Cientos de personas a la intemperie un mes después de la catástrofe en La Paz
Un mes después del deslizamiento del terreno que destruyó decenas de casas en La Paz cientos de damnificados continúan adaptando sus vidas a unas carpas naranjas, en medio del cansancio del paso del tiempo en espera de que las autoridades les faciliten las viviendas prometidas.
Los vecinos de las zonas San Jorge Kantutani e Inmaculada Concepción, el área afectada por el deslizamiento, llevan treinta días intentando retomar sus quehaceres diarios y organizando las pocas pertenencias que recuperaron de los escombros para que quepan en su carpa en un campo de acogida y cuidar que no sean robadas.
En la cancha Fígaro, el principal campamento de afectados, hay 54 carpas, muchas tienen baldes y frazadas apiladas en la entrada, pues el reducido espacio ya no alcanza para guardar más pertenencias.
La sensación de inseguridad en el campamento aumentó después de algunas pérdidas.
Varios de los afectados contaron a Efe que en ocasiones la ropa que está secando al sol desaparece, como otras cosas que están afuera de las carpas, e incluso ya hay roces entre damnificados porque algunos "quieren sacar provecho" de la tragedia.
Además, deben darse maneras para combatir con el frío que cada vez se hace más intenso por la llegada del invierno, por lo que urgen una solución.
Yerko Acuña, uno de los representantes de los damnificados, relató a Efe que algunas carpas que funcionaban como aulas móviles para que los niños puedan hacer sus tareas ahora permanecen cerradas y mientras más pasa el tiempo, se sienten más "abandonados".
"Poco a poco la ayuda está disminuyendo y es lo que nos preocupa como campamento, somos como 200", remarcó.
La ayuda que en los primeros días de aquella desgracia era continua por parte de la población paceña, ahora escasea y temen que las donaciones se acaben y ellos continúen en las carpas.
Acuña pidió celeridad para que pronto los damnificados puedan ser acreedores de una vivienda como prometió el presidente de Bolivia, Evo Morales, en su visita al campamento.
"Nuestro presidente dijo que la vivienda era un regalo para nosotros y lastimosamente los técnicos piden y piden requisitos", señaló el representante.
Por su parte, el secretario ejecutivo de la Alcaldía de La Paz, Álvaro Blondel, declaró a Efe que el trabajo de esta entidad durante este mes ha sido arduo para dar soluciones a todos.
"Estamos trabajando, estamos avanzando y estamos generando soluciones, hemos sido muy claros que las soluciones iban a llegar poco a poco", expresó Blondel.
El secretario explicó que se trabaja tanto para atender a damnificados como para estabilizar el área afectada.
Hasta ahora se logró reducir de cuatro campamentos a tres, que albergan a 450 familias en total, y esperan que en los próximos días puedan regresar a sus viviendas unas cien que fueron evacuadas preventivamente.
El presidente Morales entregó durante varios días viviendas sociales, pero luego la atención mediática decayó y por el momento solo 29 familias fueron afortunadas.
Blondel advirtió de que entre los afectados también detectaron quienes intentan "mentir" o "engañar" para ser acreedores de una vivienda.
"Se les ha aclarado en varias oportunidades que si tratan de engañar o mentir, como en algunos casos, van a perder estos beneficios", sentenció.
La estabilización del lugar durará meses, en tres fases, y el espacio afectado, de unas ocho hectáreas, se convertirá en un área verde para evitar nuevos asentamientos ilegales, ya que parte de las construcciones estaban sin permiso sobre un antiguo basurero, una práctica común entre familias de pocos recursos en La Paz.
Tras quince días de búsqueda de cuatro desaparecidos no lograron encontrar los cuerpos y se podría declarar el lugar un camposanto.
El pasado 30 de abril el deslizamiento de tierra dejó imágenes impactantes de edificios que se desplomaban, afectando a unas 166 casas, de ellas 68 totalmente colapsadas, con 547 familias damnificadas, según datos de la Alcaldía.
La zona es una de las 36 de riesgo de deslizamiento identificada en la ciudad andina, situada a una media de unos 3.600 metros de altura, con cerca de un millón de habitantes y una orografía complicada que acumula estos episodios casi desde su fundación hace más de cuatro siglos.