Días apacibles en Kosovo para osos rescatados de jaulas de restaurantes

Uno de los osos rescatados en Kosovo
Uno de los osos rescatados en Kosovo / AFP
Afp
12 de marzo 2021 - 06:03

Apenas salido de la hibernación, un oso pardo llamado Ero pasea perezosamente entre los árboles en una montaña nevada de Kosovo. Antes vivía enjaulado para entretener a los clientes de un restaurante.

"Desde el principio, teníamos claro que salvar a los osos no era más que la primera etapa de un proyecto más grande, hacer que se tome conciencia de la necesidad de defender lo silvestre", afirma Afrim Mahmuti, director del refugio en el que viven el plantígrado, al este de Pristina.

"Kosovo nos pertenece, su medioambiente también, somos responsables de él".

Rescatar animales salvajes en la antigua provincia de Belgrado, todavía corroída por la pobreza, la corrupción y las crisis políticas, 13 años después de la independencia, parecía complicado.

Los problemas medioambientales no son prioritarios: las bolsas de plástico contaminan los árboles y las vías fluviales y la polución del aire envenena los inviernos de los habitantes de las ciudades.

En 16 hectáreas, el refugio acoge a veinte osos pardos de los Balcanes, que resuellan bajo el frío sol invernal.

Soldados

El parque nació en 2012 después de que los soldados austriacos de la KFOR, la fuerza de la OTAN desplegada en Kosovo tras la guerra contra las fuerzas serbias, alertaran a su embajada del cruel destino de osos enjaulados para divertir a los clientes de los restaurantes, una práctica popular después de la contienda.

Mencionaron a Kassandra, abandonada delante de un restaurante cerrado del sur de Kosovo, recuerda Roswitha Brieger, esposa del exembajador de Austria en Pristina Johann Brieger y uno de los pilares del proyecto.

La osa que se convertiría en el primer huésped del refugio "se encontraba en un estado lamentable, en una jaula metálica de no más de 2x3 metros, expuesta a la intemperie, sin protección", declaró a la AFP.

Durante muchos meses, sobrevivió sobre sus excrementos gracias a la comida que le traían las almas caritativas.

Las autoridades locales acordaron con la oenegé austríaca Four Paws crear un refugio en un terreno cedido por el municipio de Pristina.

Los osos fueron confiscados a sus dueños en condiciones tensas, bajo la protección de unidades especiales de la policía apoyadas por la KFOR, contó a la AFP Dardan Gashi, ministro de Medioambiente en ese momento.

"Algunos propietarios eran miembros de la antigua guerrilla (movimiento independentista), se creían invulnerables y pensaban que no nos atreveríamos a ir allí", dijo. "Hubo un caso terrible en Mitrovica (norte) donde un propietario prevenido (...) mató a tres osos antes de que llegáramos".

Final feliz

Antes de trasladarlos había que adormecer a los animales, algunos de los cuales eran adictos al alcohol que les daban los dueños del restaurante. "Eran muy agresivos. Todos eran agresivos, los propietarios y los osos", comenta.

Mustafe Gashi, de 57 años, un guardia de los plantígrados, recuerda la llegada de Kassandra en 2013. Él durmió un tiempo junto al recinto prefabricado donde estaba alojada la osa en espera de que terminaran las obras de construcción del refugio.

Le valió el apodo de "papá oso". No siempre sintió devoción por los animales. "Cuando yo era niño, (los adultos) nos asustaban diciéndonos que los osos nos iban a comer", recuerda.

También alimentó con biberón a tres oseznos cuyas madres habían sido asesinadas. "Nunca me imaginé que tomaría un oso en mis brazos y lo criaría como a mis hijos". Es más, "nunca me he ocupado" de mis dos hijos "como he hecho con los osos".

El sitio, donde cada plantígrado dispone de un gran recinto, una guarida artificial y un estanque para bañarse, atrae al público: en 2019, antes del coronavirus, lo visitaron 40.000 personas, entre ellas muchos estudiantes.

El refugio emplea a unas treinta personas y buena parte de la financiación (unos 400.000 euros, 480.000 dólares al año) corre a cargo de Four Paws.

Desde 2014, no hay más casos de osos encarcelados en Kosovo, donde se estima que existe un centenar de ejemplares salvajes, subraya Afrim Mahmuti, que ahora espera encontrar casa para un león y lobos detenidos ilegalmente.

Este refugio es un raro ejemplo de proyecto exitoso.

"Había que proporcionar a los osos un entorno adecuado, que claramente funcionó cuando vimos a Kassandra hibernar el segundo año", afirma Roswitha Brieger. También hubo que "sensibilizar" a la población.

"Es una historia exitosa" y espero que no sea la última, resume Milot Kurshumlia, un ecologista de 39 años.

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