Panamá NO es un país de servicios

El Banco de Pensamientos ante el Coronavirus es un especial digital que recoge las opiniones de diferentes personalidades y profesionales panameños en relación a cómo ven Panamá después de la pandemia. Sus ideas pueden servirte de inspiración para enfrentar la crisis.

Enrique Pérez Him, cineasta independiente.
Enrique Pérez Him, cineasta independiente. / Cortesía.
Enrique Pérez Him - Cineasta independiente
18 de mayo 2020 - 15:34

Panamá es un país de servicios. Esta es una frase que se ha utilizado muchas veces para explicar el modelo económico que nuestro país adoptó luego de su “retorno a la democracia” en los años noventa. Fue entonces que se nos empezó a convencer a los panameños que debíamos dejar de producir para que todos trabajásemos en hoteles y bancos. Crear algo propio se convertía en una especie de sacrilegio a nuestra economía, deberíamos entonces limitarnos solo a gestionar aquellas cosas ya creadas.

Ser productor de cine en un país como Panamá no es fácil. Aquí toca superar muchos obstáculos para lograr el objetivo de completar una obra cinematográfica, pero los retos más difíciles siempre los he encontrado cuando finalmente llega el momento de estrenar una película en los cines.

Los exhibidores en Panamá suelen ser muy jodidos para darle un espacio a las producciones locales en sus salas. ¿Quién quiere ver una película panameña cuando cada fin de semana se estrenan diez gringas? Me gusta pensar que el público panameño disfrutaría de la experiencia de verse reflejados en la gran pantalla, pero admito que esta pregunta tiene mucha lógica.

En el extranjero ya existe un superávit de producción de películas y se distribuyen con mucha facilidad a través de los mismos exhibidores que preferirían no ocupar sus salas con una obra panameña. Así mismo sucede con todo en Panamá, la tendencia nacional es que produzcamos cada vez menos cosas propias. ¿Para qué producir, sembrar, fabricar, etc.; si ya todo lo que necesitamos existe en otro país y se lo podemos comprar a ellos?

Aplaudo algunas de las medidas que ha adoptado el gobierno para contener el contagio del COVID-19. Contener a las personas en sus casas no parece tan mala idea, cuando ciertamente somos uno de los países más afectados en la región. Sin embargo, esta cuarentena impuesta por el Estado está dejando en evidencia las deficiencias de este modelo económico que ellos mismos vienen promocionando desde hace más de treinta años.

Mientras que todos nos esforzamos por convertimos en ejecutivos de ventas y especialistas en atención al cliente, el sector agrícola se va a pique. Lo que comemos se produce aquí cada vez menos. Esta pandemia nos está haciendo saber lo frágil que es vivir en esa situación. Con mucha tristeza observé algunos videos virales en donde productores panameños se veían obligados a botar sus cosechas durante esta cuarentena por no tener acceso a una infraestructura adecuada para movilizar sus productos. Mientras tanto, muchas familias panameñas sufren la escasez de alimentos provocada por esta difícil situación.

En este sistema es más fácil traer todo desde otro país que mover el producto local internamente. Ahora que están cerradas las fronteras y los aeropuertos, y volvemos a depender de lo que producimos a lo interno, nos damos cuenta que no estábamos preparados para ello. Al igual que con las películas, aquellos encargados de distribuir nuestros alimentos pensaron que no tenían que preocuparse tanto por lo que se produce aquí, hasta ahora. Esta crisis del COVID-19 ha venido a demostrarnos el gran error que hemos cometido al seguir este modelo económico neoliberal que nos hace totalmente dependientes de otras economías. Es una tragedia lo que está pasando, pero también brinda una oportunidad para reevaluar si queremos seguir en ese camino.

Es hora de que nos saquemos ese “chip” de economía de servicios y empecemos a crear una nueva realidad. Al ser creada con la construcción del Canal, la República de Panamá se convirtió de manera automática en un país sirviente de superpotencias como Estados Unidos y China. Tal vez por esto nos cuesta tanto desaprender estos falsos valores del servilismo.

Pero el mundo está cambiando muy rápidamente y pronto, incluso el Canal de Panamá corre el riesgo de pasar de moda. Mientras estamos sumergidos en esta pandemia, no olvidemos que hay otra crisis sucediendo desde hace ya muchos años: el cambio climático.

El calentamiento de nuestro planeta ha provocado el deshielo de las capas polares en el Ártico. Esto es algo terrible, por supuesto, pero el capital siempre aprovecha hasta las peores situaciones y ya muchos buques de carga están haciendo sus viajes interoceánicos por las nuevas aguas canadienses. Viajes que antes se hacían a través de nuestro querido Canal ahora resultan menos costosos por lo que se conoce como el Paso Noroeste del Ártico. Por esta y otras razones que no voy a mencionar en este artículo, el Canal de Panamá también podría volverse obsoleto en el futuro. No creo que hace falta mencionar lo que eso implicaría para nuestra economía. Entonces, ¿vamos a esperar a que nos llegue esa crisis también o vamos a aprender de esta?

Panamá ya no es un país de servicios. La realidad nos está obligando a que nuevamente tomemos el control de nuestro futuro sin delegarlo a funcionarios públicos y empresarios que desde hace décadas vienen demostrando su poco interés por el bienestar social.

Durante los años del “boom inmobiliario”, muchos de nuestros campesinos se vieron obligados a abandonar el trabajo en el campo para convertirse en los constructores de la capital. Tal vez llegó el momento de revertir ese proceso. Es hora de proponer un modelo económico en donde más personas se interesen por producir lo que comemos y fabricar los bienes esenciales que utilizamos a lo interno. Así como yo quiero hacer cine, en este país hay muchas personas con iniciativas de diversas índoles. Aquí existen personas con ganas de crear y proponen ideas que pueden aportar a la construcción de una sociedad más justa. Lamentablemente, en estos momentos, hasta las ideas importadas son más escuchadas que las que surgen aquí mismo. Ya es hora de empezar a escucharnos.

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