Puigdemont, la ruidosa ausencia del juicio por el intento de secesión catalán

El expresidente catalán Carles Puigdemont.
Carles Puigdemont. / EFE
Afp
12 de junio 2019 - 05:26

Barcelona/Presidente catalán durante el intento de secesión en 2017, Carles Puigdemont ha sido el gran ausente en los cuatro meses de juicio contra la cúpula del independentismo, aunque eso no le privó de protagonismo tanto dentro como fuera del tribunal.

El ostracismo al que algunos lo relegaban una vez iniciado el proceso contra doce dirigentes independentistas, entre ellos varios integrantes de su gobierno, se desvaneció, especialmente por la exitosa apuesta de Puigdemont para convertirse en eurodiputado.

Así, mientras numerosos testigos del juicio evocaban sus palabras y acciones durante esas semanas que pusieron a España en jaque, este periodista de 56 años, con gafas y una frondosa mata de pelo negro, hacía campaña por Europa hasta conseguir salir elegido en las urnas el pasado 26 de mayo.

"Ante todos esos que nos querían menospreciar, que nos querían silenciar, les digo que nos reivindicaremos y mucho", celebró el día después de esos comicios en una videoconferencia desde Bélgica.

Nacido en Amer, un pueblo montañoso de 2.200 habitantes a 100 km de Barcelona donde su familia conserva la pastelería de sus padres, Puigdemont, el segundo de ocho hermanos, defiende el independentismo desde hace décadas, cuando este era residual.

"En Cataluña muchos se han hecho independentistas por reacción alérgica a las políticas de Madrid. Pero él no, él siempre ha tenido estas convicciones", explica su antiguo amigo, el articulista Antoni Puigverd.

Casado con una periodista rumana y padre de dos niñas, Puigdemont era prácticamente desconocido cuando asumió la presidencia regional en enero de 2016, con la única experiencia política de cinco años como alcalde de Girona, un gran feudo independentista.

Su rostro llegó a la escena mundial en octubre de 2017 con el referéndum ilegal de autodeterminación y la posterior proclamación de una efímera república independiente.

Pero en ese momento álgido, este periodista de carácter imprevisible optó por abandonar la región rumbo a Bélgica, esquivando la querella por rebelión que presentaría la fiscalía días después de su marcha.

Fuga a Bélgica

Dejó atrás a compañeros suyos en el gobierno, sentados estos meses en el banquillo de los acusados del Tribunal Supremo después de más de un año en prisión preventiva.

Entre ellos su número dos en el ejecutivo, Oriol Junqueras, a quien, en ausencia del expresidente, la fiscalía identifica como principal responsable de la rebelión y le solicita una pena de 25 años de cárcel.

Numerosos testigos en el proceso, sin embargo, situaron a Puigdemont en la cúspide del operativo como cuando, según varios agentes policiales, decidió mantener el referéndum a pesar de que le advirtieron de posibles disturbios.

Él lo siguió a distancia, instalado normalmente en la denominada 'Casa de la República', una mansión ubicada en Waterloo, la ciudad belga famosa por la derrota de Napoléon en 1815.

Las comparaciones con Junqueras, con quien mantiene una pugna para liderar el independentismo, han sido una constante, especialmente desde sus rivales que lo acusan de "prófugo" y "cobarde".

"Uno duerme en la cárcel, el otro en una mansión en Waterloo", decía recientemente el eurodiputado del Partido Popular conservador Esteban González Pons.

Pero ni las críticas ni los meses de atención mediática centrada en sus excompañeros consiguieron apartar del tablero a Puigdemont.

Si bien su partido Juntos por Cataluña cedió terreno en las elecciones legislativas y municipales ante su aliado y rival, la Izquierda Republicana de Junqueras, él consiguió ser el más votado en esta región en las pasadas elecciones europeas.

Para ejercer el cargo debería volver a España, donde sería detenido con toda seguridad, aunque él promete plantar batalla y buscar formas alternativas para sentarse en el Parlamento europeo y proseguir allí su batalla contra Madrid.

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