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Paraguay le pone freno al buen comienzo de Argentina

Sudamericano Sub-20

Paraguay le pone freno al buen comienzo de Argentina
Paraguay le pone freno al buen comienzo de Argentina
Claudya Morales
18 de enero 2015 - 11:39

Ni el tiro del final. Con el remate de Gio Simeone, en la última jugada del partido, la Argentina tampoco pudo romper con la muralla que le ofreció Paraguay. La selección careció de ideas para destruir la telaraña defensiva de un rival que capitalizó una acción de pelota parada y consiguió un ajustado triunfo 1-0, resultado que lo posiciona como líder del Grupo A, disputada la segunda fecha del campeonato Sudamericano Sub 20 . Una frustración, después del debut goleador ante Ecuador. Un tropiezo que deberá servir como lección en el camino para llegar a la etapa final del certamen, en Montevideo, rumbo a la Copa del Mundo de Nueva Zelanda y a los Juegos Olímpicos de Río 2016.

El orden es sinónimo de progreso, y fue la mejor virtud que enseñó Paraguay a lo largo de los 90 minutos. Tuvo un libreto mezquino y también mañas para contagiar nerviosismo en la Argentina, que nunca se sintió cómoda con ese esquema de barricadas. La selección no supo desestabilizar a los guaraníes en todo el desarrollo. En el recorrido fue modificando las fórmulas, nunca encontró la adecuada para dibujarse otra sonrisa. De la producción ofensiva con Ecuador, donde se lució toda la estructura de ataque, a no tener ninguna pieza que rompiese el molde de una defensa que esperó con paciencia cerca de su área y le ocupó los espacios, con los volantes. Un clásico dibujo de aquellos que se presumen inferiores en jerarquía, pero inteligentes para acomodarse a la necesidad.

Paraguay le elevó la vara a la selección, y esta no supo estar a la altura. Terminó jugando con seis delanteros, con Driussi de volante central, pero no resultó. El gol de Cañete, después de un doble cabezazo en área, donde Monteseirín y Mammana perdieron en los saltos y el arquero Devecchi opuso poca resistencia, fue el golpe de escena que esperaba Paraguay para hacer lo que mejor le gusta y la jugada que la Argentina no quería sufrir. El cambio de Contreras por Compagnucci (ver aparte) trastocó posiciones: por un rato la Argentina jugó con Cardozo-Monteseirín-Mammana e Ibañez en el fondo; Tripichio se ubicó de volante central y más adelantados, Espinoza-Tomás Martínez y Contreras; arriba, Correa y Simeone.

No resultó. Contreras no fue la mejor elección, porque la Argentina precisaba a un socio -quizás Leonardo Suárez; posiblemente Leszczuk- para Martínez, el cerebro del equipo. Cuando tuvo fuerzas, el enlace de River hizo imaginar que revertir el marcador no era imposible. Pero no se le acoplaron interlocutores: Correa, ausente; Simeone, sin el olfato goleador del debut; Espinoza intercaló buenas y malas, y Contreras no encontró la posición donde lastimar.

Los remates de media distancia fueron la única vía para inquietar a Echagüe, que con un par de atajadas a Martínez y Cardozo fue la figura. El resto fueron disparos desviados, algunos de peligro, como un cabezazo de Simeone, en el primer tiempo, o el de Driussi, en el segundo. Cuando se le nubló la mente a la Argentina, el apuro y la desesperación derivaron en centros aéreos, ese embudo donde Paraguay la fue llevando, un terreno fértil para los zagueros que se impusieron con oficio.

Se fue el segundo acto para la selección. Paraguay era el rival a vencer para transitar sin sobresaltos la etapa, y la Argentina no pudo sortear el obstáculo. Depende de sus propias fuerzas para avanzar, pero tiene que repasar la partitura para que todo suene afinado.

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