Contra pronóstico, la superpoblada Bombay plantó cara al virus en India
Pocas ciudades en India parecían tan vulnerables a la pandemia del covid-19 como Bombay, la más poblada del sur de Asia. Pero esta urbe portuaria resistió mejor que Nueva Delhi a una terrible segunda ola y no baja la guardia ante una tercera.
En mayo de 2020, Abhignya Patra, anestesista de 27 años, trabajó 18 horas diarias en el hospital Lokmanya Tilak de la capital del estado de Maharashtra (oeste).
"Era un no parar", recuerda esta mujer.
Las familias de los enfermos han descrito ampliamente la pesadilla vivida en hospitales saturados y con personal sobrepasado, donde pacientes agonizantes eran tratados junto a cadáveres cubiertos por lonas negras.
Las líneas de atención telefónica estaban ocupadas las 24 horas por las miles de llamadas de ciudadanos desesperados que necesitaban un hospital, una ambulancia u oxígeno.
Con 20 millones de habitantes, Bombay solo dispone de 80 ambulancias y 425 camas de cuidados intensivos.
Es en este periodo dramático que Iqbal Chahal tomó las riendas de la corporación municipal determinado a cambiar las cosas rápidamente, explica a la AFP.
Se levantaron hospitales de campaña para acoger a miles de pacientes suplementarios y 800 vehículos fueron transformados en ambulancias.
"Frenar el virus"
Pero los esfuerzos seguían siendo insuficientes ante la multiplicación de contagios. "Teníamos que frenar el virus", dice Chahal.
Impuso un confinamiento estricto en las 55 barriadas de la megalópolis, entre ellas Dharavi, la más grande de India, la desinfección sistemática de los aseos públicos o cribados masivos con tests covid a la población.
Los casos positivos ahora son redirigidos a "salas de crisis", donde médicos estudian su situación antes de decidir dónde y cómo se harán cargo de él, ya sea un ministro, un empresario o viva en una chabola, dice Chahal.
Al terminar 2020 India creía haber vencido al virus. Bombay no bajó la guardia y no desmanteló ninguno de los hospitales de campaña que entonces estaban desiertos, según él.
Y cuando los casos empezaron a subir a finales de marzo y se llegó al devastador tsunami de la segunda ola, con picos de 400.000 contagios diarios en todo el pais a principios de mayo, Bombay, contra toda expectativa, resistió mejor.
"Nosotros esperábamos esta segunda ola", explica Chahal.
"En deuda" con Bombay
En la capital, Nueva Delhi, como en muchas otras zonas, los enfermos morían en las puertas del hospital y había un desfile constante de cortejos funerarios hacia los crematorios.
Pero no en Bombay, con una tasa de mortalidad claramente inferior pese a su densidad de población.
Gaurav Awasthi, de 29 años, recorrió en vano cientos de kilómetros alrededor de Delhi para encontrar un hospital donde admitieran a su esposa enferma de covid-19.
Finalmente pagó más de mil dólares para un traslado en ambulancia --que insumió 24 horas de carretera- hasta Bombay, donde ha sido curada.
"Nunca podré devolver mi deuda a esta ciudad", asegura a la AFP.
"No sé si mi mujer seguiría con vida sin los centros sanitarios de Bombay", añade.
También hubo fallos, tercia Chahal, recordando la falta de oxígeno en seis hospitales que costó la vida a 168 enfermos una noche de abril.
Ruben Mascarenhas, confundador de la oenegé contra la hambruna Khaana Chahiye, recibía decenas de mensajes de angustia reclamando oxígeno y otros medicamentos aunque, en el peor momento de la pandemia, venían de otras zonas.
Ahora se muestra "agradablemente sorprendido", aunque prefiere ser "muy prudente antes de celebrar nada".
También Chahal, que anticipa una tercera ola con una afectación mayor en niños. Por ello ya almacena reservas de oxígeno, refuerza servicios de pediatría y aumenta la capacidad de los hospitales públicos. Su ciudad permanece en pie de guerra.