Ensayemos un Panamá más abierto, dialogante e incluyente

El Banco de Pensamientos ante el Coronavirus es un especial digital que recoge las opiniones de diferentes personalidades y profesionales panameños en relación a cómo ven Panamá después de la pandemia. Sus ideas pueden servirte de inspiración para enfrentar la crisis.

Eduardo Quirós, abogado y presidente del Grupo Editorial El Siglo y La Estrella.
Eduardo Quirós, abogado y presidente del Grupo Editorial El Siglo y La Estrella. / Cortesía.
Eduardo Quirós - Abogado
25 de mayo 2020 - 22:43

El ejercicio de imaginar a Panamá después de la pandemia requiere varias elaboraciones previas.

En primer lugar, qué se puede entender por “después de la pandemia”, no teniendo referencias recientes de situaciones como esta, empezamos pensando que habría una “día D” en que todo terminaba, conforme íbamos avanzando en la complejidad de la pandemia y las múltiples crisis que se fueron conformando alrededor del tema de sanitario, fue quedando claro que no habrá un día en que todo esto acaba.

Por lo tanto, pienso que imaginar al Panamá poscoronavirus implica dos vertientes principales, una, dedicar tiempo a reflexionar cómo será el futuro, en otras palabras, pensando a profundidad reconocer los cambios que se están dando y no se reversarán y anticipar los cambios que producto de lo que estamos viviendo vendrán. Por otro lado, comprender que no se requiere esperar a que acabe la cuarentena, que se aplane la curva de contagios o que descubran la vacuna; las acciones para transformar nuestra vida personal, familiar, la forma en que desempeñamos nuestra profesión o se rigen los negocios, nuestro rol en la comunidad puede comenzar ya.

Filósofos de renombre no son optimistas sobre que esta tragedia traerá cambios para mejor, incluso en sociedades donde se ha vivido más dramáticamente la huella del virus. Sin embargo, soy de la opinión que las transformaciones que vendrán, sobre todo por el impacto social de la pandemia, sí nos harán repensar algunos aspectos importantes.

¿Cuáles? Empezar por lo lógico. La salud. Estoy seguro que la forma de enfrentar el futuro del sistema sanitario será más comprometida. Recobrará importancia la atención primaria y se tendrá más claro que todo el equipo humano del sector salud debe tener prioridad, desde la etapa de su formación hasta su desempeño en la primera línea. La calidad de la infraestructura, de los abastecimientos, tengo la impresión que tenderá a mejorar. Por otro lado, la forma en que finalmente vamos a enfrentar el tema de la Seguridad Social, guardo la esperanza que será con madurez y comprensión de su trascendental importancia. No solamente en el aspecto del programa de pensiones, también en los servicios de salud. La población asegurada recibe un servicio de baja calidad, y esto ya lleva años, allí hay una fuente de empobrecimiento, de desigualdad, de inequidad y de enfermedad. La seguridad social es fundamental para un Panamá próspero.

Pienso que habrá una mejor comprensión del valor del sector primario, todo lo que tiene que ver con el desarrollo de los productos alimenticios. Como país hemos dejado que su peso en el PIB disminuya demasiado, pero al mismo tiempo tiene un peso importantísimo en la cantidad de trabajos que genera. Cada trabajador que pierde su empleo en el sector agropecuario deja el interior para viajar a la capital a vivir una vida empobrecida. Veo un Panamá que revise su política fiscal para fomentar el crecimiento y desarrollo del sector agropecuario.

Y, finalmente, algo que podría sonar más a sueño, sin embargo, veo que tenemos la capacidad para hacerlo, dinamitar, ¡sí! dinamitar nuestro sistema educativo. Estamos en el momento para hacerlo. Muchos dicen que el problema son los educadores, yo no lo comparto. Creo que ellos también quieren un mejor sistema, al final son un componente principal. La pandemia y su consecuente cuarentena han puesto en evidencia las desigualdades entre la enseñanza pública y la privada, pero la privada tampoco ha salido tan bien parada. Quiero ver un Panamá con un sistema educativo reconstruido, con metas medibles a corto y mediano plazo, para que podamos ver los resultados en la próxima década.

Por supuesto, que siento que tenemos madera para tener un país más solidario, en el que los ciudadanos cumplamos nuestros deberes cívicos más allá de lo que nos manda la Ley, porque lo que estamos viviendo deja clarísimo la importancia de una sociedad que retome los mejores valores del género humano.

¿Cómo debemos reinventarnos como país?

El reinventarnos requiere y exige reflexión. Reflexión individual y colectiva. Como sociedad debemos determinar nuestras fortalezas, que las hay y muchas y, hacer un mapa de nuestras debilidades. Los panameños no somos muy dados a esto, pero cuando lo hacemos, nos sale bien.

Somos un país pequeño, pero con importancia geográfica y geopolítica. Por otro lado, hemos dejado perder nuestro rol de liderazgo en la región. Será estratégico poner los puntos sobre las íes y conocer los sectores en los que antes nos iba bien, que tal vez ya no serán tan importantes.

El turismo será uno de los sectores con mayores cambios y para Panamá ha sido muy importante en los últimos años, es vital una gran mesa de reflexión sobre este sector para convertir en positivo, lo que podría parecer catastrófico.

Nuestro Canal, recurso estratégico y valioso, está en un momento definitorio, la gran inversión de la ampliación está a toda máquina, pero el comercio mundial al que sirve enfrenta un momento complejo, entender bien lo que va a pasar será determinante para hacer los ajustes que sean necesarios y seguir agregando valor a ese activo nacional.

No es secreto que el Estado va a estar muy golpeado en sus ingresos y que la deuda publica seguirá creciendo, es urgente darle al país una estructura sostenible en el tiempo, que permita fortalecer la inversión pública en el futuro próximo, bien orientada y transparente.

En mi opinión, la reinvención pasa por reconstruir nuestra institucionalidad. Algo que deja claro la pandemia y su cuarentena, es que nuestras instituciones, que ya sabíamos obsoletas y permeables a la corrupción, no han estado a la altura de un reto de estas dimensiones. Si han demostrado falencias ante una epidemia, igual podría pasar ante una protesta social o un descontento político. A pesar de que pueda parecer que no es el momento, considero que el coronavirus no debe ser la excusa para volver a archivar el tema constitucional. O nos damos modernas y más fuertes instituciones, o la factura no la vamos a poder pagar cuando nos llegue.

Algo que puede afectar el reinventarnos como país, es nuestra capacidad de dialogo. De hecho, durante la peor parte de esta crisis nos hemos quedado cortos en eso. Sectores políticos, empresariales, laborales, sociales, a pesar de las limitaciones, podrían haber desempeñado un rol más proactivo. Creo que mucho tiene que ver la polarización que hemos sufrido durante la última década.

Sin diálogo no hay reinvención posible, porque la reinversión requiere consensos, que todos seamos parte, que todos nos pongamos la camiseta y empujar en la dirección que definamos como país.

Bien podríamos ensayar un país más abierto, dialogante e incluyente.

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