya veinte años.

"Quiero que los demás sepan quién era mi marido", añade, describiendo a un padre afectuoso que llenaba cuadernos enteros con poemas y felicitaciones para los cumpleaños de sus hijos.

El museo, cerrado provisionalmente a causa de la crisis sanitaria por covid-19, narra historias en inglés y darí, junto a imágenes de las víctimas.

Fotos algo borrosas, retratos profesionales o las simples imágenes de un documento de identidad se alternan en el museo.

Las "cajas de memoria" son recuerdos conmovedores de los muertos en el conflicto.

Muñeca

Un mini-tocador de color rosa, una muñeca con zapatos rojos de plástico, una sudadera con pequeños corazones negros estampados: la vida de una niña víctima de un atentado en Kabul se refleja en un pequeño y trágico escenario recreado por su abuelo.

Cuadernos con garabatos de un niño muerto por una bomba lanzada por los talibanes contra su escuela, una medalla atribuida a un graduado en informática víctima de una explosión, o los zapatos de un hombre de 25 años abatido a balazos por los insurgentes.

Ante estos objetos, un visitante estalla en lágrimas. Perdió a quince miembros de su familia a lo largo de tres décadas, entre ellos una adolescente alcanzada en su casa por una bala perdida.

Nik Mohamad Sharif, de 57 años, cuyo hermano Dawood fue encarcelado y ejecutado por el gobierno comunista apoyado por la extinta URSS, en 1979, explica a la AFP que fue difícil convencer a su familia de participar en este proyecto.

"Son las únicas cosas que nos quedan de mi hermano", se lamenta ante fotos y cartas de Dawood, cuyo cadáver nunca pudieron recuperar, y suponen se encuentra en una de tantas fosas comunes.

'El dolor de los otros'

En tanto las fuerzas extranjeras se preparan para abandonar el país, tras un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes, las víctimas han sido dejadas de lado, a pesar de solicitudes de la Corte Penal Internacional (CPI) para investigar posibles crímenes de guerra

La finalidad "de este museo no es sólo mostrar estos objetos (...) Cuando la gente viene intentamos entablar un diálogo", explica Fátima Alavi.

Jawad Sajizada, de 29 años, sufre un dolor intenso al visitar el lugar, seguido de un alivio inesperado. Su hermano menor murió hace varios meses en un atentado del grupo yihadista Estado Islámico (EI) durante una boda en Kabul. "Estamos de duelo desde entonces", comenta a la AFP.

"Cuando vemos el dolor de los otros, olvidamos el nuestro", afirma Sajizada, quien quiere donar al museo libros y ropa de un hermano muerto. Esto llevará su tiempo, pues 600 otras personas desean hacer lo mismo.

El año pasado, parte de la muestra viajó al exterior. El museo organiza visitas de grupos y discusiones. Pero, la mayor aspiración, explica Fátima Alavi, es confrontar a los verdugos con el terrible daño que perpetraron. "Queremos que los talibanes vengan a ver esto", apostilla.

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