Chicharito pudo ser de la Juve, pero el Madrid lo cegó

En agosto estaba arreglado con la Juventus, hasta que un giro repentino en la estrategia de mercado muy común en los despachos de Real Madrid, lo almacenó en el Bernabéu. Javier Hernández y su agente jugaron a lo grande. A última hora prefirieron al Madrid sobre la Juve, porque cualquier cosa que Chicharito hiciera con este equipo, aún en calidad de cedido, iba a multiplicarse por diez. El plan consistía en elevar su marca, promover su imagen, apuntalar su leyenda frente a los incrédulos y desde luego, mantener una posición de privilegio en el mercado para los próximos años. No cualquiera sea por lo que sea, llega a Real Madrid. La frase sigue sonando como slogan. El análisis de marketing estaba claro, fue correcto. Pero ni Hernández ni su agente, tuvieron tiempo para detenerse a analizar futbolísticamente la decisión. Deslumbrados por Real Madrid, no detectaron que el campeón de Europa había dejado ir un delantero centro como Morata a la Juve, esperaba la recuperación de Jesé, mantenía la contundencia del mejor Cristiano, el juego entre líneas de Benzemá, la profundidad de Bale por el costado, la llegada de James y la combinación de Isco. El frente de ataque de Real Madrid, zona de intocables salvo lesión, tenía cualidades de sobra para repetir los 104 goles en Liga, los 41 en Champions y los 15 en Copa de la campaña anterior. Al Madrid le volverían a sobrar goles.

El problema de Ancelotti, como sucedió y sigue sucediendo, no estaba en la definición sino en la asociación. Tanto así que Benzemá, jugador al que todos apuntaron como favorito para alternar con Chicharito, es la pieza que engrasa el sistema de 3 delanteros que sostiene el entrenador: acompaña, asiste y anota. Las prestaciones de Chicharito mejores sin balón que con él y, muy distintas a las de Benzema, movilidad, desmarque, espacio, rebote y remate, encajaban mejor en un esquema de dos delanteros como el de la Juve, con menos gol, acostumbrada a jugar con un ariete intercambiable alrededor de Tévez, sea Llorente o desde agosto, Morata. Un esquema muy similar al que utilizaba Ferguson en la mejor campaña de Chicharito en el United. Su primera en Manchester. Marcó 20 goles entre Premier (13), Champions (4), FA Cup (1), Community Shield (1) y Capital One Cup (1). Esa campaña el United jugó 60 partidos, de los que Hernández participó en 45 siendo titular en 27. En total, sumó 2,625 minutos de los 5,400 que disputó su Club. Chicharito jugó 48% del tiempo marcando un gol cada 131 minutos. Ganó dos títulos: Premier y Community Shield. Dos goles suyos al Olympique de Marsella en Old Trafford, los clasifican a cuartos de Champions donde otro gol suyo al Chelsea, empata la eliminatoria rumbo a semifinales. En la Premier le hizo goles al West Brom (2), Stoke (3), Wigan (3), Blackpool (1), Liverpool (1), West Ham (1), Everton (1) y Chelsea (1). Anotó en 17 de los 27 partidos que jugó y 8 de sus 20 goles, los marcó entrando de cambio.

A partir de entonces, su rendimiento fue a la baja. Cada año es peor que el anterior, creció su fama de suplente. La carrera de Hernández en Europa es una constante lucha por los números o contra los números. Se le juzga por resultados y casi nunca, por su forma de entender el juego. En eso, en su interpretación del futbol y no en su acumulación, es donde nadie se pone de acuerdo al definir quién es Chicharito y qué hace Chicharito dentro del campo. Ferguson le tenía un gran cariño, pero ni Moyes, Van Gaal o Ancelotti, coinciden en una característica cualitativa indispensable. Mientras que los aficionados apegados a la nomotética, aprecian más las cantidades: es un gran profesional y un mal futbolista, generalizan. Por ahora Chicharito, a la izquierda o la derecha, es un número mayor o menor del negocio; su negocio o el de otros. Pero siempre un número. Y en este mundo de los números y el fútbol, hace mucho frío, sobre todo en la banca de los grandes clubes.