Uno... dos...tres, que venga el Brasil vs. Croacia
En una tarde soleada y a ritmo de samba, multitudes de brasileños vestidos con los colores verde y amarillo de su selección llegaron al estadio Itaquearo para vivir la inauguración de la Copa Mundial, que regresa al país después de 64 años. Al menos en las horas previas a la ceremonia de apertura y al silbatazo inicial que pondría en marcha el choque entre Brasil y Croacia, el ambiente dentro y en los alrededores del estadio eran de fiesta, en que las masas de torcedores brasileños convergían con otros aficionados de otros países, incluyendo latinoamericanos, que llegaron a respaldar sus equipos y de paso testimoniar la inauguración. Agentes de la policía y militares brasileños resguardaban las inmediaciones del estadio, mientras que un helicóptero militar sobrevolaba el área de Itaquerá, un suburbio alejado del centro de Sao Paulo. Las horas antes al comienzo de la gran fiesta, todo transcurría de manera tranquila y sin incidentes, al menos en el epicentro del escenario. Un grupo de unos 300 manifestantes se enfrentó horas antes con las autoridades en la avenida principal que conduce al estadio, y la policía utilizó gases lacrimógenos y bombas de estruendo para dispersarlos. "Queremos vivir este Mundial en casa y disfrutarlo. Para muchos de nosotros es una fiesta", dijo a The Associated Press el paulista Carlos Alberto, un torcedor de 41 años que lucía una camiseta con el nombre de la leyenda del fútbol brasileño Garrincha y el número "7".