Fondo para niños con enfermedades incurables teme consecuencias de sanciones en Rusia
Moscú, Rusia/Una fundación para niños con enfermedades incurables de Rusia teme desaparecer por las sanciones occidentales impuestas a Moscú en respuesta a su ofensiva contra Ucrania, que afecta entre otros a su financiamiento.
Desde su creación en 2018, este fondo no gubernamental llamado "Casa Faro" acoge a miles de jóvenes en un hospicio en Moscú, verdadera salvavidas para los pacientes y sus familias.
Pero tras la serie de sanciones impuestas a Rusia desde hace un mes, la organización teme que la escasez de medicamentos y de material empeore una situación ya frágil de por sí.
Sin piezas de recambio, algunos equipos "podrían transformarse en un monto de chatarra", dice a la AFP la directora ejecutiva Elena Prokopieva.
Aunque las sanciones no apuntan directamente a los productos médicos, afectan la cadena logística, el sistema financiero y los precios de importación.
Además, el fondo, cuyos ingresos dependen en un 80% de los donantes privados, registró un caída drástica de sus donaciones.
Desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, tanto las empresas como los individuos se preparan para enfrentar grandes dificultades económicas.
"Todo cambió"
"Los donantes se echan para atrás ya que no están seguros de poder pagar a su propio personal", comprueba Prokopieva con amargura, mientras recibe a la AFP en el hospicio de la fundación, una antigua escuela con muros multicolores.
Y con el bloqueo de las principales redes sociales, como Facebook e Instagram, acusadas por Moscú de discriminar a los medios de comunicación rusos, "la recogida de donaciones se convierte en una tarea aún más difícil", señala.
Como resultado, "perderemos la mitad de nuestro financiamiento de aquí a abril", prevé la responsable, al recordar que el fondo ya ha tenido que reducir sus efectivos.
"Los más frágiles [son] los más expuestos", concluye.
En un cuarto del hospicio, Tatiana Bekker cuenta a la AFP su angustia, entre dos cucharadas de kacha -un plato de cereales- que da a Arseni, de 10 años, mientras intenta no manchar el corsé del niño.
"Todo cambió" del día a la mañana, dice la mujer, de 52 años, refiriéndose al 24 de febrero, la fecha en que las fuerzas rusas entraron en Ucrania.
Sabe que la compra de un nuevo corsé, un producto importado, es ahora imposible por la caída del rublo.
"Pero lo más terrible sería que desaparecieran los expectorantes [un fármaco que ayuda a incrementar el volumen de las secreciones bronquiales] o esa medicina francesa para regular su corazón", dice, ajustando el corsé de Arséni, que sufre atrofia cerebral.
"Temo que muchas cosas cambien para nosotros ahora", dice conmovida.
El miércoles, el Ministerio de Sanidad aseguró que no había "ningún problema de producción ni de reservas" de productos médicos.
"El suministro de medicamentos a la red sanitaria es del 100%, no hay necesidad de hacer acopio", dijo el ministro Mijaíl Murashko.
"Cada uno elige"
Cuando se enteró de la ofensiva rusa en Ucrania, Ksenia Mirzoian, una asistente de cuidados de 23 años, dijo que "pensó inmediatamente en el hospicio y sus pacientes".
"Cuando trabajas aquí, ya sabes que la vida es tan frágil", dice con sus grandes ojos tristes antes de entrar en una habitación con uno de sus pacientes.
Junto a su colega Vadim Troitski, de 26 años, decidieron no seguir el ejemplo de otros miles de jóvenes rusos que abandonaron el país ante una creciente represión y la inminente escasez.
Un éxodo que también afecta al sector benéfico, como su principal figura, Chulpan Khamatova. Esta actriz y fundadora del mayor fondo de ayuda a niños enfermos en Rusia, "Ofrece la vida", se expresó públicamente en contra del conflicto y prefirió salir del país.
"Cada uno elige. Aquí, soy más útil. Si me voy, traiciono a los míos", resume Vadim, mientras observa de reojo a una voluntaria que incita a un paciente en silla de ruedas a acariciar a un chihuaha.