Hecho en Panamá en Carnavales
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Cuando la finalista del Abierto de Francia, Sara Errani, tenía 12 años, dejó a su familia en Italia para irse a la famosa academia de tenis de Nick Ballottieri en Florida. Lejos de sus padres, y todavía sin dominar el inglés, Errani aguantó unos 10 meses, en los que lloraba casi a diario y llamaba mucho a su casa. "Sabía que ella estaba decidida y enfocada", comentó su madre, Fulvia, después de ver a Errani ganar su primera semifinal de un Grand Slam. "Así que sabía que ella resolvería todo". Ahora con 25 años, parece que Errani sí lo hizo. Se dio cuenta que tenía que regresar a Europa, donde finalmente encontró un nuevo entrenador y un lugar para entrenarse en España. Se dio cuenta cómo superar las limitaciones de un cuerpo que mide apenas 1,64 metros en un deporte lleno de jugadoras mucho más alta y que le pegan más fuerte a la pelota. Una de esas es su oponente en la final del sábado en Roland Garros, la rusa Maria Sharapova, quien mide 1,89 metros, ha ganado tres majors y buscar completar el Grand Slam en su carrera. Más que nada, Errani se dio cuenta que no tenía que preocuparse por saber si sería lo suficientemente buena como para ganarle a las mejores, y en cambio debía enfocarse en siempre mejorar su juego. "No se trata de creer o no creer. No pienso en eso. Sólo pienso en jugar. Sólo pienso en salir a la cancha y dar el máximo. Y que pase lo que pase. Nunce pensé "no le puedo ganar a alguien en el top 10". Juego y doy lo mejor de mí, y si no gano, no gano", comentó Errani. "Pero no pienso en si puedo ganar el título. Sólo pienso en el próximo partido. Si gano, entonces pienso en el siguiente. Y si vuelvo a ganar, entonces en el siguiente. Pero no me adelanto demasiado, eso no ayudar a una jugadora. Es mejor ir paso a paso". Sharapova es una estrella mundial y su historia es más que conocida: nació en Sibera, se mudó con su padre a Florida cuando era niña, y también trabajó con Bollettieri. "No recuerdo habernos cruzado", dijo Sharapova. "Nunca nos enfrentamos, pero sé que es una jugadora peligrosa por la forma en que ha jugado aquí y por la forma en que ha jugado esta temporada en arcilla". La historia de Errani es menos conocida, y ni siquiera es tan famosa en Italia. Hasta que llegó a los cuartos de final del Abierto de Australia en enero, Errani nunca había superado la tercera ronda en un torneo de Grand Slam. Hasta esta semana, había perdido sus 28 enfrentamientos con jugadoras en los 10 primeros puestos del ranking. Ahora tiene récord de 2-28, gracias a sus triunfos sobre Samantha Stosur (6) en las semifinales, y Angelique Kerber (10) en los cuartos de final. También eliminó a las ex campeonas del Abierto de Francia, Ana Ivanovic y Svetlana Kuznetsova. Cuando le pidieron que explicara su renacer esta temporada, la 21ra del ranking mencionó que cambió de raqueta a una con un mango más largo —bromeó que tener brazos más largos no era una alternativa— lo que le da más potencia a sus tiros. El cambio fue tan importante que Errani estuvo dispuesta a pagar para rescindir su contrato con la compañía que fabricaba su raqueta anterior. "Fue amor a primera vista", indicó sobre el nuevo modelo. "Desde mis primeras prácticas con ella, me sentí completamente diferente. Podía controlar la pelota mejor, podía pegarle más rápido, me aumentó la confianza". A su entrenador Pablo Lozano le preguntaron si pensaba que Errani llegaría tan lejos cuando empezaron a trabajar juntos hace ocho años. "No, no, no. Ni siquiera hace un año", respondió. "Para llegar a la final de un torneo así, tienes que ser una de las 10 ó 15 o quizás 20 mejores jugadoras del mundo". Mientras Sharapova tiene asegurado el primer puesto del ranking, Errani tiene garantizado ascender al top 10 por primera vez en su carrera.