Trabajadores sociales, una mano amiga en medio de la pandemia de COVID-19

Ciudad de Panamá/Los trabajadores sociales junto a psicólogos y psiquiatras se convirtieron en la mano amiga que se extiende para dar esperanza y apoyo a la población angustiada y afligida por la pandemia de la COVID-19, la cual emergió en el país el pasado 9 de marzo dejando a su paso una estela de dolor y luto que todavía no termina.

Una muestra de solidaridad que de primera mano conoce Carlos Quezada, un trabajador social que en los últimos ocho meses comparte los sentimientos de dolor, angustia, desesperación, temor, miedo y ansiedad que afloran y permanecen en el estado de ánimo de familiares con pacientes con la COVID-19 hospitalizados en salas de Cuidados Intensivos del Complejo Hospitalario Arnulfo Arias Madrid de la Caja de Seguro Social (CSS).

La cercanía con familiares de pacientes graves le permitió a Quezada observar que el temor con el que viven se debe a que no están preparados para recibir malas noticias sobre la evolución de la enfermedad, se sienten solos y discriminados dentro de sus comunidades o el futuro se presenta incierto, porque a esto se suma el hecho de que el enfermo es la cabeza de familia o el proveedor del hogar.

La inclinación de Quezada por socorrer y auxiliar a las personas a través del trabajo social, una profesión que abrazó hace 19 años, lo mantiene a su disposición 24 horas durante los siete días de la semana, aunque su horario de trabajo es de 7:00 de la mañana hasta las 3:00 de la tarde de lunes a viernes.

No obstante, esta labor “confidencial”, Quezada la realiza al lado de los psiquiatras y psicólogos que forman parte del Programa de Apoyo Psicoemocional a familiares de pacientes COVID-19 hospitalizados en salas de cuidados intensivos del Complejo Hospitalario Arnulfo Arias Madrid.

El trabajo de este grupo de profesionales no se limita a la parte emocional de los parientes, sino también a ayudarlos a sobrellevar todo el proceso de hospitalización y cubrir, en la medida las posibilidades, necesidades que se puedan presentar como por ejemplo laborales, cuidados de niños que se quedaron solos y acceder al subsidio que les brinda el Gobierno para el proceso de cremación de los fallecidos, por mencionar algunas de sus tareas.

Una profesión al servicio de la humanidad

Los trabajadores sociales como Quezada están apoyando en las diversas estrategias que para contener el virus y apoyar a las personas afectadas con la enfermedad realizan las autoridades gubernamentales.

La presidenta de la Asociación de Trabajadores Sociales de Panamá, Kenia Batista, detalla que en el país existen unos 4 mil 629 profesionales de esta disciplina de los cuales el 70% está al servicio de entidades del Estado.

Batista cuenta que a este grupo de hombres y mujeres se les encuentra en tareas como las que desarrolla Quezada, pero también en las atenciones que se le brinda a los pacientes con la COVID-19 recluidos en los hoteles hospitales, llevando bolsas de comidas a las personas que por estar infectados del virus SARS -CoV-2 no pueden salir de sus casas; y coordinando diferentes actividades dentro del programa de trazabilidad de los contactos de enfermos de la COVID-19.

Además, se les puede hallar ofreciendo soporte emocional a las personas que la pandemia les alteró su salud mental, coordinando con las diferentes instituciones las necesidades de niños, niñas y adolescentes, entre los que se encuentra garantizar el acceso a la educación asegurando que tengan conectividad o en su defecto reciban los módulos de enseñanza.

Batista recordó que la labor de los trabajadores sociales durante la pandemia mereció el reconocimiento el pasado 19 de agosto del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) que los consideró “el sustento para los niños vulnerables”.

A través de su cuenta de twitter Unicef calificó a los trabajadores sociales como “esenciales” y los describió cómo “una red de soporte, un rayo de esperanza, una cara familiar, una mano amiga, un hombro en que apoyarse, un salvavidas”.

Mientras Batista reseña que el valor de este grupo de profesionales en los distintos escenarios de instituciones estatales, organizaciones no gubernamentales y sector privado es apoyar a la población trabajadora, a las familias, a las comunidades y grupos en la promoción del cuidado de su salud y la prevención de las enfermedades más en los ocho meses que lleva la pandemia donde los sentimientos de dolor de dolor, angustia, desesperación, temor, miedo y ansiedad con los que se enfrenta día a día Quezada traspasan en diferentes dimensiones los muros de los hospitales.

El programa diseñado por Salud Mental

La encargada del Programa de Apoyo Psicoemocional a familiares de pacientes COVID-19 hospitalizados en salas de cuidados intensivos del Complejo Hospitalario Arnulfo Arias Madrid que se creó e implementó desde el pasado mes de abril, Astevia Montalvan, explica que lo que buscan es ayudar apropiadamente a los familiares con el manejo de los síntomas emocionales, conductuales y cognitivos que puedan generarse por situaciones como las restricciones de visitas, incertidumbre por incomprensión de la patología de la enfermedad o desasosiego por no comprender los conceptos médicos durante el informe diario sobre la condición del paciente.

Montalvan añade que captar oportunamente trastornos psiquiátricos en parientes de los enfermos como insomnio, depresión que aumentan por situaciones sociales con las que se viven con la pandemia y que al no ser tratadas oportunamente afectan la calidad de vida del familiar así como su rendimiento laboral y social.