El Papa pide una Iglesia universal, "unida en la diferencia"
El papa Francisco defendió hoy una Iglesia universal en la que no haya "cristianos de derechas o de izquierdas", sino gente que esté "unida en la diferencia", durante la celebración litúrgica de la festividad de Pentecostés.
"La unidad verdadera", señaló el pontífice ante miles de fieles que asistían a la misa en la Plaza de San Pedro, "no es uniformidad, sino unidad en la diferencia".
Francisco presidió una solemne misa en la plaza vaticana con motivo de este día, que da por concluido el tiempo de Pascua y en el que los católicos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
Advirtió de que, en la búsqueda de esa unidad en la diferencia, se deben evitar "dos tentaciones frecuentes", la primera de ellas es "buscar la diversidad sin unidad".
"Esto ocurre cuando buscamos destacarnos, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes, cuando nos encerramos en nuestros particularismos, quizás considerándonos mejores o aquellos que siempre tienen razón. Entonces se escoge la parte, no el todo", apuntó.
La segunda de ellas es tratar de "buscar la unidad sin diversidad", un camino en el que se acaba cayendo en la "uniformidad", en la "homologación donde ya no hay libertad".
Frente a estas dos vías, prosiguió, es preciso apostar por una unidad que se base en el respeto, que vaya "más allá de las preferencias personales" y que destierre "las murmuraciones que siembran cizaña y las envidias que envenenan".
"Ser hombres y mujeres de la Iglesia significa ser hombres y mujeres de comunión", añadió.
Francisco también citó otro valor fundamental tanto en el seno de la Iglesia como en el mundo en general, el perdón, "el don por excelencia" que "es el amor más grande, el que mantiene unidos a pesar de todo, que evita el colapso, que refuerza y fortalece".
"El perdón libera el corazón y le permite recomenzar: el perdón da esperanza, sin perdón no se construye la Iglesia. El Espíritu de perdón, que conduce todo a la armonía, nos empuja a rechazar otras vías: esas precipitadas de quien juzga, las que no tienen salida propia del que cierra todas las puertas, las de sentido único de quien critica a los demás", concluyó.