Juez suspende duelo entre Santos e Independiente por disturbios en las gradas
Final abrupto en juego de Copa Libertadores
Independiente avanzó este martes a los cuartos de final de la Copa Libertadores tras una polémica eliminatoria que acabó entre los disturbios y las bombas lanzadas por la hinchada del Santos, en protesta por la sanción que horas antes le había dado por perdido el partido de ida (3-0).
Ante la falta de seguridad, el juez chileno Bascuñan abandonó el gramado del estadio Pacaembú de Sao Paulo en el minuto 81, y con el marcador 0-0, cerrando antes de tiempo un encuentro que ya arrancó marcado por la polémica.
No hubo apenas espacio para el fútbol en este choque entre dos de los clubes con mayor palmarés del continente, aún encendidos tras haberse cruzado en los despachos de Asunción, enfrentados por la impugnación que realizó el 'Rojo' del empate 0-0 de la ida hace una semana en Buenos Aires, por la alineación irregular de Carlos Sánchez por parte del Santos.
Y las imágenes que dejó el encuentro fueron aún más funestas, con un sector violento de la hinchada del 'peixe' enfrentándose a la policía para protestar por una sanción que consideran injusta, y el propio entrenador del Santos, Cuca, implicándose en la pelea ante unos agentes desbordados.
A la espera del acta oficial del partido, Independiente clasifica a los cuartos de final, donde se verá con el vencedor de la llave entre Racing y River Plate.
Tensión
Nació ardiendo este choque entre dos gigantes de Sudamérica, que a las diez Libertadores que acumulan entre ambos le sumaban esta vez un choque administrativo. En las oficinas de la Conmebol se había decidido poco antes lo que el Santos consideraba una condena a muerte para su temporada.
Ni la autorización a última hora para alinear al 'Pato' Sánchez aliviaba a los brasileños de lo que su presidente había calificado de un "juicio político" a la entrada del Pacaembú.
Necesitaba el 'Peixe' un milagro y en 90 minutos. Por ello se lanzó como un ciclón al césped de un estadio abarrotado por una hinchada que no pensaba dejarle solo en el día más tenso del año.
El brío, la rabia y el ruido eran suyos, pero los números de los argentinos, que apenas necesitaban dejar pasar la tormenta. Y a punto estuvieron de zanjar la discusión sin cumplirse aún los primeros diez minutos, cuando Vanderlei falló en un saque de puerta que recogió el argentino Meza. Llegó entonces para arrollarle Lucas Verísimo, que mantenía vivo el sueño de su equipo mientras los visitantes pedían penal.
Bascuñán dejó seguir y, para entonces, Gabigol ya se había plantado frente al portero del Rojo, el uruguayo Martín Campaña tras un frenético contraataque.
Ese era el camino que debía seguir este Santos desesperado si quería asustar al Rojo, pero los minutos le fueron apagando la fuerza y el Rey de Copas tomó las riendas de un juego que empezó a tropezarse en una madeja de faltas.
Aapenas se le ocurría nada en el mediocampo al 'Peixe' mientras el Pacaembú comenzaba a asimilar una eliminación que parecía inevitable.
Solo en el 39 consiguió Gabigol aprovechar un buen pase de Sánchez que asustó a Campañá y dio algo de calor en la fría noche de Sao Paulo. Se reactivó la apasionada afición del Santos que aún encontraría un motivo más para seguir creyendo: el penal que le atajó Vanderlei a Meza a dos minutos del descanso.
El arquero, que acababa de derribar a Hernández en el área, se redimía así ante una hinchada que celebró la atajada como un gol, como si todavía pudieran salvarse.
Bochorno
Para lograrlo, sin embargo, necesitaban al menos tres tantos en 45 minutos y no parecía esta tarde destinada para los milagros. Sí para la protesta, como la que el Santos ha prometido estirar hasta las más altas instancias por lo que entiende como una enorme injusticia.
Pero, con toda la atención fuera, el juego era cada vez más un trámite. Refrescó las ideas del Santos la entrada del costarricense Bryan Ruiz y lo siguió intentando Gabigol en ofensiva, pero no fue suficiente.
El protagonismo pasó entonces a ser todo del sólido Vanderlei, que salvó a su equipo de los peligrosos empujes de un Rojo que ya se veía en cuartos.
Entonces comenzaron a oírse los primeros estruendos en el campo y el Pacaembú acabó convertido en una zona de guerra que coronó con una imagen lamentable una jornada en la que no dejó de hablarse de fútbol, pero en la que no se vio apenas nada.