Dejáte de política y pásame la sal: el conflicto en familia catalana

Reuters
10 2014 - 04:52

La familia Vecino es en muchos sentidos un clan dentro de la unida Europa del Sur. Comparten aficiones, la ruta del cole y abundantes arroces caseros en una familia de nueve miembros.

Pero el movimiento independentista en Cataluña ha puesto de manifiesto diferencias políticas entre la familia en un ejemplo que parece explicar porqué el fuego lento de la independencia ha hervido con tanta pasión en los últimos dos años.

El sentimiento de autodeterminación, que se medirá simbólicamente el domingo en una consulta ciudadana no vinculante, tiene tanto que ver con el momento presente como con el rico pasado cultural de la región.

A sus 65 años, el patriarca familiar, Rafael, que fue testigo de la dictadura fascista entre 1939 y 1975, opina que el país debería seguir unido. Como su hijo Daniel, se encuentra entre los millones de españoles indignados por la ola de austeridad que ha recortado servicios sociales básicos en el país. El gobierno autonómico de Cataluña culpa al de Madrid de estos recortes.

Aunque Daniel trabaja para una multinacional informática, quiere la soberanía para la Cataluña de los 7,5 millones de residentes, equivalentes a un 16 por ciento de la población nacional.

"El motor del independentismo lo alimenta el hartazgo y la indignación de gran parte de los catalanes", explica Daniel mientras come "panellets" en el salón de la casa de sus padres en una ciudad a las afueras de Barcelona mientras argumenta que tras la causa hay motivos de identidad, además de económicos. "No es por la pasta, es por la incomprensión".

Como la de muchos otros catalanes, la opinión de Daniel se ido endureciendo en los últimos tiempos como consecuencia de lo que él define como "actitud autoritaria" del Gobierno de Madrid en sus relaciones con una región que contribuye por encima de su peso en el presupuesto nacional.

"La postura del Gobierno (central) ha creado mucha desafección en Cataluña y ha ido inclinando más y más gente a la independencia por su intransigencia", dijo Alejandro Quiroga, historiador de la Universidad de Newcastle.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha negado cualquier tipo de negociación con los políticos catalanes sobre una votación de independencia. El Ejecutivo nacional argumenta que debe proteger el derecho soberano del conjunto de la nación, y la mayoria de los españoles está de acuerdo.

UN TERRENO FÉRTIL PARA LA POLÍTICA

Cataluña ha sido, junto con el País Vasco, un modelo de progreso e industrial ejemplar durante décadas, atrayendo mano de obra no cualificada de rincones tan lejanos culturalmente como Andalucía o Extremadura. Sin embargo, la región mantiene una identidad distintiva que los sondeos demuestran más profunda que en otras regiones con excepción del País Vasco.

Tras el final de la dictadura franquista y la llegada de la democracia, las diferencias regionales en el país florecieron. En Cataluña se ha incrementado la enseñanza de su propio idioma mientras que el castellano ha ocupado un segundo lugar, un hecho polémico para muchos castellanohablantes.

Pero en 2010 el Estado puso límites a la gobernanza catalana después de que el Tribunal Constitucional negase a la región la denominación de nación y tumbase en gran parte un Estatuto Autonómico conocido como "El Estatut", que había sido aprobado en las cortes nacionales.

Fue el rechazo al estatuto lo que sembró las semillas del renovado sentimiento independentista, hasta entonces minoritario. En 2012 más de un millón de personas participaron en una manifestación con ocasión del día nacional de Cataluña, lo que propició que el líder regional, Artur Mas, llevase la independencia al primer puesto de su agenda política.

Desde entonces, las posiciones entre Madrid y Barcelona no han hecho más que distanciarse. Los políticos de ambos parlamentos han discutido sobre las ventajas e inconvenientes de una separación y llevado la confrontación a la primera página de los diarios a pesar de que una tasa de paro superior al 25 por ciento sigue siendo la principal preocupación de los ciudadanos.

La indignación popular por los recortes y por los numerosos casos de corrupción en el país no han hecho más que distorsionar el mensaje político entre una creciente desconfianza hacia la clase política.

Mas ha arremetido contra los recortes de gastos en servicios públicos y de salud - impuestos en toda España el marco de la disciplina fiscal europea - culpando al gobierno nacional al tiempo que tanto él como su partido argumentan históricamente que Cataluña da más de lo que recibe al conjunto de la nación.

Ahora, el político dice que Cataluña debería tomar sus réditos por la salida del país de la recesión. "La recuperación de España y, en general, del sur de Europa, tiene acento catalán", dijo recientemente en un encuentro con empresarios.

También ha descrito a España como un "adversario" e incluso este año organizó una conferencia para revisar la historia de una represión que, sostiene, ha sido perpetrada por España.

El lenguaje de Madrid también ha sido cada vez más incendiario. El ministro de Educación, José Ignacio Wert, dijo en el Congreso hace dos años que el Gobierno quería "españolizar" a los alumnos catalanes, en unas declaraciones que causaron indignación en la región.

El propio Rajoy, despreció la iniciativa catalana al explicar a periodistas que "no deja de tener gracia que algunos quieran hacer un viaje hacia la Edad Media".

Analistas coinciden en que la posición del Gobierno ha impulsado la causa independentista. Los críticos al Gobierno Central llegan incluso a mencionar que la postura del Gobierno recuerda las raíces franquistas, ya que el dictador reprimió la lengua catalana y la posibilidad de votar libremente.

Rafael Vecino recuerda muy bien la sensación de libertad que llegó con el final del franquismo. Alentado por la perspectiva de un mejor momento económico, Rafael dejó su trabajo estable en el sector público para probar suerte en el negocio de la tecnología de la información para horror de sus padres, una familia conservadora y militar, recuerda.

Hoy, argumenta que es justo que Cataluña - una región rica - contribuya más para cubrir las necesidades de las regiones que tienen menos. Su esposa, Francesca, pese a pertenecer a una familia tradicional catalana, comparte la opinión de su marido y no apoya la independencia.

Pero su hijo Daniel, casado y con dos hijos, cree que el progreso de la región se ha visto frenado por el resto del país.

Según datos del instituto europeo de estadística Eurostat, entre 2005 y 2013 el número de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza se ha incrementado al 20 por ciento en Cataluña, aunque todavía por debajo del 27 por ciento que aplica al resto del país.

CONSULTA: MAYORÍA A FAVOR DE ESTADO INDEPENDIENTE

Unas 2.25 millones de personas participaron ayer domingo en la consulta improvisada sobre la autodeterminación de Cataluña.

Con el 88,4 por ciento escrutado, un 80,7 por ciento de los participantes votaron afirmativamente a la doble pregunta: Sí, quiero que "Cataluña sea un estado" y Sí, quiero que "ese estado sea independiente". Un 10,11 por ciento votó "sí" a la primera y "no" a la segunda, mientras que un 4,55 optó por el "no" a las dos.

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