Elie Saab se construye sombrío y Henry busca líneas rectas para Nina Ricci.

Elie Saab se construye sombrío y Henry busca líneas rectas para Nina Ricci.
Efe
07 2015 - 17:17

El prêt-à-porter de otoño-invierno se refugió hoy en la severidad vegetal de Elie Saab y en las líneas rectas y volúmenes amplios de Guillaume Henry para Nina Ricci, en una Semana de la Moda de París que subió a la Torre Eiffel con Fatima Lopes. En un sorprendente cambio de tercio, el modisto libanés Elie Saab sustituyó sus habituales vestidos de princesa por prendas de estética severa, ligeramente militar y gótica.

El título, "Sueño de un bosque misterioso", bajo el que se englobaron estos diseños, no hacía presagiar los modelos construidos y los materiales pesados que sustituyeron a las muselinas y a las sedas del artista de las alfombras rojas.

Los apliques metálicos, como los botones dorados, las largas cremalleras, las cadenas de los bolsos o incluso los pendientes de aro, reforzaron la dureza de un repertorio que incorporó "tweed", cuero o pieles.

Los diseños en negro, algunos de ellos con encaje, procedieron de un sombrío Saab que decidió cerrar su desfile al ritmo de la canción "Sweet Dreams" de Marilyn Manson. El guipur, en algunos casos bordado con pedrería, fue una de las aportaciones de esta colección, que descubrió la piel entre los ornamentos vegetales de los diseños. En los jardines de las Tullerías se había instalado la sala del desfile, a cuyas puertas se agolpaban amantes de la moda con cámaras de fotos para captar el estilo de las personas invitadas al evento.

En su interior, el espacio se había decorado con sintéticas siluetas de árboles negros y dorados que recreaban el ambiente mágico de un bosque que teñía los conjuntos de verde abeto y musgo, rojo escarlata o azul pavo real. Saab dedicó la última parte de la pasarela a sus incondicionales, al desarrollar vestidos largos y fluidos, con una apertura entre los plisados recogidos en el cuello, o con corpiño semitransparente recubierto de hojas bordadas. Las pieles pesaron como un corto vestido-capa degradado y los volantes cayeron en zig zag por una falda de cuero combinada con una cazadora a juego. Un único estampado rompió los conjuntos monocolor: una difusión de pinceladas de rayos que se filtraron a través del follaje y reflejaron azules, rojos o amarillos.

El diseñador francés Guillaume Henry debutó hoy al frente de Nina Ricci con vestidos rectos por debajo de la rodilla y abrigos construidos y voluminosos. Con una paleta contenida en el blanco, negro, azul oscuro, diversas tonalidades tierra y un efusivo frambuesa, la firma cosió faldas de tubo holgadas, que se vistieron con jerséis de punto o con tops-túnica. La colección sofisticada y sin excentricidades desarrolló un puzzle de ángulos rectos que simularon un "patchwork" monocolor, a la vez que introdujo flecos y lentejuelas en sus creaciones. Vivienne Westwood reunió a hombres y mujeres en la pasarela con una colección completamente deconstruida que mezcló códigos occidentales, como el traje de raya diplomática, con exóticas faldas de flecos, en una intención de ampliar hasta el extremo las prendas.

El ejercicio de estilo de Comme des Garçons no terminó de convencer por la incongruencia de una propuesta experimental que insufló volúmenes desproporcionados que camuflaban el cuerpo. La diseñadora portuguesa Fatima Lopes, que acostumbra a ubicar sus pasarelas en lugares emblemáticos de la capital francesa, hizo desfilar su imaginación en el primer piso de la Torre Eiffel. "Soñaba con presentar esta colección en este lugar porque es el mejor para mostrar un arco iris", indicó a Efe sobre unos diseños que recuperaron las líneas circulares de este fenómeno óptico, aunque en una versión "más oscura" que la habitual de los días de lluvia.

Sus vestidos de innovadores patrones, y con algunas superposiciones geométricas, permanecieron en un "degradado de verdes, azules, morados y burdeos", al que se sumaron las piezas en negro. Los cordones que se cruzaron en el pecho para cerrar escotes habían surgido de la inspiración de las vigas de la obra de Gustave Eiffel, confesó Lopes inmediatamente después de la presentación que sobrevoló las luces de París.

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