'El tigre de la Candelaria': A 25 años de la partida de Victorio Vergara su música sigue vigente

Victorio Vergara

Victorio Vergara Batista en un evento
Victorio Vergara Batista en un evento / Archivo

Ciudad de Panamá, Panamá/Recordar a Victorio Vergara Batista, mejor conocido como “El tigre de La Candelaria”, es hablar del máximo exponente de la música típica de su época, al menos así consideran quienes lo conocieron de cerca, aquellos que tuvieron la oportunidad de trabajar con él y los que disfrutaron de cada una de sus interpretaciones.

Hablar de “El mandamás o El Justiciero”, apodos con los que también se le conocía, es remontarse a la época de los toldos y verlo dar esos grandes brincos en tarima al calor del baile, con el toque de su acordeón.

Su legado, su música y su don de gente, hoy día sigue intacto en los corazones de esos miles de fanáticos que aún a 25 años de su partida física, se les eriza la piel al escuchar y recordar aquellos temas que fueron y siguen siendo éxito, a pesar del paso de los años; melodías con letras con las que muchos se identificaron.

Anécdotas

Ahora me anda buscando”, “Vuelvo a enamorarme”, “Ya no me interesas”, “Mi tormento eres tú”, “La Niña Elvita” y “Sangra mi Corazón, son algunos de esos éxitos, que fueron compuestos por Edwin Valdez, “El toro de la llanura, que por largo tiempo trabajó junto al tigre y hoy le recuerda y cuenta algunas anécdotas.

Valdez se remontó a un mes antes de aquel fatídico 21 de julio, cuando para entonces, realizaba una actividad del Día del Padre que tenía como costumbre hacer en su finca, ahí le presentó al acordeonista el tema Después de muerto para qué”, el cual a la postre nunca llegaría a tocar y que fue interpretada por Manuel “Nenito” Vargas y Los Plumas Negras.

“Esta pieza yo se la canté a Victorio el 21 de junio, en la actividad que hacía para el Día del Padre y ya la tenía hecha, y él estaba muy contento (…) me dijo, ahijado esa pieza será un éxito y más con ese título, él llegó a escuchar la pieza”, comentó.

Victorio, es descrito por el compositor como un artista completo que no ha perdido vigencia, al contario su música posterior a su muerte, tomó mucho más auge.

“La música de Victorio nunca ha muerto, su música se escucha todos los días en las radioemisoras” recalcó.

"Era un acordeonista que nunca sufrió de celos profesionales, al contrario, a los músicos que podía ayudar le brindaba su apoyo. Lastimosamente, falleció en la cúspide de su carrera, el momento en que era el músico más taquillero, popular y que generaba más ingresos donde se presentara", consideró el compositor.

Su don de gente, amabilidad, carisma y humildad, lo hacían diferente, en esto coincide el periodista, Luis Castillo, quien también lo conoció personalmente… “Victorio Vergara, podía llegar a cualquier sitio y sin ser amigo de las personas saludaba amablemente”, dijo.

Recuerda que en una ocasión el cantante hasta los invitó, tanto a su persona, como a varios amigos a su finca en Las Tablas, a tomar sopa, comida que por ley había que tener lista, estuviese o no presente.

Una persona inigualable

Quien agradece al músico lo que es hoy día, es el locutor Fredy Solís, que igualmente catalogó a Vergara como una persona inigualable e incalculable por su forma de ser.

“La grandeza de Victorio Vergara eran esas palabras sinceras. Siempre, cuando uno conversaba con él ponía la amistad por medio, siempre se caracterizó por ser un hombre de pocas palabras, pero directas y sin rodeos, pero cuando lo hacía era por tu bien; el “tigre era demasiado especial”, manifestó.

Entre otras muchas anécdotas cuenta que en su casa tiene una colección de fotos que son apreciadas tanto por jóvenes estudiantes que no conocieron al cantante, como por artistas colombianos,  que han llegado para apreciarlas y conocer la historia del músico.

Solís tiene especial admiración por el “Tigre” y es que, gracias a él, se involucró en la vida folclórica.

Oriundo de La Candelaria, Corregimiento de Paraíso en Pocrí, Los Santos, Victorio Vergara Batista, “El tigre de La Candelaria”, falleció un 21 de julio de 1998, a la edad de 54 años, en la ciudad de Panamá, su muerte coincidió con las festividades de Santa Librada, del que era devoto y a quien dedicó varias interpretaciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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