Animales traumatizados por la guerra encuentran la paz en una reserva jordana
Meses después de su evacuación, Loz y Sokkar aún intentan esconderse cada vez que escuchan un ligero zumbido de avión en el aire. Traumatizados por la guerra, estos dos osos negros de Asia rescatados en 2017 de un zoo de Alepo, en Siria, se recuperan poco a poco en una reserva de Jordania.
Fue la organización Four Paws (cuatro patas), que rescata animales en dificultades en todo el mundo, la que los evacuó a través de Turquía en 2017, seis años después del inicio de la guerra en Siria.
Los dos osos, que hoy tienen nueve años, viven desde entonces junto a otros 24 animales salvajes traumatizados en el santuario Al Ma'wa for Nature and Wildlife de Gerasha, unos 50 km al norte de Ammán.
Esta reserva de 140 hectáreas se creó gracias a una asociación entre Four Paws y la Fundación Princesa Alia.
Cuando llegaron, Loz y Sokkar estaban "aterrados cada vez que oían aviones", cuenta a la AFP Jaled Ayasra, un empleado del santuario.
"Durante más de un año, iban a esconderse en la caseta" cerrada de su recinto "cada vez" que oían uno volando, recuerda Ayasra mientras juega con Sokkar.
En total, en los últimos cinco años Four Paws rescató a un centenar de animales de zonas de guerra, como Gaza, Siria e Irak, que fueron acogidos en diferentes centros de Jordania, cuenta a la AFP el portavoz de la organización, Martin Bauer.
"La mayoría sufren malnutrición, falta de seguimiento médico, perdieron peso y sus dientes estaban en un estado lamentable".
"Recuperar sus instintos naturales"
Antes de ser trasladados al santuario, los animales son llevados al New Hope Centre, una clínica veterinaria vinculada a la reserva, donde reciben cuidados médicos y rehabilitación.
Después, algunos de ellos regresan a sus países de origen, otros son liberados en la naturaleza o llevados al santuario para comenzar una nueva vida.
"En nuestras reservas, los animales tienen la posibilidad de recuperarse, así como de recuperar sus instintos naturales, tras un cierto tiempo", explica Bauer.
La alimentación y la atención médica son factores "vitales" para su bienestar, pero los animales también deben adquirir y dar confianza, añade.
Sokkar y Loz mejoraron mucho desde su llegada. "Están más alegres, les gusta jugar y están contentos de ver visitantes", celebra Jaled Ayasra.
En la reserva se utilizan diferentes métodos para ayudar a los animales a recuperarse, como mantener una alimentación equilibrada, ofrecerles juegos para estimularlos e incluso la aromaterapia, colocando un gran cubo con hierbas o especias olorosas, como canela o manzanilla, explica Ayasra.
En su opinión, "lo más importante" es "la alimentación". Los osos reciben 16 kilos de fruta y verdura al día cada uno y los leones, entre 7 y 15 kilos de carne tres veces a la semana.
"Una vida mejor"
La reserva acoge en total cuatro osos, ocho leones, 12 leonas y dos tigres de Bengala, la mayoría de ellos procedentes de zonas en conflicto en Siria y el territorio palestino de Gaza. Solo el oso Lula fue evacuado de Irak.
El león Sultán y la leona Sabrine llegaron en 2014 por vía terrestre desde un zoo de Gaza, que entonces libraba una guerra con Israel.
"Sultán estaba muy nervioso, muy inquieto, a veces llegaba a destruir todo a su paso dentro de su recinto", cuenta Ayasra, en guardia ante un cercado de más de cuatro metros de alto tras el cual descansan un león y una leona.
"Pero ahora está tranquilo, como Sabrine".
El responsable de la reserva, Marek Trela, explica que el objetivo de esta es "dar una vida mejor a animales que sufrieron una guerra, el tráfico o comercio ilegal o condiciones de vida muy malas en un zoo".
El lugar en sí mismo no es un zoo, aunque está abierto al público y los visitantes pueden pasar tiempo con los animales previo pago de cinco dinares jordanos (unos 7 dólares).
El santuario "se parece mucho a su hábitat natural", lo que ayuda a los animales a desarrollarse plenamente. Si tienen ganas de ver gente, pueden hacerlo", destaca este cirujano.
Y "si no tienen ganas, desaparecen en el bosque".