Los estadios en Atenas, el único techo que ven muchos refugiados en semanas

Dos hombres se abrazan tras pisar tierra a su llegada a la isla de Lesbos (Grecia) desde Turquía.
Dos hombres se abrazan tras pisar tierra a su llegada a la isla de Lesbos (Grecia) desde Turquía. / EFE
Efe
09 de octubre 2015 - 08:11

Más de un millar de refugiados y migrantes, en su mayoría afganos, duermen, se alimentan y conviven en los corredores y salas de un polideportivo en Atenas. A pesar de su hacinamiento, están contentos porque por un tiempo, aunque sea breve, tienen un techo que les da cobijo.

Las personas que llegan a diario al gimnasio de Galatsi, en la periferia de Atenas, buscan aligerar el peso que traen en su espalda desde hace varios días.

Aunque muchos desean continuar la ruta hacia el norte de Europa, la falta de recursos económicos y la queja de sus hijos que arrastran el cansancio, los convierte en huéspedes de un campo improvisado, abandonado desde hace 11 años.

Por ahora, Atenas cuenta con tres puntos de acogida, dos temporales y uno permanente, que abrió en agosto y completó sus 720 plazas hace unos días.

Grecia está dispuesta a dar albergue en centros de acogida a un máximo de 10.000 personas, según recalcó estos días el ministro adjunto de Migración, Yannis Muzalas.

En el patio delantero de Galatsi, separado por una reja de metal para controlar el flujo de personas, cinco jóvenes juegan a la pelota mientras otros tantos aprovechan la sombra para entablar contacto por móvil con los que se han quedado atrás.

Las mujeres desfilan con sus hijos de un lado para otro, sin perder de vista el cúmulo de ropa que se seca en una larga cuerda que atraviesa atiborrada de prendas, de lado a lado.

El juego de unos cuantos niños interrumpe el aburrimiento y roba algunas carcajadas adultas. Los pequeños disfrutan de los juguetes que les han donado.

Thanos Mijos, uno de los pediatras voluntarios que asiste a esta gente, explica a Efe que durante su estancia en el polideportivo los médicos aprovechan para vacunar y darles las cartillas correspondientes a cientos de niños que llegan a Grecia en estado de malnutrición.

"Estamos aquí como voluntarios para contribuir al reconocimiento de los niños que llegan de Siria o Afganistán. Son poblaciones migrantes y por tanto tenemos distintos problemas que intentamos resolver en la medida en que podemos", explica Mijos.

"Las personas que necesitan cuidado urgente son trasladadas al hospital", relata una portavoz del ministerio de Migración.

Según la portavoz, además de "las tres comidas diarias y la revisión médica que se les brinda, las autoridades han dispuesto a su servicio asesores legales" que les ayudan al solicitar el asilo político.

"Los afganos tienen un perfil de refugiados. La mayoría de ellos -asegura- llevan cicatrices que demuestran que han sido torturados".

El 85% de las personas que llegan a Grecia efectivamente son refugiados y no inmigrantes económicos, según Muzalas.

Tai Sula, uno de los tantos jóvenes afganos que han emprendido su viaje para dejar atrás su país, justifica su decisión con la misma razón que la mayoría, la guerra que despedaza su sociedad.

Este joven de 19 años, quien decidió pasar la noche en el polideportivo antes de continuar su camino hacia Macedonia, lleva poco equipaje y anda atento a su entorno.

Tai Sula agradece haber podido dormir y comer debajo de un techo. "Esto es mejor a tener que pasar la noche en la calle", dice.

Su viaje, desde Afganistán hasta Grecia, ha sido arduo, nada distinto al que viven todos los que deciden alcanzar Europa atravesando el mar Egeo.

Fue una recorrido duro y costoso -2.500 euros- con muchos kilómetros a pie y una travesía en lancha desde Turquía hasta la isla de Lesbos, relata Tai Sula.

Con 19 años, este joven aspira a convertirse en administrador de empresas. Su ideal es "no tener que regresar".

Por ahora, su prioridad es conseguir un billete de autobús hacia la Antigua República Yugoslava de Macedonia, que las agencias de viaje venden por entre 40 y 60 euros para los adultos, y entre 12 y 30 para los niños mayores de 12 años.

Tai Sula camina hacia la salida del polideportivo con un grupo de ochos amigos que bromea mientras se aleja. Se dirigen al centro de Atenas, donde están la mayoría de agencias y personas buscando nuevos pasajeros.

Si bien las autoridades griegas recalcan que no quieren ver a esta población "durmiendo en las plazas", algunos de estos sitios no tardan en congestionarse de refugiados que esperan unas horas el próximo autobús que los conduzca hacia el punto de acogida temporal o hacia la frontera. Para muchos el destino sigue siendo incierto.

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último
stats