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Benito Taibo: el poeta que escribe novelas y es cómplice de sus lectores

Benito Taibo comenzó escribiendo poemas cuando era adolescente, pero con el paso de los años se pasó a la narrativa. Este autor mexicano, presente en la Feria Internacional del Libro de Panamá, retorna a los versos con la antología poética Pasar inadvertido (Seix Barral).

Benito Taibo es escritor, periodista, promotor de la lectura y director de Radio UNAM
Benito Taibo es escritor, periodista, promotor de la lectura y director de Radio UNAM / Cortesía/Centroamérica Cuenta

Tenía 18 años cuando Benito Tabio conoció a Rafael Alberti. Ocurrió en una terraza de un bar en el puerto de Santa María, en Cádiz. El mexicano andaba de mochilero por Europa, sin mucho dinero en los bolsillos, pero con mucho ímpetu se acercó a saludar al poeta español, quien estaba solo mirando el mar.

Tenía que abordar un tren al día siguiente. La poca plata que le acompañaba debía distribuirla con severidad absoluta, pero poco le duró la cordura y se fue Benito a la primera librería que encontró.

De regreso llevaba un libro en la mano. “Llegué, le conté, me lo firmó. Me preguntó: ‘¿Ya comiste? Le respondí que no. Me invitó a comer, me pagó el tren. Hay buenos poetas y hay buenísimos poetas”, indica quien en su casa escuchaba a sus padres, Paco Ignacio y Maricarmen, recitar poemas de la Generación del 98 o poesía social.

La Generación del 27, la de Pedro Salinas, Luis Cernuda, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, y por supuesto, Rafael Alberti, le marcó por la sonoridad de sus versos, por la elegancia de sus palabras rimadas. “Porque hacían poesía chocando una piedra contra otra piedra. Todo con una claridad asombrosa”, recuerda sentado en el Salón Conte de Atlapa, donde ocurre hasta hoy domingo la Feria Internacional del Libro de Panamá.

También fue importante en su vida, que siempre andan resonando en sus oídos: César Vallejos, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, sin olvidar los poetas del Siglo de Oro español: Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz

Entre los contemporáneos, en particular, los mexicanos que le encantan son los bardos Julián Herbert, Sara Uribe, Orlando Mondragón. “Intento leer toda la poesía posible: vieja, nueva, distinta, de lugares recónditos. Todo el tiempo estoy buscando nuevos poetas para mí, no es que hayan comenzado a ser poetas”.

Benito Taibo comenzó su andar literario como poeta con libro como Siete primeros poemas (1976) y Vivos y suicidas (1978)
Benito Taibo comenzó su andar literario como poeta con libro como Siete primeros poemas (1976) y Vivos y suicidas (1978) / Cortesía/Planeta/Michel Amado

“La poesía salva, ilumina, llena la vida de sueños y de pesadillas. La poesía es más pausada. Puedes estar con una línea en tu cabeza, o bailando en tu cuaderno, durante semanas, meses. En cambio, la narrativa tiene un ritmo y si lo pierdes, pierdes la brújula y el rumbo. La poesía puede estar escondida en tu camisa durante largo rato y no pasa absolutamente nada como decía José Emilio Pacheco”, comenta quien presentó en la actividad ferial su antología poética Pasar inadvertido (Seix Barral).

Cuando Benito Taibo era adolescente, y aún de adulto, escribía sobre los demonios vitales que lo habitaban: el amor, la ausencia del amor correspondido y la Ciudad de México, donde nació en 1960.

En el 2022, Imelda, su esposa y cómplice, le recordó que llevaba escribiendo 15 novelas seguidas: Polvo (2010), Persona normal (2011), Querido Escorpión (2013) y Desde mi muro (2014), entre otros.

Luego le hizo una de esas preguntas que desatan rayos en el alma: “¿Y tú poesía? Yo te conocí poeta. Y le respondí: tienes toda la razón”. Así surgió Pasar Inadvertido.

Benito Taibo es autor de obras como Corazonadas (2016) y la trilogía de Mundo sin dioses (2018, 2019 y 2020)
Benito Taibo es autor de obras como Corazonadas (2016) y la trilogía de Mundo sin dioses (2018, 2019 y 2020) / Cortesía/Planeta/Michel Amado

La expedición

Comenzó Imelda una expedición paleontológica: buscó y encontró versos en papelitos sueltos encontrados en obras, en servilletas, otros escritos en los bordes de los libros, cuadernos olvidados, poemas perdidos en una computadora averiada.

“Gracias a Imelda está Pasar Inadvertido entre nosotros. Ella siempre ha sido ese constante faro y acicate para que lo que tenga en la cabeza se convierta en literatura y lo puedan leer otros”, resalta quien una vez hizo pasar por suyo un poema de Jaime Sabines (y se le confesó años después al autor) para enamorar a Imelda.

Anécdota. Cuando Benito Taibo publicó su primera novela, el poeta Juan Gelman le gritó, en broma y en serio, en uno de los pasillos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara: traidor.

Le comparto que 32 años de matrimonio son en sí mismos todo un poema de amor. Asiente emocionado y agrega: “Ella dice que vivir conmigo es estar entre Irak y Disney. Nada es color de rosa. Más bien de colores grises y pasteles. El amor es: besos, gritos, peleas, dormir abrazados en las noches”.

La selección de los poemas escogidos fue por cuenta de los gustos de Imelda y de Benito, en ese orden. Están dos poemarios completos suyos: Recetas para el desastre (1987) y De la función social de las gitanas (2002).

“No le metí mano a ningún poema. Los que escribí a los 18 años están íntegros como fueron escritos en su momento. Porque sentía que este señor de 63 años que soy, no tenía por qué andar corrigiendo nada al de 18 años, que ese pagara las consecuencias de sus actos”, anota quien le dedica poemas de Pasar Inadvertido a Luis Eduardo Aute y Gabriel Celaya, entre otros.

Una antología es un traslado al ayer, es un indagar por nuestras interioridades. “La poesía no tiene fecha de caducidad. Porque está creada de sensaciones, sentimientos, momentos. Todo eso queda plasmado para siempre en papel como si fuera una fotografía. Por eso es tan actual hoy un poema de Quevedo”.

Construir un poemario, o una reunión de versos como Pasar Inadvertido, es distinto a edificar una novela o diseñar el mapa de un libro de relatos. “Porque la poesía no es un río, sino un meandro que nos lleva a sitios indescifrables. Que están sueltos, que a veces nadie los puede unir con ningún hilo. Haces una antología con el dedo metido en la boca y luego lo elevas al aire para ver por dónde sopla el viento. Depende de la cadencia del que escribe y del sonido de lo que está ocurriendo”. 

¿Se vende la poesía?

Alguien se inventó un embuste: que la poesía no se lee. Por tanto, no se vende. “Parte de la culpa la tuvieron algunos editores, no los míos, por supuesto. A mí me molesta mucho esa lógica porque no es una moneda de cambio. Un día le preguntaron a Jorge Luis Borges para qué sirve la poesía y respondió: ‘¿para qué sirven los amaneceres?’ Existen exactamente para lo mismo: para nada, pero sirven para demostrar que allí, en algún sitio, hay una nueva luz que ilumina el mundo y da la certeza de un nuevo comenzar”.

Pasar Inadvertido ha recibido ediciones en México, Argentina y Colombia. “Eso me encanta. Por eso se llama Pasar Inadvertido. Porque el título es una especie de broma, porque la poesía sí se vende. Los jóvenes sí están leyendo poesía. ¿Por qué en un pasado se leía menos? Porque los que escogieron los poemas que leíamos obligados en la escuela eran geniales, pero lejísimos de quiénes éramos como el gran Rubén Darío. Un joven de 27 años se pregunta de qué le están hablando. Cuando hay que construir un puente indestructible entre el poeta y el lector. Por lo que debieron surtirnos con Miguel Hernández, Federico García Lorca, Gloria Fuertes, Blanca Varela o César Vallejos. Nos hubiera ido mejor”.

“La poesía críptica no me gusta. Tampoco la que necesitas un diccionario para poder entenderla me aburre. Por eso escribo una poesía de una claridad pasmosa, de tan clara que quizás parezca mala y no me importa”, confiesa

La poesía le da fuerza. “Sirve para que los corazones extraviados se encuentren. Sirve para demostrar que el embrujo de las palabras hace que dos almas se enamoren o se odien para toda su vida. La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la necesita. Hay frases de poemas que se han quedado en la memoria colectiva de los pueblos y se han convertido en parte de nuestra tradición oral. La poesía es un espejo que refleja, no solo lo que siente el poeta, sino las pasiones de quien lo lee o lo escucha”.

 

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