Las librerías mexicanas luchan para que la pandemia no acabe con su historia
Mientras los negocios se reactivan en la "nueva normalidad" mexicana, decenas de librerías históricas y de barrio dudan sobre la posibilidad de reabrir, lo que dejaría un vacío cultural y económico difícil de llenar.
Muestra de ello es Salgari, la única librería del barrio Pedregal de Santo Domingo de Coyoacán, en el sur de Ciudad de México, que este fin de semana abrió después de tres meses del confinamiento, aún con la incertidumbre de qué protocolos seguir y cómo mantener los ingresos.
"Con la 'nueva normalidad', el reto principal para todas las librerías independientes en el país es sobrevivir con la venta de libros, ha sido muy complejo para toda la red, para todos mis colegas, para nosotros, sostenernos estos meses", expresa en entrevista Diego Castillo, uno de los propietarios.
Este establecimiento es parte de la Red de Librerías Inedependientes (RELI), una agrupación que lucha por resistir a la crisis de COVID-19, que ha dejado más de 256.000 casos y 30.639 muertos confirmados en México.
Tras más de cuatro meses de epidemia, algunos estados reabren negocios, pero las librerías aún no ven claridad pese al valor que aportan.
"Estamos empezando a salir después de este bache, estamos saliendo, abriendo nuestras puertas, entonces todavía no estamos encarrerados, nos estamos encontrando los nuevos impedimentos y las nuevas dinámicas", relata Valentina Barrios, también copropietaria.
lProblemas graves
El 70 % de las librerías de RELI han afrontado problemas "graves o muy graves", indica Claudia Bautista, presidenta de la agrupación con asociados en todo el país.
Además, añade que 20 % de los miembros temían no reactivarse tras el confinamiento, que en México inició el 23 de marzo con la Jornada Nacional de Sana Distancia.
"Lo complicado todavía no es ahorita. Durante el cierre toda la dinámica está tergiversada para todo mundo, pero ahora que empieza el regreso paulatino en algunas ciudades se verá la nueva situación económica en la que quedaron muchas familias", expone Bautista.
En México, donde no existe un paquete de rescate económico tan ambicioso como en otras partes del mundo, estas librerías han recurrido a rifas, créditos privados, certificados de regalo y venta por redes sociales, enuncia la librera.
Ante el "incierto panorama", las ventas de libros han bajado 80 % por lo que es probable que 50 % de las librerías no reabran tras la pandemia, reporta la Asociación de Librerías de México (Almac).
La comercialización de libros representa una facturación mayor a los 9.000 millones de pesos al año (más de 402 millones de dólares), según la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).
"Sí ha habido muchos cierres, como el de muchísimos sectores de la economía mundial, no solo mexicana, pero las librerías hemos demostrado que aun con tantos factores en contra somos muy resilientes", opina Bautista.
Cerca de Salgari, en el barrio de La Concepción, también en Coyoacán, la librería anticuaria El Tomo Suelto no corrió con la misma suerte, por lo que este fin de semana remató su acervo al 50 % de descuento para su cierre definitivo.
Ante la crisis, el dueño del local canceló el alquiler de la librería, narra uno de los colaboradores, Aarón Torres, quien prefiere ser optimista.
"Esta crisis nos sirvió para reinventarnos. Empezamos ahorita con una tienda virtual, empezamos a trabajar con una tienda por Facebook, hemos estado vendiendo en línea y eso nos ha estado ayudando para solventar todos los gastos", detalla.
Pese a la modalidad digital, la zona resentirá la ausencia del establecimiento, especializado en historia de México con libros antiguos difíciles de encontrar en otros lugares.
"Nos consideramos guardianes de los libros, guardianes de parte de la cultura de este país, lo que nosotros hacemos es finalmente resguardar los libros para que sigan su camino a nuevos hogares, a nuevos dueños y que sigan siendo útiles", señala Torres.
Los libreros coinciden en que sus establecimientos aportan un valor único a los barrios en los que están incrustados, al ofrecer algo más allá de un producto.
Estos lugares permiten un contacto directo con los visitantes, préstamos, círculos de lectura, presentaciones, conferencias, eventos artísticos y sociales, e incluso son plataformas para autores locales.
“Es importante que los lectores apoyen a las librerías, sobre todo a las librerías independientes, las librerías de barrio, porque nosotros somos un negocio, pero tenemos una finalidad social noble, a diferencia de los grandes monopolios", concluye Diego Castillo.