¿Libertad de expresión o amenazas?
Los mensajes enviados por las redes sociales o el correo electrónico pueden ser de mal gusto, soeces y hasta perturbadores.
¿Pero cuándo superan el límite de la libertad de expresión para volverse amenazas judicialmente punibles?
Ahora que el internet y las redes sociales permiten a la gente descargar sus frustraciones mediante un golpe de tecla o de mouse, se le pide a la Corte Suprema de Estados Unidos que aclare los alcances de la Primera Enmienda constitucional, que garantiza la libertad de expresión, en el caso de personas que emplean términos violentos o amenazantes a través de los medios electrónicos con intenciones no siempre claras.
Los magistrados podrían decidir en los próximos días si oirán las apelaciones en dos casos donde los acusados fueron condenados a prisión por formular amenazas ilegales, a pesar de que aseguran que no tenían malas intenciones.
En un caso, un hombre descargó en Facebook, en forma de letra de rap, sus deseos de matar a su esposa de quien estaba separado, reventar un parque de diversiones, degollar a un agente del FBI y cometer "la matanza escolar más atroz jamás imaginada".
El otro caso es el de una mujer que envió al conductor de un programa de radio conservador un correo electrónico hablando sobre el "derecho de portar armas de la Segunda Enmienda" y dijo que planeaba "algo grande" en una escuela o edificio del gobierno del condado de Broward.
"Voy a entrar y enseñar a todos los lacayos del gobierno que trabajan ahí de qué trata la Segunda Enmienda". Sus declaraciones obligaron a poner bajo resguardo a un cuarto de millón de estudiantes en sus escuelas.
Las dos personas fueron acusadas bajo una ley federal que penaliza la "amenaza de lesionar a la persona de otra". Estas leyes se aplican a las "verdaderas amenazas", no protegidas por la Primera Enmienda de acuerdo con jurisprudencia que data de 1969. La corte dijo que la prohibición de amenazas no debe coartar la libertad de expresión, que incluye las "exageraciones políticas" o los "ataques desagradablemente fuertes", "vehementes" o "cáusticos" que no constituyen verdaderas amenazas.