Los Yanquis de Mariano vuelven a la cima
NUEVA YORK (AP) — El dinero sí compra la felicidad, al menos para los Yanquis en 2009: una temporada que comenzó con un derroche de dólares en la contratación de jugadores y el escándalo de la confesión de uso de esteroides de Alex Rodríguez, terminó con el 27mo título de Serie Mundial del equipo de Nueva York. La coronación, la primera desde el tricampeonato entre 1998-2000, fue el broche de oro perfecto en una campaña en la que se mudaron a su opulento Yankee Stadium, un recinto que les costó 1.500 millones de dólares. Era sí o sí este año para los Yanquis, una proclama que empezaron a articular tras acusar el golpe de quedar fuera de la postemporada en 2008, algo inédito después de 13 presentaciones seguidas. Los tres agentes libres más cotizados cayeron uno por uno en sus redes, seducidos por ofertas que no se podían despreciar. En total, Nueva York comprometió 423,5 millones en los salarios de CC Sabathia, Mark Teixeira y A.J. Burnett. Con diversos grados de éxito, los tres hicieron valer la inversión. "Los Yanquis ganaron. El mundo vuelve a la normalidad", dijo el presidente del equipo Randy Levine, inmerso en la euforia de la celebración tras derrotar en seis juegos a los Filis de Filadelfia. Pero el dinero no fue lo único que les allanó el camino. Otros actores entraron en juego, particularmente un equipo más cohesionado que los previos. La nómina alcanzó los 206 millones al finalizar la campaña, un monto que excedió el presupuesto de salarios en 2005 y 2008. La diferencia esta vez fue que las contrataciones sí dieron en el blanco. Supieron aprovecharon que varios contratos abultados expiraron y al mismo tiempo se encontraron con un trío perfecto. Sabathia y Burnett resultaron ser la solución para apuntalar su rotación de abridores, mientras que Teixeira fue el complemento perfecto para Alex Rodríguez en la parte medular del orden al bate. "Fuimos afortunados que esas condiciones se pudiesen dar y que nosotros estuviésemos listos para aprovecharlas", comentó el gerente Brian Cashman, el arquitecto del equipo. Estos Yanquis, sin embargo, no fueron un conjunto de mercenarios. Luego de un inicio titubeante en abril, incluyendo ocho derrotas en fila contra sus archirrivales en Boston, el equipo se acopló y arrasó en la división Este de la Liga Americana. El vestuario del equipo emanaba un genuino ambiente de camaradería, sin conflictos ni egos que socavasen la marcha para conseguir el mejor de las mayores. "En el pasado estuvimos en una situación que los 25 del roster no necesariamente disfrutaban ser parte del equipo", valoró Cashman. "Disfrutaban el juego, jugar en Nueva York, pero no necesariamente se entendían con sus compañeros. Es lo que pienso. No había esa conexión estrecha. Este fue totalmente diferente". Más llama la atención que pudieron enderezarse cuando la campaña comenzó con su tercera base Rodríguez, involucrado en un escándalo de enormes proporciones al tener que admitir que consumió esteroides entre 2001-03 con los Rangers de Texas y luego la operación en la cadera que le hizo perder el primer mes y medio. Por más que las nuevas incorporaciones fueron vitales, buena parte del crédito de los Yanquis obedeció al aporte de su eterno cuarteto conformado por Derek Jeter, Mariano Rivera, Jorge Posada y Andy Pettitte. Fue un año particularmente especial para Jeter, el capitán y campocorto que estableció el récord de hits de la franquicia que tenía Lou Gehrig. El panameño Rivera alcanzó el hito de los 500 rescates y se encargó de sacar el último out de la Serie Mundial, en un juego ganado por Pettitte. El logro de los Yanquis opacó la que fue otra campaña notable de los Filis, cortos por dos victorias de ser el primer conjunto en revalidar el cetro desde 2000 y el primero de la Liga Nacional desde los Rojos de Cincinnati de 1975-76.