Maniobras militares de la OTAN en Estonia, a las puertas de Rusia
Al menos 7.000 soldados de ocho países de la OTAN llevan a cabo desde hace unos días importantes maniobras militares en Estonia, a 120 kilómetros de la frontera rusa, en medio de tensiones entre Moscú y la Alianza Atlántica.
"El enemigo combate con muchas minas y en este terreno muy complicado, boscoso y embarrado, avanzamos lentamente", explica el teniente coronel francés Emmanuel Guillez.
Es el segundo comandante de un batallón que ha venido a ayudar en la formación del ejército estonio, concretamente de 3.000 jóvenes reclutas y de reserva en este país de 1,2 millones de habitantes, bañado por el mar Báltico al norte y que limita al este con el omnipresente gigante ruso.
Hasta 1991, Estonia era una república soviética, luego se sumó a la Unión Europea y a la OTAN, conservando siempre en lo más profundo de su cultura un resentimiento claro hacia Rusia, acompañado también por una cierta angustia.
"Es el último país del norte que cierra el golfo de Finlandia y el Báltico, el último cerrojo", resume el coronel Bruno Demesy, representante del ejército francés en Estonia.
El general Indrek Sirel, subjefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas estonias y responsable de estas maniobras, muestra su confianza firme en la OTAN. Porque "la federación rusa no dudará en usar su poderío militar contra sus vecinos para alcanzar sus objetivos estratégicos", dice.
- Cultura de la guerra -
Francia trajo a Estonia blindados ligeros y 12 tanques Leclerc, un mastodonte de 56 toneladas considerado como uno de los mejores y más precisos del mundo. Los británicos trajeron sus Warrior, algo más antiguos.
En las maniobras hay un ejército de artilleros, artificieros y unidades de infantería.
Todos luchan contra un enemigo llamado "Merinus", cuyos soldados están ataviados con cordones de plástico amarillo atados en diversas partes del cuerpo y que permiten identificarlos.
El jueves, la tensión se dejaba sentir. El enemigo, como cada día, ha colocado obstáculos y minas en el recorrido. Mientras los artificieros intentan limpiar la zona, comienzan a recibir disparos desde una trinchera excavada durante la noche. Necesitan una hora para hacer retroceder al adversario. Hasta la próxima emboscada.
La muerte no está rondando, las balas son de fogueo y las minas son falsas, pero en los rostros de los militares se adivina la concentración.
Los estonios, que no tienen tanques, aprenden a usarlos. Británicos, franceses y otros socios de la OTAN aprenden a combatir en tándem. Las normas de la OTAN intentan aplicarse por encima de los problemas de idioma y cultura.
- Algo mucho mayor -
Después de varios días de maniobras, el cansancio se deja notar, pese a que la temperatura ha subido de cero, la nieve se derrite y todo resulta menos hostil. "Todo el mundo empieza a darse cuenta de que hay naciones diferentes y que formamos parte de algo mucho mayor", dice una militar británica.
Hay que preparar el futuro, además. Después de décadas luchando contra yihadistas en conflictos calificados de asimétricos, ya que el enemigo eran unidades volátiles y muy escurridizas, los países occidentales prevén una vuelta de los enfrentamientos entre Estados y combates de "alta intensidad".
Tanques contra tanques, artillería contra artillería. Batallas largas, complicadas, tácticas e inciertas.
Alejado del combate, Kaspar, de 21 años, descansa tras resultar 'muerto' en los ejercicios. "Acabamos de pasar una semana en el bosque, hemos dormido tres horas cada noche", dice, exhausto. "Pero bueno, es importante para que Estonia pueda mantener al enemigo alejado", agrega.