Neil Patrick Harris intentará hacer magia con los Oscar 2015

Redacción
22 de febrero 2015 - 07:12

Como cada año, hoyel Dolby Theatre de Los Angeles espera el desfilar de estrellas por la gala de los Premios Oscar 2015.

La Academia aspira desde hace años a recuperar audiencias y volver a ser la cita un imprescindible para los amantes del celuloide. Este año lo intentará para su 87 edición con un nuevo maestro de ceremonias: el risueño y entusiástico Neil Patrick Harris.

Craig Zadan y Neil Merony, productores del evento, han apostado por el talento hiperactivo del actor de Albuquerque -humorista, actor, director y mago ocasional- que buscaba desde hace años esta oportunidad para hacer historia y ser, al fin, el heredero del puesto que un día ocuparon Bob Hope, Billy Cristal y Johnny Carson.

Donde el precoz intérprete ha visto una oportunidad hecha a medida de su creatividad (ejerció como maestro de ceremonias en los Emmy en 2009 y 2013 y en la gala de los premios Tony en cuatro ocasiones: 2009 -por la que recibió el Emmy-, 2011, 2012 y 2013) muchos otros divisaron una ventana al precipicio por la que no querían asomarse.

El entrañable Doogie Howser de Un médico precoz, que luego creció reconvertido en el mujeriego Barney Stinson (Como conocí vuestra madre), no tiene miedo y quiere ser el líder que necesitan los Oscar. Su reto es igualar los buenos resultados de audiencia que consiguió en 2014 su amiga Ellen Degeneres -la viralidad de su ¿improvisado? megaselfie en Twitter tuvo mucho que ver en eso- y conseguir por fin acercar la gala al público joven.

La mecánica de la gala se repite año tras años empezando por los premios técnicos, siguiendo con los de interpretaciones secundarias (supporting actor), después con los papeles principales, la mejor dirección y, para finalizar, la mejor película, algo que hace difícil sorprender, gustar e interesar durante cuatro horas a un público potencial de 43 millones de personas solo en EE.UU. La poderosa ABC emitirá el programa para más de 225 países y, entre tanto premio, se sucederán los números de siempre que invitarán a cambiar de canal - monólogos más o menos chispeantes del presentador, actuaciones musicales –entre ellas la de Lady Gaga este año- y chistes para la industria y para los nominados presentes en la sala-. De un Harris que se ha confesado "nervioso" se espera más. Quizás hará un guiño a su primera participación en los Oscar -en la apertura de 2010- con un número musical inspirado en los años 50 pero, lo que seguro se espera, es que eche mano de su talento para la magia.

Por lo demás, la gala de los Oscar 2015 vivirá su ceremonia más latina desde 2007 al contar con ocho nominaciones para artistas procedentes de Argentina, Nicaragua, Brasil, España y México, país que aporta el mayor número de candidatos a estatuilla este año.

Este año no hay un favorito claro entre los nominados capaz de barrer en las categorías importantes, pero tres títulos suenan en la puja a mejor película: Birdman y El gran Hotel Budapest, con nueve nominaciones cada una, y Boyhood, con seis. The imitation game, con ocho, parece destinada a quedarse sin las estauillas más codiciadas, y con La teoría del todo y Whiplash, que optan a cinco estatuillas cada una, los críticos no acaban de ponerse de acuerdo.

Sería bonito para el público latino que Alejandro González Iñárritu lograse el Oscar a mejor película y/o director repitiendo así la apuesta mexicana de la Academia el año pasado con Cuarón y sácandose, de paso, la espinita clavada por Babel. Pero no parece que vaya a suceder esto con Birdman.

La historia de Riggan Thomas, actor en crisis con la sombra del antiguo superhéroe al que encarnó a cuestas, puede acabar quedándose con algún Oscar técnico (El Chivo Lubezki obtuvo este año su séptima candidatura a mejor fotografía, que le pone en disposición de reeditar el éxito que consiguió el pasado año por Gravity) y con el de mejor actor para la resurrección cinematográfica de Michael Keaton.

Así, un año después de premiar el cambio de registro de Matthew McConaughey gracias a Dallas Buyers Club, la Academia reconocería el trabajo de otro actor en el olvido mediático del prestigio, que ha resurgido y que guarda más paralelismos con su personaje de ficción de los que le gusta reconocer. Un papel que encaja para premio, sin no fuera por la brillante interpretación de Eddie Redmayne (La teoría del todo) del científico Stephen Hawking que se vó representado a sí mismo en los gestos del británico. Sus competidores son Steve Carell (Foxcatcher), Bradley Cooper (American Sniper) y Benedict Cumberbatch (The Imitation Game) que tienen pocas oposición.

Quien, a priori, tiene las cosas fáciles para acabar siendo la película de la noche es Boyhood. Richard Linklater es un director consagrado con una obra maestra en forma de trilogía que habla de atrapar el tiempo a través del cine: Antes del amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013).

Ahora, una nueva inclusión sobre este particular puede depararle un Oscar a la Mejor Dirección y/ a Mejor Película. Aquel primer ensayo permitió al realizador texano controlar los tiempos y rodar Boyhood, una cinta más arriesgada –contó con el compromiso de un elenco profesional durante 12 años encabezado por con Ethan Hawk, su propia hija, Lorelei, y Patricia Arquette-, profunda –narra el paso del tiempo real de un niño que encarna el actor Ellar Coltrane desde los seis años hasta la edad adulta- y, sobre todo, dotada de una mirada excepcional sobre la vida y su levedad –la cotidianidad reina por encima de la trama, como en la vida misma.

El cineasta logra que muchos vuelvan a reflexionar sobre cómo la magia del cine consigue atrapar el tiempo, cómo es posible condensar el intimismo cotidiano de la niñez y adolescencia que no volverá en los trazos de un metraje de tres horas. Todo un experimento cinematográfico.

El Oso de Plata en la Berlinale, el Globo de Oro y el Bafta ya han consagrado a este director, icónico del cine estadounidense que se mueve por debajo de la cartelera mainstream, y hacen presagiar sin duda que la sensibilidad exquisita de su película tendrá premio también ha ojos de la gran industria hollywoodiense. Patricia Arquette, la maravillosa secundaria en que se apoya esta historia, recogerá más que probablemente su primer Oscar –ya ha ganado el Emmy, el Bafta, el Globo de Oro y el Premio del Sindicato de Actores (SAG)-. Entre sus competidoras -Laura Dern (Wild), Keira Nightley (The imitation game), Emma Stone (Birdman)-, únicamente, Meryl Streep (Into the woods) tiene opciones.

El tío Oscar también puede hacer justicia este año con Julianne Moore. Con cuatro nominaciones a las espaldas (dos en categoría principal y dos en la de reparto), la dorada estatuilla parece ya casi relumbrar en la estantería de la actriz.

Su delicado papel de Alice Howland (Siempre Alice), el de una madre, esposa y profesora que enfrenta el mal de Alzheimer en una etapa temprana, es de los que gustan a la Academia y a la crítica también. Marion Cotillard (Dos días, una noche), Felicity Jones (La teoría del todo), Rosamund Pike (Perdida) y Reese Witherspoon (Wild) lo tienen algo más complicado para brillar en el Dolby.

Otra película que ha sido un flechado de público y critica y no puede irse a casa de vacío es Whiplash. La historia del taciturno, agresivo y autoritario profesor de jazz Terence Fletcher -encarnado por un J K Simmons en estado de gracia- y su aventajado alumno es la segunda cinta del cineasta Damien Chazelle, y opta a cinco estatuillas. Pero será –decimos- el de mejor secundario el cetro que conseguirá la cinta.

Secundario insigne, versátil y proteico en papeles como el del malhumorado director del diario en el que colabora Peter Parker en la trilogía de Spider-man, el padre de Ellen Page en Juno o el más inolvidable delincuente de Ladykillers, Simmons ya se ha llevado todos los premios a mejor rol masculino y el Oscar será el siguiente. Sus competidores en la categoría son Robert Duval (El juez), Ethan Hawke (Boyhood), Edward Norton (Birdman), y Mark Ruffalo (Foxcatcher). Nada qué hacer.

En el apartado de cinta de habla no inglesa, la española La vida es fácil con los ojos cerrados ya había quedado fuera de la carrera por el Oscar, categoría en la que sí que competirá la cinta argentina Relatos Salvajes -coproducción hispano-argentina en la que participa El Deseo, de Pedro Almodóvar-, junto con Ida (Polonia), Leviatán (Rusia), Tangerines (Estonia), Timbuktu (Mauritania) sin un claro favorito. Lo mismo sucede con el apartado de Mejor Película de Animación donde competirán Big Hero 6, The Boxtrolls, Cómo entrenar a tu dragón 2, Song of the sea y The tale of the princess Kaguya.

LA FIESTA POSTERIOR

Y después de recoger o no las estatuillas en la sala, los nominados y sus acompañantes encaminarán sus pasos hasta la fiesta de los Oscar de verdad, el Governors Ball. El salón Ray Dolby , con telares rojos borgoña, rendirá pleitesía con unas 2.000 fotografías a las célebres figuras de Hollywood dorado mientras actores, actrices, productores directores y guionistas -en total más de 1,500 invitados- degustan las delicatessen pensadas para la fiesta. Vinos únicos que aún no se comercializan de la bodega Sterling Vineyards y caviar beluga compartirán mantel con delicias tan americanas y no tan nobles como las hamburguesas y los macarrones con queso.

Todo, como siempre, a cargo del chef Wolfgang Puck que es el encargado del magno buffet de bocaditos dulces y salados esa noche. En medio de la fiesta se entregarán los regalos con los que cada año numerosas firmas recuerdan a la élite de Hoollywood que no es ningún drama no llevarse el Oscar a casa. La bolsa de regalo de los premios Oscar de este año contiene todo tipo de objetos de valor - como un viaje en tren a través del Parque Nacional de las Montañas Rocosas, el alquiler de un Audi A4 por un año- pero, entre los regalos más esperpénticos, destaca un curso de lectura mental valorado en 17.000 euros. Algo muy práctico para usarlo el año que viene y, si no se va a recibir la estatuilla, ahorrarse los nervios.

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