Las viudas de la India desafían la tradición con una lluvia de color y flores
Cientos de viudas desafiaron hoy en la localidad india de Vrindavan la tradición que les impone una vida de recato y bailaron lanzándose polvos de colores y flores como parte del festival de Holi.
Lo celebraron por sexto año consecutivo en esa localidad conocida como "la ciudad de las viudas", en el estado norteño de Uttar Pradesh, a causa de los miles de mujeres que residen allí prácticamente en condiciones de pobreza tras enviudar, obligadas a cantar durante horas para ganar un poco de dinero y comida, o a mendigar.
Mujeres como Krishnadevi, de 45 años y viuda desde hace 25, dejan por un día tras las puertas del centenario templo de Gopinath la tradición que en muchos casos les impone llevar el pelo corto, vestir de blanco (el color del luto en el país asiático) o simplemente comer algo sabroso.
Cubierta de polvos rojos, amarillos y azules, Krishnadevi dice sonriente a Efe que disfruta "enormemente" de Holi, un evento en el que participa desde hace cuatro años y que antes le parecía impensable por la norma social que excluye a las viudas de las festividades.
A su lado y con un sari blanco convertido en un rosario de colores y flores, Sandikai, de 60 años, dice que no participa en el festival directamente sino que prefiere mirar cómo el resto de viudas baila al son de los tambores.
El "Holi de las viudas" comenzó a celebrarse en 2013 a iniciativa de la ONG Sulabh International, que da cobijo y una ayuda económica mensual a unas 700 mujeres en Vrindavan.
La intención de la ONG es acabar con el estigma que supone ser viuda en la India, explicó a Efe su vicepresidenta, Vinita Verma.
"Si eres una viuda no puedes volverte a casar ni conseguir buena comida, ropas coloridas o simplemente parecer guapa", afirmó.
"Cuando una mujer pierde a su marido, sus familiares empiezan a sentir que es una carga para ellos", agregó, subrayando do que esto afecta a todas las mujeres más allá de su casta o situación económica.
Desde que organizan Holi y otros festivales hindúes como Diwali, Verma ha visto un cambio en la actitud de las mujeres, que ahora esperan "con impaciencia" la festividad, e incluso en las autoridades religiosas tradicionalmente "muy conservadoras".
Durante el primer y el segundo año hubo mucha oposición de los monjes, recordó Verma.
Pero el año pasado varios religiosos pasaron por el festival por primera vez, y en esta ocasión un grupo de cuatro santones hindúes rapados y ataviados con túnicas se hacían "selfies" entre las mujeres que bailaban.
Para Mohini Giri, activista y presidenta de la asociación Guild of Service, que también acoge a viudas en esa misma ciudad además de proponer programas de formación, la mejora en la situación de las mujeres es real.
En las últimas décadas su situación ha cambiado hasta el punto de que hoy en día hay unas 16 mil viudas en Vrindavan frente a las 25 milque según ella había en la ciudad hace 25 años.
Es difícil decir cuántas mujeres hay en esta situación, reconoce, porque las autoridades no han creado un censo oficial.
En los últimos años, el festival ha alcanzado la fama suficiente como para que un cartel de varios metros anuncie la salida correcta de la autopista al pequeño ejército de periodistas y turistas que acuden para capturar el momento.
La imagen de una viuda bailando frente a un muro de cámaras es frecuente, sin que por ello su sonrisa parezca artificial, una situación que la organización asume porque las celebraciones se extenderán hasta el 2 de marzo y porque da visibilidad a las mujeres.
Sin embargo, la vicepresidenta de Sulabh International declaró que todavía queda mucho trabajo que hacer.
Los tres albergues públicos y los cuatro mantenidos por asociaciones en la ciudad no tienen capacidad para cobijar a todas las "madres y hermanas", como prefiere llamarlas Verma, y muchas de ellas todavía se ven obligadas a ir a los "ashram" (templos) a rezar a cambio de comida.
"Suelen cantar durante horas, y después solo consiguen 4 rupias (unos cinco céntimos de euro) y una comida. Esto no es suficiente para que sobrevivan, y cuando no pueden cantar por su estado de salud o por ser demasiado mayores se quedan sin dinero y alimentos", se lamentó.